Entrevista a Walter Delrio, director del Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales Conicet/UNCO
“La figura del mapuche invasor viene desde 1870”, asegura Walter Delrio, director del Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales Conicet/UNCO. El investigador analiza en esta entrevista el rol de los medios hegemónicos en el conflicto mapuche, la invisibilización y el genocidio de los pueblos originarios por parte del Estado argentino y la creación del RAM como enemigo útil. “La historia argentina prefiere a los indios buenos como Ceferino Namumcurá y Patoruzito”, sostiente.
Las montañas tiemblan. No se ve pero se siente en el aire. Una parte de Bariloche aún está conmovida por el asesinato de Rafael Nahuel a manos del Grupo Albatros, el sábado 25 de noviembre. A los que les pesan las injusticias sobrellevan el duelo como pueden: luchando, resistiendo, marchando, reflexionando.
La tarde del jueves 23, cuando se produjo el primer desalojo en Villa Mascardi en el que detuvieron a mujeres a niños, el historiador y antropólogo Walter Delrio estaba participando de un panel sobre “Genocidio Indígena en Argentina” en el Centro Cultural Paco de Urondo de la ciudad de Buenos Aires.
En ese momento una historiadora mapuche, con la voz quebrada, interrumpió la charla para contarle a los presentes que la policía estaba reprimiendo a la comunidad Lafken Winkul Mapu de Bariloche. Ese fue el prólogo del derramamiento de sangre. Una vez más, la historia argentina, daba vueltas sobre sí misma.
“La década de 1870 es clave para entender cómo se construyó el estereotipo del indio malonero que perduró en la cultura y la sociedad argentina hasta el día de hoy. Si sos mapuche sos chileno, entonces tendrías que reclamar allá porque viniste después de la ‘Campaña del Desierto’. Lo indígena es algo del pasado: si hay un joven que se reivindica como indígena, que vive en la ciudad, que trabaja con vos en una fábrica entonces no puede ser indígena porque supuestamente debe demostrar que tiene una cultura, una lengua distinta, esta asociado a los elementos culturales. Lo que estableció la ‘Campaña del desierto’ fue una idea de historia nacional”, explica a Nuestras Voces Walter Delrio, director del Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales Conicet/UNCO.
Para el investigador es fundamental el rol que juegan los medios hegemónicos. “Una piedra arrojada desde una comunidad mapuche es visible por esos medios de comunicación masivos. Es el ‘conflicto elegido’, el que permite construir nuevos estereotipos que fácilmente la sociedad pueda comprender y compartir. Se trata de los ‘mapuches chilenos’, de los violentos. Se trata de una asociación ilícita, no de una organización social o una comunidad”.
La demonización y la construcción de ese enemigo como un enemigo externo. “Alguien que vino de otro Estado nación como el chileno –dice Delrio– que viene con oscuras intenciones porque es una amenaza a los bienes, las personas y la integridad de la nación”.
El genocidio negado
Walter Delrio junto con la antropóloga Diana Lenton, se encuentran entre los investigadores que –en los últimos años– más han escrito sobre la invisibilización y el genocidio –nunca aceptado– del Estado argentino con los pueblos originarios.
“La definición de genocidio permite ver los hechos de un país que se construye sojuzgando a los que entiende como diferentes. Cómo se maneja esa diferencia: eliminándola y construyendo una historia nacional de la cual algunos quedan excluidos. Reivindicar la Campaña del Desierto sólo como una epopeya militar y en términos de progreso y conformación del Estado cierra y deja en el olvido muchos temas. Hablar de genocidio genera tanto ruido que es positivo, porque habla y se piensa en la historia de otra manera”, dice Delrio, autor del libro “Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia (1872-1943).
Para el investigador “la Campaña del Desierto es parte de un genocidio porque lo que se propone es terminar con la vida de un pueblo como tal. Julio Roca anunció en el Congreso de la Nación que no crucen más un indio las pampas y se habló de terminar con la existencia de estos pueblos como tales”.
Ser mapuche hoy
Para la historia argentina hay dos tipos de “indios”: el malonero (ladrón de ganado y violento) y el bueno (encarnado en la figura de Ceferino Namumcurá y en las historietas Patoruzú y Patoruzito).
