En las últimas semanas, desde el desplome del sistema bancario mundial, el mundo ha presenciado lo que el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, llama “hechos sorprendentes”: presidentes de los países más ricos trabajando frenéticamente, incluso fines de semana, movilizando sumas fabulosas de dinero para salvar a los banqueros que actuaron irresponsablemente.
“Sin embargo, no los vimos nunca correr así para salvar a los hambrientos, a los países pobres. Decían que no había recursos para dedicar 0.7 por ciento de su producto interno bruto que prometieron en 1970 en ayuda oficial al desarrollo.” Se pregunta dónde está hoy el Fondo Monetario Internacional, que imponía ajustes y amonestaba a los países en desarrollo que, según su criterio, actuaban “irresponsablemente”.
Con esa visión de la economía, el canciller socialista de Cuba conversó “a fondo”, según dijo, con el presidente mexicano Felipe Calderón en Los Pinos, el pasado martes durante 40 minutos, sobre la necesidad de una nueva gobernabilidad financiera internacional. “Él –dijo Pérez Roque– no enjuició la situación interna de Cuba y yo tampoco, por supuesto, la de México”.
Afinaron detalles de la visita del mandatario mexicano a La Habana, prevista para el próximo año, y coincidieron en impulsar las relaciones bilaterales sobre la base del respeto, de la no injerencia.
Un encuentro que Pérez Roque califica –diplomacia obliga– como cordial y productivo y que cierra, simbólicamente, la etapa de confrontación entre los dos gobiernos, que alcanzó su clímax en 2004. Una gira de trabajo que deja como resultado la firma de un memorando de cooperación sobre la migración ilegal de Cuba por territorio mexicano y que resultará, confía el titular del Minrex cubano, en “el cierre de un corredor muy peligroso del tráfico ilegal hacia Estados Unidos”, en un “periodo de tiempo razonable”.
El canciller cubano y Calderón Hinojosa se habían tratado años atrás. Primero en una reunión en la Cámara de Diputados, cuando el michoacano era legislador. Y más tarde en una visita a La Habana de cuadros panistas encabezados por el hoy embajador Gabriel Jiménez Remus. Nunca habían hablado con amplitud, como este martes. La pragmática desmemoria de los políticos se impuso. Pérez Roque no recordó que en 2004, en la ola de la fobia anticubana que atizó el ex canciller Jorge G. Castañeda, Calderón –entonces miembro del gabinete foxista como secretario de Energía– habló de la necesidad de la renuncia del presidente Fidel Castro.
–Ahora, Calderón va a ir a Cuba. ¿Veremos pronto a Raúl Castro de visita en México?
–No ha sido invitado.
Fidel más allá de los cargos
En entrevista con La Jornada, Pérez Roque se explaya en éstos y otros temas, incluso algunos de política interna, como el del actual papel del comandante Fidel Castro en la estructura de poder en su país.
–¿Cómo se ha ido configurando el poder en torno a Raúl Castro, con la incorporación de las nuevas generaciones?
–Todo ha ocurrido conforme estaba previsto y con toda normalidad. Se ha conformado un equipo de conducción de la revolución bajo la dirección de Raúl, cuya autoridad moral y preparación para esa responsabilidad es un tema, para la población, fuera de discusión.
–¿Qué funciones le corresponden a Fidel Castro en ese esquema?
–Sigue siendo el primer secretario del Partido Comunista Cubano. No tiene cargo en el gobierno.
–¿Ejerce esa función en el PCC?
–No.
–¿Es entonces como un cargo honorario?
–No lo era. Hasta este momento. No ha cambiado. Tendremos un congreso del partido el próximo año. Fidel está más allá de los cargos y las responsabilidades. Es la autoridad moral, el líder incuestionable de la revolución.
No hay inmunidad ante la crisis
–Algunas interpretaciones de la crisis actual hablan del ocaso del capitalismo tal como se conoce hasta ahora.
–No es el fin del capitalismo, ni mucho menos. Sí creo que han perdido fuerza y no levantan su voz los que defendían las teorías liberales, la ideología del consenso de Washington está totalmente en crisis. Me pregunto dónde está el FMI, que imponía programas de ajuste a los países en desarrollo por las políticas que llamaba irresponsables y que no dice nada por la irresponsabilidad de Estados Unidos.
