miércoles, 8 de julio de 2020

Falta de profesionales en terapias intensivas: el colapso del que nadie habla



Principal limitante para la ampliación de camas de terapia intensiva.

Días atrás señalábamos en Prensa Obrera cómo el pico de la pandemia empuja al sistema sanitario hacia el colapso, por falta de camas. Un dato en el que queremos profundizar es la dificultad que hay en el país para contar con profesionales especializados en el área intensiva. Este problema tiene un trasfondo de desvalorización del trabajo en el área, profundizado en el sistema público.
En las terapias intensivas se atienden pacientes con diversas patologías, que requieren los cuidados más complejos. Si bien trabajan una cantidad de profesionales y personal no médico, la triada médico terapista, kinesiólogo respiratorio y enfermero resulta indispensable. El trabajo en la terapia intensiva es continuo durante las 24 horas, por lo que la cantidad de profesionales y la intensidad de trabajo no deberían variar a lo largo del día. No debe llamar la atención que esta especialidad no sea la más elegida a la hora de realizar una residencia y, mucho menos, optar por un trabajo estable.
Según la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (Sati), existen 1.800 médicos intensivistas en el país, alrededor de 1.200 kinesiólogos intensivistas. En cuanto a la Enfermería, el número es más incierto, ya que si bien la especialidad es relativamente nueva y cuenta con 400 egresados, la experiencia profesional abarca a una cantidad de enfermeros más amplia (Página12, 16/4). Teniendo en cuenta la cantidad de camas que el gobierno nacional dice que hay en todo el país, la relación terapista/camas sería de 1:6,3 (cuando la Sati recomienda 1:6) y de kinesiólogo/camas, de 1:9,58 (cuando ese organismo recomienda 1:4).
Nuevamente señalamos que ni las camas ni los profesionales se distribuyen de manera equitativa a lo largo del país, y que, aunque tampoco es algo que el gobierno esté desarrollando con la velocidad que manifiesta, la principal limitante de la ampliación de la dotación de camas es la falta de profesionales para disponerse a cargo de las mismas. Veamos las causas.

¿Cuánto cuesta en tiempo y dinero formarse en el área intensiva?

Las carreras de grado de Medicina y Kinesiología resultan ser las más largas del sistema público, con una currícula que, cumplida en tiempo y forma, dura 7 y 6 años respectivamente. Las residencias suman 4 y 3 años más, con la jefatura opcional.
Si bien las residencias resultan ser la formación intensiva más especializada, tanto para kinesiólogos como para intensivistas la certificación como especialista se otorga luego de completar un curso superior pago. La Universidad de Buenos Aires cobra 41.250 pesos el título de especialista en kinesiología intensivista de 2 años. Formarse en la Sati, tanto para kinesiólogo como para médico (único título habilitante), cuesta más de 60.000 pesos. Los congresos de actualización, cursos y rematriculación tienen costos altísimos que los trabajadores deben pagar con sus salarios. Una vez más, no existe formación de posgrado continua y gratuita, porque el Estado no promueve ni invierte en una salud altamente calificada, sino que esto depende de la voluntad y capacidad de pago de los trabajadores.

24 horas seguidas por salarios de miseria

En cuanto al salario, resulta ser un punto muy importante a la hora de elegir desarrollar tareas en las Unidades de Terapia Intensiva (UTI).
En CABA, la devaluación del salario hace que cada vez haya menos trabajadores que soporten la intensidad de las guardias y de las áreas cerradas. Una suplencia de guardia en una UTI de CABA se paga 9.800 pesos las 24 horas en la semana, y el fin de semana se suma un plus que no llega a los 2 mil pesos. El gobierno porteño mantiene a muchísimos trabajadores médicos y kinesiólogos realizando guardias fijas con cargo de suplentes, con un contrato de mayor flexibilidad, ya que si el trabajador se enferma o se toma licencia por descanso, no cobra sus guardias. Además, un titular de guardia cobra alrededor de 56 mil iniciales, un salario bajo, pero casi 17 mil pesos más que un suplente que realiza el mismo trabajo. Sacando cuentas, el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta les paga a profesionales ultra especializados, con más de 10 años de formación, entre 400 y 500 pesos la hora, por 24 horas de trabajo continuo. Tampoco se reconoce el trabajo en área cerrada, que muchos trabajadores han judicializado para recibir el plus correspondiente.
En el sector privado, las guardias de fin de semana pueden llegar a pagarse 14 mil pesos a kinesiólogos y hasta 20 mil a médicos intensivistas. Esta es una de las razones por las cuales los trabajadores eligen el ámbito privado, aunque el trabajo termina siendo flexibilizado a través de la contratación por monotributo.
La situación de Enfermería resulta más precarizadora. En el sector público de la CABA, además de no ser reconocidos como profesionales y tener salarios de 35 mil pesos, no hay ningún reconocimiento a la labor ni especialización del enfermero intensivista. Solo algunos servicios han ganado la reducción de la jornada laboral a 6 horas, producto del reclamo histórico de insalubridad. En las clínicas privadas suelen recibir un plus por área cerrada, que ronda el 20% del básico. Pero generalmente, la estrategia es pagárselo a todo el personal, para así poder disponer de rotación de los trabajadores según las necesidades cotidianas.
El estrés y la sobrecarga laboral que genera el área cerrada, sumado a la falta del reconocimiento remunerativo de la especialización y responsabilidad en el área, apuntan también a que los trabajadores no soporten llegar al momento de la jubilación sosteniendo cargos. En el mejor de los casos pueden aspirar a una jefatura de guardia, pero los salarios y las jubilaciones siguen siendo una miseria. En países como España, los profesionales se “retiran” de las guardias pasados los 45 años. Ya que poner el cuerpo y la mente 24 horas seguidas por chaucha y palitos es un costo muy alto que los trabajadores pagan con sus vidas.
Desde Tribuna de Salud creemos que la promoción y prevención de la salud son una pieza fundamental en la defensa de las condiciones de vida de los trabajadores, y que el acompañamiento en los momentos más graves debe ser abordados dentro de un mismo plan estratégico. Es importante fortalecer con recurso humano capacitado todos los servicios de salud, y resulta de suma urgencia cambiar de raíz la formación de grado y posgrado, y las condiciones laborales, para que haya profesionales que puedan desarrollar su trabajo poniendo sus conocimientos al servicio, en este caso, de la pandemia, y no entregando sus vidas.

Rocío Erre
Kinesióloga, especialista en terapia intensiva

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