jueves, 17 de octubre de 2019

El 17 de octubre de 1945



Ese día una multitud de trabajadores abandonaban sus trabajos y se movilizaban a la Plaza de Mayo para reclamar la liberación del coronel Perón: ¿qué significó esa fecha para el movimiento obrero?

En el llamado “día de la lealtad” el peronismo recuerda el momento en que miles de trabajadores desbordaron la Plaza de Mayo en apoyo al coronel Perón. Ese día los trabajadores impusieron a las clases dominantes su voluntad de conservar las conquistas que habían obtenido hasta entonces. Pero también la clase obrera argentina consolidaba un camino hacia la subordinación a un movimiento nacionalista burgués que domesticaría a las organizaciones sindicales para disciplinar a los trabajadores.

La potencialidad de la clase obrera argentina

La imagen de una movilización obrera que “por primera vez” ganaba las calles se ha transformado en un mito del discurso peronista. Se trataba efectivamente de una cantidad de trabajadores inédita; sin embargo, la historia del movimiento obrero argentino registraba hasta ese día innumerables movilizaciones obreras que recorrieron las calles enfrentando al Estado y su represión a manos del ejército y las fuerzas policiales, desde la primera huelga general a comienzos del siglo XX, la “Semana Roja”, las huelgas del Centenario o la Semana Trágica.
Menos de 10 años antes nomás, el paro de los trabajadores de la construcción había desatado una huelga general que en enero de 1936 conmovió a la ciudad de Buenos Aires con movilizaciones, enfrentamientos en las calles, barricadas para defenderse de la represión estatal. Aunque este fue su hito más emblemático, en los años siguientes la conflictividad obrera no cedería.
Por eso, el titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión del gobierno inaugurado por el golpe militar de 1943, el Coronel Juan Domingo Perón, decía en la Cámara de Comercio:
“Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando concientemente para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas, procurando una armonización perfecta de fuerzas, donde la riqueza no se vea perjudicada… Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa pero será siempre frágil y éste es el peligro que trata de evitar la Secretaría de Trabajo y Previsión… Las masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peligroso…”.
Les hablaba a los representantes de las clases dominantes, les informaba un plan para contener la potencialidad revolucionaria de las masas borrando la perspectiva de una organización independiente de los trabajadores con la difusión de una ideología de colaboración de clases.

Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión. El 17 de Octubre

Perón favorecerá la sindicalización de los trabajadores alentando la formación de sindicatos dirigidos por las corrientes más conciliadoras y persiguiendo y proscribiendo a aquellos que no acordaran con el gobierno. A partir de ahí, la Secretaría impulsará una política de reformas laborales, con conquistas nunca vistas hasta entonces.
En diciembre de 1944, la Unión Industrial Argentina comenzaba a quejarse abiertamente frente a la política social de concesiones a los trabajadores.
En abril de 1945 se presentó un proyecto de la Secretaría que contemplaba la implantación del salario mínimo, vital y móvil, aumento general de salarios y participación en las ganancias, provocando la reacción y el rechazo de las entidades empresarias. A lo que Perón respondería que “estas fuerzas… han representado dentro del país la eterna oligarquía económica”.
Mientras, el embajador norteamericano Braden, realizaba una intensa campaña contra el gobierno. La “Marcha de la Constitución y la Libertad” de la oposición movilizó a miles de manifestantes el 19 de septiembre. La oposición se aglutinaba contra Perón forzando el pedido de renuncia y su posterior encarcelamiento.
Con Perón preso y destituido, los dirigentes sindicales evaluaron que “los patrones han comenzado a hacer una ostentación abusiva de su poder, proclamando a todos los vientos que la obra de justicia social iniciada desde la Secretaría de Trabajo y Previsión será desmantelada a la brevedad”.
El 14 de octubre, la propuesta de una huelga general ganó rápidamente terreno. Llamada para el 18 se produjo el 17 cuando grandes columnas de trabajadores marcharon hacia Plaza de Mayo. Con los trabajadores movilizados, Perón fue liberado y se dirigió a una multitud cercana a las 250.000 personas en la Plaza de Mayo, que vio lograda su principal demanda.

El movimiento obrero “columna vertebral” del Partido Peronista

El pronunciamiento de los trabajadores el 17 de Octubre abrió las puertas al proceso de subordinación del movimiento obrero. Las elecciones que se convocaron para comienzos de 1946 plantearon a Perón el problema de la inexistencia de un aparato partidario propio. Los dirigentes sindicales le ofrecieron ese aparato político: en una asamblea realizada entre el 1º y el 8 de noviembre de 1945, se fundaba el Partido Laborista.
Un partido basado en los sindicatos fue la manifestación del peso de los trabajadores y sus organizaciones como fuerza a nivel nacional; sin embargo, surgido en estrecha ligazón con el proyecto peronista, que creó nuevos sindicatos, estatutos sindicales digitados por el Estado, favoreciendo la cooptación de sus dirigentes, impidió que surgiera una política clasista, lo que negó rápidamente todas las aspiraciones iniciales a conservar una porción de autonomía para el movimiento obrero.
Pocos meses después del triunfo electoral, en un discurso por radio el 23 de mayo de 1946, Perón ordenó la disolución del Partido Laborista y su fusión en una organización que se llamaría Partido Único de la Revolución Nacional.
En los años siguientes se profundizará la ligazón cada vez más estrecha de las organizaciones sindicales con el Partido Peronista y su burocratización. Cuando las condiciones económicas cambien a fines de los años ‘40, y no sea posible sostener la política social, el gobierno peronista optará por descargar la crisis en los trabajadores congelando salarios, aumentando la productividad del trabajo y preparando el retroceso de las conquistas laborales. El gobierno confiaba en el papel que jugaría la burocracia sindical; la respuesta de los propios trabajadores impidió la consumación de esta política, pero el gobierno de Perón fue derrocado(1).
La burocracia sindical consolidada y los dirigentes peronistas fueron una monumental losa sobre la clase obrera que impidió que ésta tomara un camino independiente para evitar que las crisis se descargaran sobre el pueblo trabajador como sucedió en los años que siguieron.
Es que aquel 17 de Octubre, el movimiento obrero se transformó en lo que sus dirigentes llaman la “columna vertebral” del Partido Peronista, sosteniéndolo, pero sometiéndose a la política que su “cabeza” le imponga.
A más de 70 años, la clase obrera debe transformarse en la cabeza del país oprimido, para eso debe romper con la ideología peronista de conciliación de clases, es decir, de colaboración con sus explotadores, y barrer con la burocracia sindical que desde aquellos años siguió desarrollándose al calor del apoyo estatal de todos los gobiernos.

Alicia Rojo
Historiadora UBA

1. Para un análisis del peronismo y de las condiciones de su surgimiento y su caída ver Cien años de historia obrera, de los Orígenes a la Resistencia, 1870-1930, Ediciones IPS, 2016.

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