viernes, 11 de octubre de 2019
Ecuador: ¡Abajo el “paquetazo” del FMI y Moreno! ¡Preparar la huelga general hasta echar al Gobierno e imponer una salida obrera, indígena, campesina y popular!
Ante la crisis política y social en Ecuador solo los trabajadores, indígenas y el pueblo pobre pueden dar una salida progresiva. Declaración política de la Fracción Trotskista -Cuarta Internacional (FT-CI).
El plan de ajuste del FMI impulsado por Lenín Moreno ha detonado una vigorosa movilización de los explotados y oprimidos del Ecuador en rechazo a la suba de precio de los combustibles y de la canasta básica familiar. La declaratoria del estado de excepción y el traslado de la sede de gobierno a la ciudad de Guayaquil, en la costa, solo ha agravado el descontento popular generalizando las movilizaciones, bloqueos de caminos y alentando la marcha de los pueblos indígenas.
La salvaje represión y militarización de las ciudades y carreteras ya se cobró la vida de varios manifestantes por la acción represiva de fuerzas policiales y militares. Son cientos los heridos y detenidos, a lo que se suma la declaratoria del toque de queda impuesto el 8 de octubre, entre las 20:00 hs y las 5:00 hs de la mañana.
En las últimas jornadas los trabajadores y el pueblo ecuatoriano retoman así el hilo conductor de las poderosas movilizaciones que sacudieron al país andino amazónico a fines de los años 90 y principios de la década pasada, en la que producto de la movilización de masas, cayeron varios presidentes que intentaron aplicar planes de ajuste similar al que hoy impulsa Lenín Moreno.
Con la huelga general del pasado 9 de octubre, las protestas y movilizaciones contra el “paquetazo” del decreto 883, no ceden pese a los intentos dialoguistas de las direcciones sindicales y las burocracias de los movimientos sociales. Recordemos que durante los levantamientos de la década pasada la estrategia de colaboración de clases de las direcciones sindicales y de los pueblos indígenas llevaron a la instauración de gobiernos patronales como el de Mahuad y de exmilitares como Gutiérrez que impusieron la dolarización que hoy asfixia al Ecuador.
La lucha de los trabajadores y el pueblo de Ecuador muestra el camino a seguir en Latinoamérica frente a los ataques de los gobiernos de la región y los ajustes del FMI, como por ejemplo, en Brasil, Argentina, Chile o Perú. Estos planes tienen que ser enfrentados en las calles.
El plan de ajuste de Moreno y el FMI
El gobierno de Lenín Moreno ha emitido el decreto 883 que entre las 6 medidas que implementa, incluye la eliminación de los subsidios a los combustibles provocando con ello un aumento sideral del precio de la gasolina y del diesel, disparando los precios de todas las mercancías de la canasta básica. El galón de gasolina que hasta el decreto oscilaba en 1,85 dólares hoy llega 2,20 dólares. Como parte del llamado “paquetazo” exigido por el FMI, el decreto establece la eliminación de los aranceles para la importación de maquinaria, equipos y materia prima agrícola. Asimismo establece que la renovación de los contratos ocasionales se debe realizar con el 20% menos de remuneración, en un ataque brutal a los trabajadores más precarizados y empobrecidos. El decreto finalmente establece a partir de noviembre créditos hipotecarios y un subsidio de 15 dólares a 300.000 familias en situación de pobreza. Es evidente que el subsidio no puede ni disimular el ataque que se ha puesto en marcha contra los trabajadores y el pueblo. Las exigencias también incluyen una reforma tributaria por la que les descontarían un día por mes de salario a los trabajadores públicos y reducirían sus vacaciones de 30 a 15 días por año.
Las medidas implementadas por Moreno buscan allanar el camino para que el próximo informe del FMI sea favorable y se pueda liberar el siguiente tramo de 250 millones de dólares, de un total de 4.200 millones, que Ecuador necesita para cubrir el déficit fiscal como resultado de la caída de exportaciones y el desarrollo de tendencias recesivas, mientras que les condona sus deudas a los grandes grupos económicos que se benefician con el saqueo del país. Es decir, un plan para que los capitalistas sigan ganando y descargar todo el peso de la crisis sobre la clase trabajadora y los sectores populares e indígenas de Ecuador.