–¿Esta crisis plantea a Cuba un escenario distinto de cara a Estados Unidos?
–No va a haber ningún país inmune al impacto a la economía real. A Cuba, aunque está desconectada de los mercados financieros, le afecta por la baja del turismo, por la caída del precio del níquel.
–¿Respecto de las políticas de hostilidad y bloqueo?
–Los últimos ocho años de Bush han sido los más duros y más estrictos de la aplicación del bloqueo contra Cuba; niveles de esquizofrenia que no vimos nunca antes. El costo del bloqueo en casi 50 años, al valor actual del dólar, es de 225 mil millones de dólares.
El próximo gobierno de Estados Unidos tendrá que plantearse con seriedad si rechaza esta política absurda que tiene una condena creciente en el mundo e incluso en Estados Unidos.
–El presidente Raúl Castro dijo que toca ahora a Estados Unidos tomar la rama de olivo que está tendida.
–Tenemos una muy moderada expectativa de que así ocurra.
–El candidato Barack Obama habló de entablar un acercamiento de diplomacia directa sin condiciones. ¿Qué significa esto?
–Lo ha dicho y fue acusado de ingenuo. No pretendemos que Cuba sea tema de campaña en territorio de Estados Unidos. Nosotros simplemente esperamos, con paciencia, que a la larga o a la corta se ponga fin al bloqueo, porque no va a lograr nunca poner a nuestro pueblo de rodillas.
–¿Cuba pondría condiciones a Estados Unidos en caso de que se diera este acercamiento?
–Ninguna, como no sea el respeto a nuestra soberanía. Jamás negociaríamos cuestiones que tienen que ver con nuestro ordenamiento jurídico, nuestras instituciones, nuestro sistema. El sistema que hemos decidido darnos no se puede negociar jamás, nuestra Constitución nos lo prohíbe. Sobre esas bases se puede conversar todo.
–Se entiende que Cuba tenga expectativas muy moderadas ante la perspectiva del triunfo de Obama en las elecciones presidenciales. Pero algo sí podría cambiar el escenario para Cuba, el plan del demócrata de liberar los viajes de cubanos residentes en Estados Unidos a la isla y el envío de remesas.
–Pienso que sí lo hará. Si lo hace será positivo, será el reconocimiento de un derecho y será la rectificación necesaria de errores muy graves de Bush.
Cerrar en México el tráfico ilegal de cubanos
–Con la firma del memorando migratorio con México culmina un proceso de negociación de seis, siete meses. ¿Por qué se trata de un memorando y no de un acuerdo?
–La parte mexicana nos planteó que era más expedito y fácil para lograr su aplicación inmediata con esta fórmula y a nosotros nos pareció bien.
–¿En qué términos quedó el asunto de la repatriación de ciudadanos cubanos que entran ilegalmente a México, no directamente de la isla, por mar, sino por tierra de terceros países? Anteriormente su gobierno no aceptaba estas devoluciones, argumentando problemas de seguridad interna.
–Cuba recibió todos los años un número considerable de repatriados que llegaban ilegalmente a México por mar. Pero entendimos que solamente estábamos atendiendo una mínima parte del problema, en vista de que la mayor parte de los cubanos que se internan ilegalmente en México y son detenidos en centros migratorios no han llegado directamente de Cuba, sino de otros países. Si queremos prevenir el trafico de ilegales y el trabajo de las mafias hacia Estados Unidos tenemos que aceptar la repatriación de otros cubanos que salieron de Cuba legalmente, y que van a Centroamérica u otros países y que después se internan en México. También si un grupo de cubanos, como parte de una operación de tráfico ilegal de personas, es llevado de Centroamérica a México. También se aceptará su repatriación. Es un cambio importante.
“También se delinean procedimientos, plazos. Tenemos que saber bien quién es, porque hay el peligro de que sea un terrorista enmascarado. Ya ha ocurrido en el pasado.
