Macri practicó en la conferencia de prensa de este mediodía un amedrentamiento contra la movilización popular de ayer, detrás del anatema de una presunta “violencia orquestada”. Lo que hubo, en realidad, fue una represión organizada desde el Estado, que incluyó miles de efectivos, móviles atropellando manifestantes, tres compañeros que perdieron un ojo por la agresión policial, y una cacería por el centro porteño que dejó cerca de cien detenidos.
Más que una conferencia de prensa, fue una cadena nacional con preguntas, donde Macri no fue indagado por dicha represión, así como tampoco por la gigantesca movilización obrera contra la reforma previsional en el Congreso, los cacerolazos masivos que sacudieron la Capital y buena parte del interior del país (excepto por la tímida consulta de un periodista), e incluso ni siquiera por el paro tardío de la CGT, que fue aprovechado por los trabajadores para hacer sentir su repudio contra el ataque a las jubilaciones.
Fue, decididamente, una conferencia de ocultamiento de la rebelión contra la reforma previsional, aprobada finalmente hoy por la mañana, por un escueto margen, con el apoyo del bloque de diputados que responde a los gobernadores peronistas (otro sector, que incluye a Daniel Scioli, protagonizó un ausentismo cómplice).
Quien se llenó la boca en la conferencia hablando de “paz, diálogo y democracia” instrumentó un estado de sitio no declarado para hacer pasar una reforma cuya letra ha sido dictada por el FMI, como denunció en el recinto la diputada del PO-FIT, Romina Del Plá.
El amedrentamiento incluyó una exhortación a la justicia para avanzar contra los “violentos”. Inclusive, Macri atacó explícitamente a la jueza Patricia López Vergara, quien había prohibido que los efectivos que participaron del operativo de ayer portaran armas de fuego. Se trata de una vía libre las fuerzas represivas, al estilo del apoyo cerrado que otorgó Patricia Bullrich a la Gendarmería y Prefectura tras las represiones que le costaron la vida a Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.
Finalmente, Macri mintió con respecto a las implicancias de la reforma, al asegurar que el año que viene los jubilados le ganarán a la inflación por varios puntos. Está comprobado que, incluso con el bono “compensatorio” que el gobierno decretará hoy para “suavizar la implementación del cambio” (como dijo el presidente en la conferencia), los jubilados verán golpeado su poder adquisitivo. El mismo gobierno reconoce que se ahorrará 100 mil millones de pesos con el cambio de la fórmula de actualización de haberes. A su vez, se aumenta de hecho la edad de retiro. Hoy el ataque continúa con la sesión en la Legislatura bonaerense que intentará reventar el régimen jubilatorio de los trabajadores del Banco Provincia.
No dudamos de la “intencionalidad” antiobrera del paquete de reformas que está en tratamiento, y que seguirá hoy su curso durante la sesión sobre la reforma tributaria.
Estas jornadas han mostrado, precisamente, el antagonismo entre un régimen social y político confiscatorio y la mayoría trabajadora que enfrenta esa confiscación.
Gustavo Montenegro
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