El “correismo” allanó el camino a Moreno y los neoliberales
Durante los 10 años del gobierno de Rafael Correa, momento en que se desplegó la llamada “Revolución Ciudadana”, Ecuador se benefició de los altos precios de materias primas y de los hidrocarburos que aliviaron las cuentas públicas. Esto permitió que su gobierno, similar a lo que sucedió en otros países de la región con los llamados gobiernos “posneoliberales”, se estabilizara sobre la base de una cierta redistribución de la renta nacional e impulsara procesos de reforma constitucional. Al mismo tiempo, Correa continuó garantizando los negocios de los grandes capitalistas sin alterar la pérdida de soberanía monetaria que implica la dolarización.
El Gobierno de Correa inició con el apoyo de las organizaciones populares y de izquierda, entre ellos Pachakutik, la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) o el Movimiento Popular Democrático –hoy Unidad Popular- de orientación maoísta, que pretendían encontrar en Correa la expresión de las luchas populares que sacudían de manera persistente el país, desde fines de los 90. Si en un primer momento del Gobierno de Correa la clave de su estabilidad y fortaleza radicaba en la cooptación de líderes y organizaciones populares, paulatinamente al sentirse más fuerte, endureció las relaciones con los primeros aliados, avanzando en la judicialización de la protesta social y de la oposición política. Esta ubicación se alimentaba con una política de relativa distribución de la renta petrolera mediante subsidios así como de algunas normas como la Ley de Plusvalía, que ponía límites al enriquecimiento acelerado de sectores vinculados a la especulación inmobiliaria mediante bancos y financieras, completando estas medidas con una fuerte inversión pública que permitió amortiguar la tensión y crisis social heredada de los 90. Los últimos años de su gobierno se caracterizaron por la represión, encarcelamiento de líderes estudiantiles y del magisterio y diversas políticas antisindicales como fueron los ataques a la administración de los aportes de la seguridad social del magisterio y otras organizaciones sindicales.
Finalmente, la tan mentada “revolución ciudadana” se redujo a meras reformas institucionales que se implementaron luego de la Constitución del 2008, pero que fueron incapaces, como se puede ver en la crisis actual, de recuperar la soberanía monetaria del país, o inaugurar un camino de industrialización sostenida que permitiera que el Ecuador fuese menos vulnerable a los sacudones de la economía internacional y avanzar por un camino de ruptura con todas las amarras que sujetan el país al imperialismo empezando por la soberanía monetaria.
Lenín Moreno, que llegó a la presidencia apadrinado por Correa, quien lo presentó como el único candidato capaz de hacer frente a la “derecha neoliberal” de banqueros y empresarios como Jaime Nebot, exalcalde de Guayaquil o Guillermo Lasso, banquero que compitió con Moreno en la segunda vuelta, implementó medidas de corte neoliberal, eliminando la Ley de Plusvalía y utilizando el aparato judicial construido por Correa durante su gobierno contra éste, quien pasó al exilio y sobre el que pende la posibilidad de ir a prisión acusado por malversación de fondos públicos y corrupción. El exvicepresidente de Moreno, Jorge Glas, fue detenido y encarcelado a los pocos meses de haber asumido el cargo como parte de la campaña iniciada contra el correismo. En el plano internacional se alineó con Trump y el imperialismo estadounidense, como lo demostró en el apoyo abierto a la ofensiva golpista contra Venezuela o con la entrega del periodista Julián Assange a la justicia británica.
Ante este escenario, Correa desde Bélgica ya ha señalado que la salida a esta crisis está en la renuncia de Moreno y el adelanto de las elecciones, para de esta manera canalizar las protestas por los caminos institucionales señalados por el régimen político. Busca no solo capitalizar el descontento, sino también pasivizar la acción del movimiento de masas y salvar al conjunto del régimen de una posible embestida que lo deje en ruinas.
Contra la trampa del diálogo con Moreno, la Iglesia y la ONU
Lenín Moreno en su reciente mensaje al país ha anunciado que no retrocederá en el paquetazo impuesto mientras avanza en la militarización del país, combinando esta posición con llamados al diálogo y a la negociación, solicitando la mediación de la ONU, particularmente con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador protagonista central de las últimas movilizaciones. La presencia de los altos mandos de las tres fuerzas y la policía en su mensaje a la nación fue por demás elocuente de su disposición de negociar desde una posición de fuerza y buscando la colaboración de los dirigentes de los movimientos sociales para abrir un respiro a la crisis política que sacude el país hace más de una semana.
El paquetazo de Moreno cuenta de momento con el apoyo del establishment económico y político (incluyendo a Lasso, Nebot y Bucaram), además de la corporación mediática y las fuerzas de represión. Esta “coalición” es la que le da fortaleza para no retroceder con el decreto y buscar negociar en base a otras concesiones.
