Lo que se viene después del 17.
Mientras los opinólogos del régimen multiplican sus especulaciones acerca de la ´postpandemia´, la realidad se topa con la pandemia ´hecha y derecha´, y su curva ascendente de contagios y muertes. El miércoles 8, los nuevos infectados de Covid 19 alcanzaban el récord de 3.600 casos. Horas antes, Larreta había ratificado una reapertura parcial de actividades en la CABA para después del 17. Al mismo tiempo, se anunciaba un “acercamiento de posiciones” con el gobierno bonaerense. Kicillof venía de “sorprender” a Ginés por su disposición a flexibilizar actividades, también en la provincia.
La noticia del ascenso de casos hundió en el desconcierto al trío Fernández-Kicillof-Larreta. Pero la respuesta de sus voceros fue presentar a estos nuevos datos como “cercanos al pico que llegará en los próximos días”, algo que se viene reiterando desde hace meses. El optimismo forzado tiene un sólo objetivo: defender a capa y espada una mayor apertura de actividades para después del 17, y consolidar el funcionamiento casi general de la gran industria que ya existe hoy. Argentina va ingresando en el escenario de “convivencia con el virus” que tiene lugar en la mayoría de los países, donde se reabre la actividad industrial y comercial sin haber conjurado la posibilidad de nuevos brotes epidémicos que, finalmente, tienen lugar. Los gestores capitalistas de la pandemia nunca han mirado al número total de muertes que causa el virus: apenas se han detenido en el ´achatamiento de la curva´. O sea, bajar el ritmo de llegada de los contagiados graves a los hospitales y reducir a una determinación estadística el número de muertos. Pero el Gran Buenos Aires ya tiene hospitales municipales con la capacidad colmada, y empezaron a ocupar sus instalaciones los hospitales de campaña, como ocurre en Tecnópolis.
La economía del capital…
Bajo la presión monumental del gran capital industrial y comercial, Fernández-Kicillof-Larreta van a defender algún tipo de apertura después del 17 y, si las cosas se agravan en estos días, al menos defender el amplio abanico de actividades que está en funcionamiento. Los capitostes de la UIA y de la Cámara de Comercio han emplazado a Alberto Fernández: la acumulación de capital debe reanudarse sin restricciones y como sea. Los funcionarios del gobierno y los opositores coinciden en presentar a los reclamos patronales como expresión del “agotamiento de la economía”. En realidad, lo que se ha agotado es la salida capitalista a la crisis pandémica, que ha consistido en colocar todos los recursos del Tesoro y de la emisión al servicio del rescate de los capitalistas. Por esa vía, una parte sustancial de ese rescate ha reforzado el parasitismo. En las últimas semanas, y en medio de una grave crisis financiera del Estado, el gobierno logró refinanciar deuda en pesos -y emitir deuda nueva- por más de 70.000 millones de pesos, duplicando la oferta de bonos que tenía previsto licitar. Los analistas atribuyen el éxito de la emisión al “exceso de liquidez en el mercado” (La Nación, 29/6). Pero ¿quiénes disponen de los recursos para tomar esa deuda? Ni más ni menos que los mismos capitalistas que reciben las ATP y otros subsidios, incluyendo ahora a la amplia moratoria impositiva y previsional. O sea que el gobierno rescata a los capitalistas con los recursos del Tesoro, y luego los remunera con elevados intereses para financiar… el déficit del Tesoro. Mientras se sirve de este esquema insostenible, la burguesía reclama volver a la acumulación de capital sin restricciones, aunque no existan garantías sanitarias para ello.
…y la de los trabajadores
En realidad, las discusiones de cuarentena en torno a los paseos recreativos o aperturas de pequeños comercios es un gran operativo distraccionista de los focos de contagio que hoy tienen lugar en la gran industria “esencial”, como ha ocurrido en Mondelez, Felfort, BedTime, Firestone, Acindar y tantas otras. Las patronales le han arrancado al Estado otro subsidio no declarado: la libertad para explotar a los trabajadores sin cumplir con las normas sanitarias elementales -distanciamiento, equipos adecuados, rotación de puestos de trabajo- todo lo cual implica un costo adicional. El Estado sigue esta saga, cuando anuncia los “protocolos” para vuelta a clases -en todos los niveles- que sólo podrían cumplirse con un refuerzo decisivo de los recursos educativos, comenzando con nombramientos docentes para atender a cursos menos numerosos y con alumnos ´distanciados´. Como en todo lo demás, la improvisada vuelta a clases sigue la exigencia de los capitalistas – receptar en las escuelas, en cualquier condición, a los hijos de quienes deben volver a trabajar.
A la luz de todo lo anterior, es muy claro que la fase “post 17 de julio” será de choques más agudos en todos los ámbitos, comenzando por las grandes fábricas, los barrios y los hospitales en colapso. Los paros del transporte, de los marítimos y la deliberación en la industria demuestran que el “plazo de gracia” de los trabajadores para con el gobierno se agota aceleradamente. Es necesaria la coordinación de todos los esfuerzos fabriles, por zona y por sindicato, para impulsar la lucha por protocolos obreros; la organización de la huelga donde se incumplen, junto a la lucha por el salario y paritarias; y el nombramiento urgente de trabajadores en la salud para atender la emergencia sanitaria, entre otros reclamos. Si la “economía” de los capitalistas ha fracasado para atender la pandemia, luchemos por un plan económico de los trabajadores, para centralizar los recursos y el ahorro nacional -hoy malversado en operaciones capitalistas y en el parasitismo de la deuda pública- para destinarlo a un gigantesco esfuerzo para terminar con el virus –testeos masivos, atención y aislamiento de los contagiados- y asegurar la supervivencia de los trabajadores. Impulsemos un congreso de trabajadores para discutir un programa y una lucha general frente a la grave crisis que se avecina.
Marcelo Ramal
09/07/2020
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