Gildo Insfrán es gobernador de la Formosa desde 1995 y vicegobernador desde 1987: a la fecha, 26 años en el máximo cargo de gobierno y 34 como miembro del poder ejecutivo. Nacido en 1951, Insfrán estudió veterinaria en la Universidad Nacional del Nordeste. Durante su periodo estudiantil fue militante del maoísta Partido Comunista Revolucionario, aunque antes de graduarse ya había migrado al justicialismo. Fue elegido diputado en 1983 y en 1987 acompañó en la fórmula de gobierno a Vicente Joga. Después de dos mandatos como vice, se lanzó a la carrera hacia el ejecutivo provincial y fue elegido gobernador. En 1999 impulsó la reforma constitucional que habilitó la reelección indefinida. La sesión parlamentaria en la que se debía votar la modificación que eliminaría los límites a la posibilidad de la eternización en el poder se realizó sin que se dejara ingresar a la oposición al recinto, trabadas las puertas del edificio con fierros y candados. De ese modo, Insfrán allanó el camino que a una gobernación por tiempo indefinido.
Formosa es la provincia más pobre de la Argentina. El último Censo 2010, supervisado por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), señala que es de las cuatro provincias con más elevado analfabetismo del país, con un porcentaje que llega al 4,1 por ciento, pero con departamentos que tienen picos de 13,5 puntos porcentuales (como el departamento Ramón Lista, de alta población aborigen). El 41,1 por ciento de la población formoseña no tiene instalaciones de agua dentro de sus viviendas y no existe tendido de gas en toda la provincia. El 38,8 no posee instalaciones sanitarias con descarga de agua. La tasa de mortalidad infantil es la más elevada del país, con 21,2 fallecimientos por cada mil niños nacidos vivos. Nada indica que hayan mejorado esas variables.
En 2010, el colegio más importante de la provincia había sido testigo de un laboratorio de politización y organización que tenía como antecedente la solidaridad estudiantil, expresada en acciones desperdigadas, ante el despido de porteros en 2008. A fines de 2009, un grupo de activistas, encabezado por militantes de la UJS-PO había puesto en pie una lista para “dejar de discutir las elecciones de reinas y las fiestas del colegio para discutir y convocar a una asamblea de delegados, a una asamblea general en el patio, y movilizar a los estudiantes”, como escribe Mario Cabeza, hoy en la Tendencia del PO. Ganaron ampliamente las elecciones contra el insfranismo y una lista del ARI. La lista ganadora tuvo una amplia actividad sindical estudiantil no sólo dentro de las paredes del Nacional. Al momento de plantearse una nueva elección, la junta electoral invalidó a todas las listas salvo la del oficialismo, frente a lo cual la lista del activismo interrumpió el acto de proclamación de la los ganadores fraudulentos y propusieron tomar el colegio, moción aprobada por aclamación.
Al mismo tiempo, los miembros de la comunidad qom La Primavera habían comenzado el corte de ruta reclamando postas sanitarias, agua potable y documentos, es decir, las condiciones mínimas para subsistir. Se trataría de la protesta indígena más potente de las que surcan permanentemente la geografía formoseña.
La toma reclamaba la anulación de la decisión de la Junta Electoral y nuevas elecciones. Pero rápidamente, policías de civil ingresaron al colegio, provocando hechos de violencia física contra los estudiantes. El Defensor del Pueblo insfranista decretó la ilegalidad de la toma. Los padres se agolpaban en la puerta cuando llegó la Infantería antimotines, con cascos, escudos y pertrechos represivos. Los estudiantes decidieron levantar la toma, pero al cruzar a la plaza de enfrente fueron empujados y golpeados junto a los padres. Al día siguiente, los formoseños se movilizaron. Eran 1.600 personas a cuya cabeza marchaban estudiantes, docentes y padres. Fue la movilización más grande del periodo.
Una semana después, Insfrán mandaría la infantería a la ruta 86, cortada por los qom de la comunidad La Primavera. La represión fue feroz. Un manifestante murió por un balazo. Un policía murió al llegarle una lanza. La infantería se lanzó a una cacería que incluyó la quema de los hogares indígenas. Como tituló el Partido Obrero en aquel entonces, “Formosa tenía su Pedraza”. Las rebeliones de los pueblos originarios continuaron tanto en la capital formoseña como en el interior de la provincia, en sus departamentos más pobres, testigos de levantamientos wichis con tomas de comisarías y control total de diversos pueblos.
Es necesario recuperar la memora histórica de las luchas del pueblo de Formosa y de sus métodos.
Diego Rojas
11/03/2021
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