“La sociedad argentina fundamentalmente la estructura socioeconómica de la patagonia se construye sobre la idea de que estuvo bien haber eliminado a estos maloneros. El estereotipo del indio malonero implica también otro estereotipo el indio aceptado, el indio bueno, el que asimila, el que se pone el uniforme patrio, que deja la lengua. Por eso son bien vistos Patoruzito y Ceferino porque representan al indio bueno, el domesticado, el que ellos prefieren”, explica el historiador y antropólogo.
Durante la cobertura en la ciudad de San Carlos de Bariloche era habitual escuchar la frase: “esos no son mapuches, son negros del Alto” o “yo soy chilenx y esos que están ahí no son mapuches”.
Según explica Walter Delrio “hay muchas identidades que también son demonizadas, excluidas, restringidas para la incorporación de ese ser nacional. En el caso del pueblo indígena le ha sido denegada, pero desde el retorno de la democracia pudieron actuar cada vez más sin intermediación de partidos ni iglesias”.
–¿Porque estos jóvenes que hoy llevan adelante el reclamo territorial se reconocen como mapuches cuando quizás sus padres y sus abuelos no lo hicieron?
–Duramente más de 130 años mucha gente se negó a enseñarle la lengua a sus hijos y hay un proyecto de ocultamiento de visibilización y es leído desde afuera como lo trucho. Es un discurso muy facho que permite ver con cariño la demanda del pueblo catalán pero el pueblo mapuche que pide la escuela bilingüe es otra cosa. Hay muchos pueblos originarios para los que la lengua indígena es la lengua madre y no hablan castellano, eso es lo que en términos generales en la sociedad argentina está instalado y que en muchos sectores se expresa. Se reactivan discursos que tienen que ver con demonizar a un determinado pueblo anulándole los derechos que puedan llegar a tener. Porque se dice que el pueblo mapuche es chileno empiezan a haber una serie criterios que no tienen lógica y no tienen lógica los términos con lo cuales se entiende la noción de ser argentino. No tiene sentido decir que el pueblo mapuche es de Chile. Nosotros vivimos pensando de que si no venía la Campaña del Desierto todo el ganado se iba a ir para Chile, ese tipo de construcción de la sociedad es muy difícil de cambiar, es como cambiar en Europa el hecho de que por ser judío no tiene sentimientos nacionales, pero son mitos.
RAM: creando al enemigo
A poco de asumir el presidente Mauricio Macri visitó las estancias del inglés Joseph Lewis –el que impide acceder a “sus lagos”– y del italiano Luciano Benetton que posee 900 mil hectáreas: unas 46 ciudades de Buenos Aires.
Ese sector terrateniente vinculado con la Sociedad Rural marcó una agenda en la necesidad de limitar las demandas de los fiscaleros y, fundamentalmente, de los pueblos originarios.
“La mayor parte de los problemas territoriales que hay con tierras fiscales involucran a pobladores de los pueblos originarios mapuche-tehuelche. Es una estructura productiva que tiene 130 años. El grupo Benetton tiene una compañía que está formada en 1890 y hoy Benetton es el propietario de las acciones de la compañía de tierra pero básicamente los problemas que tienen por los alambrados mal planteados subsisten y esos son casos que no han aparecido en los últimos años sino a lo largo del último siglo”, cuenta Delrio.
Por un lado está la problemática de la tierra en la región y, por el otro, la necesidad de plantear una agenda a nivel nacional de seguridad. Allí apareció con fuerza la supuesta existencia de un grupo terrorista: RAM (Resistencia Ancestral Mapuche).
“Se inició mediáticamente, se armó un discurso sobre grupos violentos y se le terminó encontrando un nombre que lo único que aparece es en algunos panfletos –explica el investigador– que la prensa misma va difundiendo como asociados a algunos actos que nunca fueron aclarados, que nunca fueron reivindicados y que terminaron siendo atribuidos en masa a un solo grupo al cual se le encontró un nombre”.
El reclamo territorial va más allá de tener un pedazo de tierra para vivir. El peso de la historia cae encima de los terratenientes y de los bisnietos de aquellos que se repartieron la Patagonia hace casi 150 años atrás y hoy gobiernan este país. Los de arriba tienen las armas y los medios. Los de abajo la esperanza de, algún día, cambiar el ciclo de la Historia.
Ulises Rodríguez
Nuestras Voces
@ulisesroman
No hay comentarios:
Publicar un comentario