viernes, 25 de octubre de 2019

Por encima del cerco de Piñera, llueven las denuncias contra la represión salvaje al pueblo chileno



Un enorme despliegue represivo ha sido dispuesto el gobierno derechista de Piñera en Santiago de Chile y en muchas ciudades del país trasandino. Las avenidas de Santiago se hallan ocupadas por el ejército y los carabineros, a quienes les han dado vía libre para reprimir no solo a los manifestantes, sino que también a personas aisladas. Un audio proveniente de Valparaiso y recibido por Prensa Obrera cuenta como la denunciante vio a los carabineros disparar a mansalva contra dos hombres que venían caminando. Piñera, en un discurso propalado al comienzo de la rebelión popular ha dicho sin pelos en la lengua que “estamos en guerra”, y sobre la base de esa consideración está actuando. Otro audio proveniente de Santiago ha denunciado la detención de mujeres jóvenes, quienes han sido desnudadas frente a militares hombres, que han abusado de ellas amenazándolas con violarlas y tocándolas en sus zonas genitales con la punta de sus fusiles. Andrónico Luksic, uno de los más grandes y acaudalados empresarios de Chile y amigo personal de Piñera ha declarado que hay que reprimir con todo rigor, que no hay condiciones en Chile para la democracia y que a los periodistas que hacen denuncias hay que borrarlos de la faz de la tierra. Resulta claro que el ejército y los carabineros actúan inspirados en la clase capitalista.
Los Angeles Times da cuenta de declaraciones de Patricio Acosta, presidente de la Cruz Roja chilena, quien el 20 de octubre informó que se han agotado sus insumos médicos. Tal es la magnitud y la gravedad de la represión del gobierno de Piñera. Es que el estado de excepción y el toque de queda, lejos de amainar el temporal popular, han actuado como un acicate contra el régimen pinochetista, cuya esencia continúa en pie (aunque amenazado por la insurgencia obrera y popular) y que se manifiesta en todos los órdenes de la vida de los chilenos (bajos salarios y pensiones, flexibilidad laboral, persecución sindical, salud y educación privatizadas y caras, además la constitución pinochetista aún vigente).
Con el correr de los días la situación represiva se ha agravado. Hoy, 23 de octubre, la fiscalía nacional de Chile declara la existencia de 5.485 detenidos, que han pasado bajo el control de datos, 1.642 de los cuales han sido detenidos durante la jornada huelguística de hoy. La cifra oficial ya es de 18 muertos. Frente a un fuerte operativo de censura tanto de medios como redes sociales, circulan versiones que hablan de más caídos por la represión y detenciones no oficializadas. Los carabineros y el ejército actúan impiadosamente y tiran de un modo indiscriminado: Ignacio Otero, cronista de TN, y su compañero camarógrafo, fueron heridos con balas de goma; manifestantes que participaban de un cacerolazo por la avenida Acoquimbo fueron objeto de disparos de balas de goma desde los techos de la Escuela Militar. Clarín denuncia que han habido 653 ingresos de urgencia en los hospitales públicos. Algo de gravedad extrema ha sido denunciado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (I.N.D.H): en la estación Boquedano de la Línea 1 del Metro funciona un centro clandestino de detención, remedando la noche negra pinochetista.
Aunque Piñera ha intentado echar lastre ofreciendo una negociación con los partidos opositores y anunciando mejoras en salarios y pensiones, es decir ofreciendo una zanahoria, no ha abandonado el garrote, que usa con todo rigor contra las masas oprimidas chilenas. Se encuentra aislado, muchos de los opositores no han concurrido a su llamado al diálogo, soltándole la mano, a sabiendas de que tiene sus días contados y puede provocarles desprestigio. Algo que desnuda la naturaleza de los intereses defendidos por la expresidenta Bachelet son sus declaraciones contra la violencia en general, que encubre a los asesinos de las fuerzas armadas y a Piñera mismo.
La crisis política abierta por la gran irrupción de las masas obreras y populares en la escena política chilena tiene una sola salida genuina y progresiva para los trabajadores y oprimidos que ocupan las calles: una salida propia e independiente de los trabajadores contra Piñera y todas las variantes de relevo del capital.
Contra la barbarie capitalista de Piñera y las fuerzas armadas reclamamos:
¡Que se vaya Piñera! Levantamiento del estado de excepción y el toque de queda. Libertad inmediata a todos los presos por luchar. Castigo a los represores. Cárcel a los responsables materiales e intelectuales de los asesinatos y torturas contra el pueblo y a los torturadores. Desmantelamiento inmediato de los centros de detención clandestinos. Satisfacción a todas las demandas populares. Por un gobierno de las organizaciones obreras y populares en lucha que convoquen a una asamblea constituyente soberana que anule la constitución pinochetista e imponga la satisfacción de los intereses de la clase obrera y los oprimidos.

Roberto Gellert

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