La alcaldesa de Guayaquil acompañada de Jaime Nebot y diversos empresarios y banqueros guayaquileños convocaron a la organización de grupos de choque para impedir el ingreso de los pueblos indígenas que se encuentran en marcha a la ciudad, explotando para este fin el espíritu regionalista y racista contra los habitantes de la sierra.
Por otro lado la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, en nombre de la Iglesia Católica, también se ha sumado a los intentos de descomprimir la presión social y aboga por un diálogo “sincero y respetuoso” para que las autoridades “continúen trabajando por la justicia social”, ofreciéndose como mediadores entre el gobierno y las organizaciones sociales en lucha.
Las primeras manifestaciones, más espontáneas, y en las que se llevan adelante en el interior del país tomando alcaldías o municipios se escucha la demanda de “que se vaya Moreno”. Sin embargo, tanto las direcciones de la CONAIE, como de la FUT (Frente Unitario de Trabajadores) y las centrales estudiantiles en manos del maoísmo, se han negado a levantar esa consigna por considerarla correista. La CONAIE plantea, tras la brutal represión del miércoles 9, la derogatoria del artículo que elimina los subsidios a los hidrocarburos así como la renuncia de la Ministra de Gobierno, del Ministro de Defensa, la libertad de los detenidos y el cese a la represión, para sentarse a dialogar como afirman en su comunicado emitido este 10 de octubre. Su objetivo no es la salida de Moreno. Algunos dirigentes incluso empezaron a desempolvar la vieja política de alianza con policías y militares para que estos actúen como árbitros de la situación política, solicitando que estas armas retiren su apoyo a Moreno.
Sin embargo, para expulsar al FMI hay que derrotar efectivamente a Moreno e imponer una salida independiente de los trabajadores, indígenas y el pueblo pobre. Contra cualquier planteo que pretenda desviar la movilización de masas de los últimos días a la mesa del diálogo otorgándole una sobrevida al gobierno de Moreno o a allanar una vuelta de Correa, es necesario imponer sobre las ruinas del régimen una Asamblea Constituyente con la movilización popular que aborde todos los grandes problemas que hacen al sometimiento del país.
La necesidad de la lucha por una salida independiente y revolucionaria a la crisis actual
Mientras esto sucede en las alturas del Gobierno y de las direcciones de los movimientos sociales, la energía desplegada por el movimiento de masas no ha parado desde que se lanzó el decreto 883 en un despliegue de creatividad y voluntad de lucha que hace un par de décadas no se veía. El mayor peligro en estos momentos es que toda la energía y potencialidad revolucionaria expresada por los trabajadores, los estudiantes, los pueblos indígenas y sectores populares en estas violentas jornadas sea conducido nuevamente detrás de algún tipo de negociación que mantenga el ataque a la economía obrera y popular, disimulándola con concesiones de carácter simbólico, y que termine diluyendo y disipando la enorme voluntad de lucha expresada en las calles.
El actual movimiento de masas en el Ecuador está mostrando que tiene la fuerza para hacer retroceder el ajuste como ya lo ha hecho en el pasado con variados gobiernos ajustadores y neoliberales. Es por eso que ha causado tanto temor entre los gobiernos de la derecha regional que han salido en bloque a manifestar su apoyo a Lenín Moreno, de la misma manera que diversos gobiernos imperialistas como el de Donald Trump en Estados Unidos o Pedro Sánchez del Estado Español que han manifestado su apoyo absoluto a Moreno y su ajuste.
Saben que una eventual caída de Moreno por la acción de masas puede incentivar la lucha de clases en los países vecinos y profundizar la crisis de algunos gobiernos como el de Vizcarra en Perú o Argentina, aumentando la debilidad de otros como es el caso de Brasil o Chile. Una ubicación similar ha tenido la derecha venezolana al condenar las movilizaciones, haciendo melodía común con Moreno y Bolsonaro, afirmando que son producto de una conspiración de Maduro y Correa. Maduro a su vez pretende lavarse la cara, “solidarizándose” con la lucha y cuestionando la represión, siendo él mismo cabeza de un gobierno brutalmente ajustador y represivo.
Pero para acabar realmente con Lenín Moreno y el ajuste del FMI es necesario que el movimiento de masas desarrolle una política genuinamente independiente en la actual crisis política, rechazando los intentos de las cúpulas sindicales y de las direcciones del movimiento indígena de darle una oportunidad a Moreno a costa del actual movimiento de masas que repudia al gobierno en su conjunto y está dando sobradas muestras de voluntad de lucha. Es urgente impulsar el desarrollo de organismos de frente único para la lucha, desde los sindicatos, comunidades indígena–campesinas y demás organizaciones obreras y populares, que sobre la base de la democracia directa determinen las formas y mecanismos que permitan enfrentar la salvaje represión policial y militar, impulsando el desarrollo de los comités de autodefensa que en el Ecuador ya se expresaron en diversos levantamientos nacionales y forman parte del acervo del movimiento de masas.
