viernes, 13 de noviembre de 2009

EL AGUA EN CÓRDOBA


Aunque el problema del agua potable en Córdoba es recurrente, esta vez la situación parece agravarse hasta el extremo de llegar a ser la peor de todas las sequías. Hoy numerosas localidades cordobesas carecen del más elemental de los servicios, lo que provoca reyertas entre los mismos vecinos en la disputa de un recipiente con agua. Desde el Gobierno provincial tratan evadir responsabilidades recurriendo a la falacia de responsabilizar a los vecinos por la carencia y, aunque es totalmente cierto que muchas personas desaprensivas derrochan el agua de red, es necesario decir también que solamente el tres por ciento del agua va para el consumo humano. Con esto se advierte la poca relevancia del derroche domiciliario en la escasez generada y el intento de ocultar las demás causas cuya incidencia resulta determinante en el problema.
Aunque existe un grupo de concausas actuantes hay algo que por evidente es imposible obviar y es la absoluta falta de control en el Gobierno y la negligencia de la empresa privada que se hizo cargo del agua (Aguas Cordobesas del Grupo Suez). No solamente que esta empresa extranjera ha incumplido con el pago del cánon por la concesión del servicio, sino que a su vez el Gobierno cordobés la ha premiado por ello condonándole gran parte de la deuda, autorizando el incremento de tarifas domiciliarias y por si fuese poco, ha financiado también la deuda que esa empresa tiene internacionalmente. El Gobierno local ha subsidiado a la empresa privada incumplidora para asegurarle cuantiosas ganancias.
Como ya dije, sólo el 3% del agua se destina a consumo humano; el mayor uso se registra en riegos agrícolas, en el de superficies verdes, en la industria y en pérdidas por roturas de red. Aparte de todo esto hay que considerar también el lógico crecimiento que registra la ciudad de Córdoba y localidades serranas. Pero lo grave es que en estos doce años de concesión privada no se haya cumplido con la necesaria obra de infraestructura por parte de la empresa Aguas Cordobesas y que desde el Estado se hayan desentendido del tema, pese a las alertas de parte de la sociedad y de organizaciones ambientalistas.
El otro aspecto donde sí y sólo sí es directamente responsable el Estado, es en el descontrol de la deforestación y el avance indiscriminado de la empresa sojera. Una colega abogada me preguntaba el otro día: Bueno, pero qué tiene que ver la soja con el agua? Tiene mucho que ver. El modelo sojero impuesto pensando sólo en la ganancia monetaria inmediata ha provocado y sigue causando el fenómeno de la desertización en una provincia donde el agua es bastante más escasa de lo que la mayoría cree. La avidez por el rédito, la extralimitación en la frontera agrícola, la tala indiscriminada del bosque nativo, el monocultivo y los agroquímicos, o sea, el manejo irracional que se hace del suelo, están llevando a la erosión de la capa fértil, al agotamiento de acuíferos y al descenso de las napas freáticas; lo que se llama desertización. Esto influye también en el régimen de lluvias, absorción de los suelos y por ende, en los ríos, napas y llenado de cuencas hídricas. Pensando en la ganancia monetaria del momento se realizan cultivos intensivos de siembra directa sin la debida rotación y descanso del suelo; a la par de eso o, justamente por eso, se vuelcan millones de kilogramos de fertilizantes y se rocían millones de litros de herbicidas e insecticidas que finalmente van a parar a los ríos, matan la fauna y cambian el Ph del suelo. Hay algo que la gente de ciudad no sabe; cuando se fertiliza con agroquímicos el cultivo necesita mucha más agua; de allí que muchas veces se utilice el riego, lo que a su vez puede terminar salinizando el suelo hasta volverlo yermo. Cada vez que la mano del hombre vaya a alterar algo de la naturaleza hay que estudiarlo científicamente y dejar los intereses particulares de lado, para saber cómo actuar, cómo corregir errores y no provocar un daño a todos. Por eso la importancia que desde el Estado se tome la debida intervención.
Vendrá diciembre y probablemente también las lluvias. Es de esperar que esta angustia vivida hoy no pase nuevamente al olvido, para que se elabore un verdadero plan estratégico del agua, del uso racional del suelo, de respeto a la vida y de preservación del medio en donde entramos todos.

Fernando Chanquía Aguirre

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