viernes, 20 de noviembre de 2009

Chorros, médicos, laboratorios, gobierno y neuromarketing


Mis pacientes compran remedios en las farmacias. Mi familia compra remedios en las farmacias. Yo compro remedios en las farmacias. Yo soy médico. Algunos de mis pacientes son médicos.
Los medicamentos están carísimos. Esta semana volvieron a aumentar. Llegan las noticias de que, a moneda constante, el precio de los medicamentos en Argentina es seis veces mayor que en España. El ingreso per cápita de España y demás países de la Unión Europea es muchísimo más alto que el argentino.
¿Cómo se explica? ¿Qué se puede hacer?
Cómo “todos los caminos llevan a Roma” podemos decir que si investigamos las causas y consecuencias de cualquier hecho de la vida social de un país, nos terminará indicando la realidad sociopolítica en la que este se encuentra. Se puede investigar la falta de viviendas, los precios, la educación, la corrupción gubernamental y empresaria, la educación, etc.; y siempre nos llevará a las mismas causas y consecuencias.
Las causas: la ausencia de un Estado vigoroso y regulador basado en el principio de igualdad de oportunidades que es la esencia de la democracia.
Las consecuencias: la inseguridad por aumento del delito de todo tipo (robos, hurtos, asesinatos, secuestros, usura, incumplimiento de garantías constitucionales, etc.) y la inseguridad de condiciones dignas de vida basadas en el trabajo digno, el comercio justo, la educación igualitaria y de excelencia y el acceso a la vivienda digna junto con el adecuado control de la polución ambiental que deteriora los recursos vitales del país y La Tierra.
En el caso de los medicamentos vemos que asoman diversas “puntas de icebergs” que conectan a los laboratorios con prácticas oligopólicas o monopólicas en diversos medicamentos que, si no los fabrican o importan determinadas empresas (laboratorios), sencillamente no hay; y los argentinos carecemos de la posibilidad de acceder a tratamientos para curarnos. También observamos diversos atisbos, nunca debidamente aclarados, de corrupción entre los laboratorios y las Obras Sociales, las Empresas Prepagas y el PAMI.
Nos enteramos también de pagos espurios a médicos que hacen experimentos cínicos en hospitales públicos y que reciben pagos por dichas actividades. Que someten a los pacientes a protocolos de investigación que no siempre son conocidos y aceptados por los “conejillos de indias” involuntarios y humanos (claro, a los verdaderos cobayos nadie les pregunta, aunque hay asociaciones que luchan por sus derechos). Eso, precisamente, es lo que no ocurre con los pacientes humanos. Ni los sindicatos ni el Estado (con cualquier gobierno, y quizás más el actual, a la cabeza) defienden los derechos a la salud si no que miran únicamente el poder económico que les otorga los negociados con los laboratorios. Se dice que haber enfrentado a los laboratorios medicinales nos costó la presidencia del Dr. Illia, coincidentemente médico, a manos del general Onganía como brazo armado de los negocios nacionales e internacionales.
¿Por qué los médicos se prestan? Porque, al igual que los delincuentes comunes (y creo que nos ponemos tras esa línea) que”salen de caño”, queremos tener más cosas que no tenemos. Muchas veces básicas (si, sencillamente no llegamos a fin de mes con nuestras familias y no podemos pagarnos la necesaria capacitación continua) y otras superfluas. Estas últimas nos son inculcadas a base de neuromarketing (miserable utilización de la neurociencia) que apunta directamente a nuestro núcleo acumbens para producirnos placer y necesidad de búsqueda compulsiva del mismo, mediante el aumento de la dopamina que nos hace disfrutar y , con sus conexiones a la corteza cerebral frontal, planificar la manera de conseguir más bienestar inmediato.
Los chorros que salen a robar y son objeto de especial atención de los medios, que jamás le dedican un centésimo de espacio a la desigualdad, la marginalización social y la falta de educación como causas científicamente probadas del fenómeno delictivo, sufren el mismo proceso de lavado de cerebro televisivo y multimediático que, a la vez les crea la necesidad de tener lo que no tienen y los estigmatiza como irrecuperables proponiendo sólo castigo y nunca solución.
Los laboratorios estimulan este estado de cosas aliados directamente al gobierno de turno, que permite y aprovecha la situación para disponer de ejércitos de desesperados que consumen el neuromarketig político electoral, usando todo tipo de presiones desde sus casas matrices en EEUU y en Europa.
También se presiona a la opinión pública desde los multimedios, muchas veces en manos de políticos aspirantes a cargos electivos, llenándola de miedo ante amenazas de epidemias benignas que distraen de los temas fundamentales que hacen a los más pobres verdaderamente vulnerables.
En Argentina se pueden fabricar, en laboratorios estatales la mayoría de los medicamentos necesarios. Los gobiernos de derecha capitalista ultraliberal, de los últimos cincuenta años, por no decir de toda nuestra historia como país, hacen todo lo posible para que esto no ocurra y desmantelan y niegan presupuesto a estos establecimientos. También se alían a las transnacionales que contaminan, arrasan y desertifican nuestro territorio, lo que, está probado, genera enfermedades que requieren tratamientos con medicamentos. Lo mismo hace el Estado al estar ausente de los controles de la contaminación con PCB de los transformadores eléctricos en las calles y muchísimos ejemplos más.
Se podría poner fin, al monopolio de la salud cara, con políticas tendientes a que el Estado compita con los privados. Si así lo quisiéramos todos, sólo votaríamos a quién tenga en su plataforma política esta idea y los ayudaríamos a ponerla en práctica. El fenómeno de neuromárketing multimediático y la falta de una educación con conciencia de solidaridad de nación, cala hondo en quienes no tienen la oportunidad de liberarse mediante el uso del razonamiento científico, que se atiene a las pruebas y se autocorrige. Es así que se produce el fenómeno de absoluta idiotez de las clases medias que apoyan a empresas y clases dominantes, como colectivo social si no que como individuos sufren la opresión y el manejo de sus vidas por parte de las mismas clases que defienden.
Planes como el Remediar no sirven de otra cosa que una maniobra clientelar más y sí le sirven de fabuloso negocio a los laboratorios que le venden al Estado y a los funcionarios que llevan a cabo las transacciones comerciales.
Sería bueno que los chorros no tuvieran que ser chorros, los médicos no fuésemos tentados por los laboratorios y estos no se comportaran aliados a gobiernos de derecha liberal corruptos. Es decir sería bueno que funcionara la democracia en su sentido igualador y protector de los ciudadanos.
Esto, que manifiesto en esta entrada, lo siento igual que el dar una mala noticia a los pacientes y familiares respecto de su salud. Estamos muy enfermos como sociedad, tanto que no están funcionando correctamente nuestros pocos anticuerpos. Espero que esto sea, en cierto modo, un estímulo para nuestro sistema inmunitario y nos ayude a curarnos.
Como resulta obvio, el medicamento lo tenemos nosotros, no tenemos que comprárselo a nadie.

Edgardo Carlos Engelmann

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