sábado, 18 de enero de 2014

Operativo Milani



El ahora teniente general César Milani desarrolla una infatigable campaña proselitista para alinear al Ejército detrás del proyecto oficial de devolver protagonismo político a los militares, esto bajo un disfraz “nacional y popular”.
Para apuntalar la tarea, el gobierno reasignó 1.325 millones de pesos para reequipar al Ejército. Milani recorrió todas sus armas y organizó decenas de comidas “de camaradería” con oficiales y suboficiales (Perfil, 21/12/13) en búsqueda de la lealtad de toda la estructura de mandos. Incrementó la cúpula militar de 38 a 55 generales para evitar el pase a retiro de los más veteranos. A Milani se le atribuyen también nombramientos -que lo exceden- en la Armada y en la Fuerza Aérea.
Esta campaña forma parte de un operativo internacional. El Ejército argentino adoptó la agenda dictada por el Comando Sur de los Estados Unidos, que establece como “hipótesis de conflicto” para Latinoamérica “la lucha contra el narcotráfico y la pobreza”. Por eso, el gobierno acaba de prorrogar la participación de soldados en el patrullaje de las fronteras con Bolivia y Paraguay (operativos “Escudo Norte” y “Fortín II”) y la presencia de militares en las villas miseria (“Plan Nacional de Abordaje Integral”). Buena parte del “reequipamiento” de la fuerza se realizaría con proveedores norteamericanos, como la compra de 35 camionetas blindadas Hummer (La Nación, 7/1).
El Ejército argentino desempeña en Haití una acción de orden interno desde hace años, a instancias del imperialismo. Lo mismo ocurre en el plano local. Hace pocos meses, los soldados participaron en el desalojo de decenas de familias sin techo que habían ocupado terrenos en la Patagonia. Durante la crisis policial de diciembre, el Ejército aportó logística para el traslado de Gendarmería a lo largo y ancho del país. El Proyecto X -el programa de espionaje dirigido contra los luchadores obreros y populares- tiene su cabecera en Campo de Mayo, una guarnición del Ejército.

¿Por qué Milani?

El gobierno puso un gran empeño en imponer el ascenso de Milani, incluso al interior de sus filas. Pasó por encima de las contundentes denuncias que lo involucran en crímenes de la dictadura y las acusaciones por enriquecimiento ilícito.
Milani llega a la cúpula del Ejército desde la jefatura del arma de Inteligencia, que ahora “cedió” a un hombre de su más íntima confianza. En el marco de la crisis que se desarrolla en el país en todos los planos, incluidos extremos como los amotinamientos policiales, Milani oficia como un reaseguro que incluye hacer respetar una eventual declaración del estado de sitio. La posibilidad de que el ejército recupere su capacidad de arbitraje era considerado hasta hace poco una fantasía, pero ahora lo hace posible el debilitamiento extraordinario del gobierno y la transición hacia un nuevo dispositivo político de gobierno hasta 2015. El Pentágono está sumamente interesado en sacar a las fuerzas armadas de Argentina de la hibernación en que quedó luego de Malvinas, de un lado como mercado para los armamentos y del otro para reforzar su dispositivo político-militar regional. Los ‘nac & pop’ han mantenido durante toda la década una relación excelente con la seguridad norteamericana, como lo prueban los intercambios de informaciones y la sanción de la ley antiterrorista.
Milani representa mucho más que una obcecación gubernamental. Es la expresión de una nueva etapa política. CFK pretende triunfar donde Alfonsín fracasó con el punto final y Menem con los indultos.

Jacyn

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