El debate de los candidatos a jefe de gobierno poteño me permitió desmentir el relato que le concede a Horacio Rodríguez Larreta pergaminos de gestión eficiente y lo presenta como un hacedor de obras. No sólo mostramos con números precisos la crisis habitacional que alcanza a más 500 mil personas y el agudo deterioro y privatización del sistema de salud y educación, sino que también dejamos en evidencia que más de la mitad de los trabajadores de la Ciudad tienen salarios por debajo de la canasta de pobreza y que la precarización laboral crece en el Estado y en el sector privado. Si Larreta es Macri, la Ciudad de Buenos Aires es la Argentina.
La clase social que se beneficia de esta política es el capital inmobiliario y más en general la clase capitalista en su conjunto. Este interés empresarial de la Ciudad determina toda la política de Larreta y antes de Macri. Los llamados "distritos" creados por su gobierno implicaron más beneficios impositivos en determinadas zonas de la Ciudad para que se instalen empresas. Pero su supuesto nunca se probó: los beneficios impositivos no crearon más empleo pero sí desfinanciaron al Estado.
Este enfoque empresarial es la base del programa del Frente de Todos. Su candidato, Matías Lammens, que se presenta a sí mismo como un emprendedor, no se cansa de repetir que su propuesta principal es reducir impuestos al capital. El "acompañamiento a las pymes", que repite como un mantra, oculta que detrás de esa denominación se esconden empresas que pueden emplear hasta 600 empleados y facturar unos 1700 millones de pesos anuales. Esta coincidencia de fondo entre oficialismo y oposición se manifestó en la Legislatura con sucesivos pactos políticos que habilitaron la venta de unas 400 hectáreas de la Ciudad al capital inmobiliario.
El planteo del FIT-Unidad es de otra naturaleza. Planteamos la construcción de viviendas y espacio verde en las 400 hectáreas entregadas; desatar los créditos UVA de la inflación y asociarlos al salario; la defensa de las libertades democráticas y los derechos humanos, contra el gatillo fácil y la ciudad Gran Hermano; la anulación de la Secundaria del Futuro y la Unicaba y la nacionalización del sistema educativo contra la descentralización menemista que fue sostenida por todos los gobiernos, y la educación única y laica; la separación de la Iglesia del Estado, terminando con los beneficios y exenciones que recibe la Iglesia con lo que desarrolla un adoctrinamiento oscurantista y contrario a los derechos de las mujeres, las disidencias y la juventud.
Este planteo se potencia en el cuadro político nacional. La derrota irreversible de Macri coloca el centro de la atención en lo que viene. La propuesta de renegociación de deuda a la uruguaya o a la portuguesa formulada por Alberto Fernández implicará nuevos ajustes y privaciones. Ambas experiencias partieron de reducciones salariales, despidos masivos, flexibilidad laboral y, en el caso de Uruguay, nuevas devaluaciones de la moneda.
El voto al Frente de Izquierda-Unidad es un pronunciamiento para que la crisis no la paguen los trabajadores y por una salida propia ante esta crisis. Sobre esta base hacemos un llamado al electorado progresista y de izquierda de la Ciudad de Buenos Aires a votar por el Frente de Izquierda Unidad el próximo domingo 27.
Gabriel Solano
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