Asimismo es fundamental que estos organismos de frente único establezcan el rumbo a seguir impidiendo los intentos de las cúpulas burocráticas a conducirlos nuevamente a una mesa de negociación en la que como siempre serán las necesidades populares las que queden postergadas.
Para ello es clave levantar un programa que busque la expulsión del FMI, impulsando el NO pago de la deuda externa, avanzar contra el poder económico de la oligarquía financiera al servicio de la cual está el actual ajuste de Moreno, imponiendo la nacionalización sin indemnización de todo el sistema bancario y financiero desarrollando una banca estatal única controlada por sus trabajadores. Este programa debe plantearse como objetivo inmediato que la crisis la paguen los capitalistas, los banqueros, los empresarios y terratenientes que han hecho fabulosas ganancias en este y en el anterior gobierno, terminando con la dolarización y recuperando la soberanía monetaria para establecer el salario mínimo vital con escala móvil, terminar de una vez con la desocupación y la precarización laboral sostenida por el actual gobierno y sus planes de reforma laboral mediante el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados. Durante las últimas décadas se ha visto prosperar holgadamente el negocio agroindustrial, sin resolver las demandas de tierra y territorio de las comunidades y pueblos indígenas, es urgente la lucha por una reforma agraria integral dirigida por las mismas comunidades y poblaciones campesinas. Este programa debe levantar las banderas de la nacionalización de la minería trasnacional y contaminante sin indemnización y puesta bajo administración obrera colectiva, junto a las comunidades indígenas y campesinas. La lucha por un programa así permitirá ir forjando una poderosa alianza obrera, campesina, indígena y del pueblo pobre contra todas las salidas de la clase dominante.
Como parte de la lucha para enfrentar las trampas del diálogo o eventualmente de un adelanto de elecciones como propone el correismo, consideramos que es necesario luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, impuesta mediante la Huelga General hasta la caída de Moreno y de todo el régimen político actual, es decir las antípodas a lo realizado por Correa la década pasada, para discutir de raíz qué país quieren las y los trabajadores, los indígenas y el pueblo pobre. La lucha por una asamblea de estas características, que tenga funciones legislativas y ejecutivas, y sostenida y defendida por la movilización organizada de los trabajadores y el pueblo puede permitir que el movimiento avance en la convicción de que solo un gobierno de los trabajadores, el pueblo pobre y las naciones indígena-campesinas puede establecer una salida definitiva a los males que aquejan al pueblo ecuatoriano, expulsando al FMI y abriendo el camino para la resolución efectiva e integral de los problemas del trabajo, la salud, la educación, la tierra y el territorio al servicio de las grandes mayorías populares y romper las cadenas que someten al país al imperialismo en la perspectiva de la unidad socialista de América Latina.
Llamamos a la más amplia movilización en América Latina e internacionalmente en
apoyo a la lucha del pueblo ecuatoriano.
¡Abajo el paquetazo del FMI y Lenín Moreno!
¡Abajo el estado de excepción y el toque de queda!
¡Abajo la represión militar-policial de Lenín Moreno!
¡Libertad inmediata a todos los detenidos!
¡Ninguna confianza en Correa que de ahí salen los Lenín Moreno!
¡Para la expulsión del FMI hay que sacar a Moreno!
¡Preparar la huelga general hasta echar al Gobierno e imponer una salida obrera, indígena, campesina y popular!
¡Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana!
¡Por un gobierno obrero, campesino-indígena y popular!
Organizaciones pertenecientes a la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional:
Argentina: Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS)
Brasil: Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT)
Chile: Partido de Trabajadores Revolucionario (PTR)
México: Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS)
Bolivia: Liga Obrera Revolucionaria (LOR-CI)
Estado español: Corriente Revolucionaria de Trabajadoras y Trabajadores (CRT)
Francia: Courant Communiste Révolutionnaire (CCR) que forman parte del NPA (Nouveau Parti Anticapitaliste)
Alemania: Revolutionären Internationalistischen Organisation (RIO)
Estados Unidos: compañeros de LeftVoice
Venezuela: Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS)
Uruguay: Corriente de Trabajadores Socialistas (CTS)
Adhieren:
Perú: Corriente Socialista de las y los Trabajadores (CST)
Costa Rica: Organización Socialista.
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