martes, 9 de julio de 2013
Trillando la fina
Desde la semana pasada se desató un conflicto entre el gobierno y las empresas cerealeras, acusadas de acopiar el trigo destinado al mercado interno, y permitir con esto la suba del precio del pan. Los actores en disputa, y el lugar de las empresas exportadoras en la economía argentina.
Ante las versiones que indicaban que las principales exportadoras de trigo del país, estaban acopiando el cereal para forzar una suba del mismo en el mercado interno, y así obtener mayores márgenes de ganancias, el gobierno nacional decidió el miércoles pasado la aplicación de la Ley de Abastecimiento, implementada por la Secretaria de Comercio Interior, conducida por Guillermo Moreno, el viernes pasado.
Con esta medida, que habilitaba a la Secretaria de Comercio a decomisar los volúmenes de trigo acopiados para los molinos que los soliciten, se buscaba sancionar a aquellos que estaban almacenando el cereal y desabasteciendo el mercado, lo que provocó durante la semana pasada un traslado del aumento del precio del trigo, al precio final del pan disponible en las panaderías. Ante este escenario, la ley indica que "En materia de abastecimiento, la obligación de satisfacer tales necesidades comprende a todos los procesos y etapas de la actividad económica que se encuentren vinculados con la misma” y por lo tanto "corresponde velar y garantizar el abastecimiento normal y habitual en el mercado interno del trigo pan”.
Tras la aplicación de la ley, la tendencia alcista del precio del pan se detuvo, producto de que el trigo comenzó a llegar nuevamente a los molinos para su procesamiento. “El mercado del trigo dio un vuelco notable, alcanzando una dinámica enorme en los últimos días; los molinos están accediendo a lotes con una brecha de precios interesante, lo cual refuerza el compromiso de poder llegar a las panaderías con harina a precio diferenciado y, en definitiva, poder ofrecer un pan tipo felipe a 10 pesos el kilo”, indicaron desde la Federación de la Industria Molinera. Los cambios registrados a partir de la presión ejercida por la Ley de Abastecimiento, indican que el precio de trigo para molienda registró una baja en el precio que pasó de 2700 pesos la tonelada, a 1700 pesos el día viernes.
Desde el gobierno se apuntó a las empresas cerealeras por el desabastecimiento, ya que según indican, estas tendrían más 3 millones de toneladas de trigo acopiado, y que no es volcado al mercado. Con un total de 9 millones de toneladas producido en la cosecha actual, a fines de enero se contaba con 4.464.489 toneladas, de las cuales 1.349.625 fueron exportadas, las restantes 3.114.862 toneladas, son según el gobierno las que se encontrarían en poder de las empresas y no estarían disponibles en el mercado.
Las grandes exportadoras sin embargo, rechazan esta acusación e indican que solo cuentan con 100 mil toneladas acopiadas, mientras el resto ya fue puesto en el mercado. "Los exportadores está vendiendo las escasas existencias de trigo que tiene desde que en marzo se redujo el monto de exportación”, indicaron representantes de los grupos exportadores, mientras delegan la responsabilidad de la falta del cereal a los productores.
Consultado acerca de esta cuestión, Eduardo Buzzi, de Federación Agraria sostuvo que “el problema de faltante de trigo no es causa de los productores” ya que “son muy pocos productores, de una manera muy marginal, los que puedan tener algo de trigo”.
Centralización y concentración
La integración vertical en toda la cadena productiva que sufrió la estructura agropecuaria argentina desde los años 90’, ha llevado a que al día de hoy acopiadoras y empresas exportadoras estén estrechamente vinculadas, y sean parte de un proceso que involucra también a otros sectores como la producción, distribución y comercialización. Las principales firmas exportadoras se han convertido en estos últimos diez años en actores fundamentales de la dinámica económica de la economía argentina.
La devaluación del año 2002, un tipo de cambio alto, y el incremento de los precios internacionales de los commodities, llevo a una situación en la cual los sectores exportadores pasaron ocupan un rol para nada secundario tanto en la generación de divisas, como en la capacidad para influenciar o bloquear políticas públicas, y ejercer diferentes formas de presión. Empresas como Cargill, Nidera, Molinos Rio de la Plata, o Dreyfuss, representan un numero nada despreciable del volumen de exportaciones argentinas anuales, alrededor del 25%, y el mismo se ha incrementando de manera notable en relación al momento de la convertibilidad, consolidándose como solidas plataformas exportadoras.
Aun más, representan un núcleo duro estable, de 29 compañías, junto con YPF, Siderar, Volkswagen, y Pan American Energy, entre otras, que se han afianzado en la elite empresarial, insertas en mercados altamente concentrados, y que produjo significativas transferencias intersectoriales del ingreso hacia sectores vinculados a la explotación y procesamiento de recursos naturales.
Son estos sectores, que fueron los grandes “ausentes” del conflicto entre el gobierno y las patronales agropecuarias, ya que nunca dieron la cara, ni se hicieron presentes en ningún debate, quienes detentan poder de veto hacia determinados políticas públicas, y cuyo espacio en la economía argentina no ha cesado de crecer en estos últimos 10 años.
Marcha
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