“Los que intentan migrar ilegalmente, al regresar a Cuba no enfrentan procedimiento legal alguno. El acto de migrar no es penalizado, a menos que hayan cometido algún delito. Entendemos que migrar es un derecho y es una tendencia mundial. Lo que sí es específico de Cuba es que Estados Unidos ha tratado de estimular la emigración ilegal en Cuba como parte de su política de cerco a la revolución cubana.”
–Y el surgimiento de mafias de polleros...
–Que, ojo, tienen sus bases en Miami, actúan con impunidad, cobran hasta 15 mil dólares y orquestan operaciones como las que se han visto en México, que implican ya violencia y asociación con las drogas. México tiene bien identificadas estas redes. Parte del acuerdo entraña el intercambio de información. El modus operandi más común hoy en día es que una lancha rápida acerca al grupo de migrantes a otro tipo de embarcación que viene de Miami, yates de paseo más grandes, para llevarlos a México o Centroamérica, y ahí hacer el trayecto a la frontera con Estados Unidos.
–¿El memorando comprende la participación de México en operaciones de intercepción?
–Está previsto. Hoy funciona con bastante efectividad con el servicio de guardacostas de Estados Unidos. Con México todavía está por perfilarse el método. Participarían los guardacostas cubanos y la Marina mexicana.
¿Jorge Castañeda? “Ni me acuerdo de él”
–Se habla de una normalización de la relación bajo “nuevos entendimientos”. ¿Qué implica esto? ¿En qué difieren hoy las condiciones respecto de la relación que había antes de 2000?
–Es a finales del gobierno de Zedillo cuando empieza a enfriarse la relación. Con el presidente Vicente Fox hubo un grave enfrentamiento, porque México se alineó con Estados Unidos para legitimar el bloqueo y apoyar las maniobras contra Cuba. Ahora hemos vuelto al camino del respeto recíproco. Nosotros somos celosos, como México, de nuestras prerrogativas como Estado soberano.
“Las nuevas bases de las que hablamos hoy es el rescate de principios esenciales, la no injerencia en asuntos de cada país, el abstenerse de entrar a calificar e intervenir en temas que son prerrogativas del otro Estado. Volver a Benito Juárez.”
–Son gobiernos de signos ideológicos diferentes, hasta opuestos. ¿Se valen las discrepancias?
-Lógicamente hay diferencias en la percepción sobre múltiples temas. Creo que la cuestión es conocer que existen estas diferencias, impedir que obstruyan una relación respetuosa y normal y trabajar en temas que son de coincidencia eliminando los elementos de irritación, de estímulo a la confrontación.
“Hay que decir que gracias al trabajo profesional de la canciller Patricia Espinosa y su equipo se logró resolver el problema de Bancomext (la deuda cubana de 400 millones de dólares, que llegó hasta los tribunales internacionales por una demanda mexicana), creado artificialmente por el canciller del gobierno anterior, la eliminación de todos elementos de irritación han permitido avanzar.”
–¿Tiene alguna palabra para Jorge G. Castañeda y el papel que jugó?
–La verdad que no. Ni me acuerdo de él.
–En lo regional, México es un país que está más cerca de Estados Unidos, con esquemas como el Plan Colombia (con el Plan Mérida), en temas como el combate al narcotráfico y el terrorismo. Ahí, ¿qué punto de coincidencia puede haber con Cuba?
–Nosotros respetamos la opción de México de seguir el esquema que considere. Nuestro enfoque es distinto. Nuestras condiciones son distintas. Tener una sociedad libre de las drogas, tráfico de armas y la actuación de mafias ilegales, nos hace diferentes. Nuestro enfoque a los temas del delito es preventivo.
–Por otra parte, México está más cerca del Área de Libre Comercio que de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
–Es real. México pertenece a otro esquema. Cuba cree firmemente en los principios de la ALBA. Tenemos la idea de que la integración de América Latina y el Caribe no puede lograrse sobre la base del comercio, sino con base en la solidaridad, el papel de los estados, el reconocimiento del derecho de los más pequeños y menos desarrollados a recibir un papel diferenciado y preferencial. Me parece que la actual crisis financiera internacional ha demostrado el fracaso de un sistema y de una concepción neoliberal que se trató de imponer.
Blanche Petrich
La Jornada
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