domingo, 12 de octubre de 2008

El milenio del libro

Liberto* (desde Artevigo, Canarias, especial para ARGENPRESS Cultural)

Son muchas miles de personas en todo el mundo las que afirman y comparten que el libro es un entrañable objeto de placer y conocimiento y que, a pesar de estar inmersos en la cultura y el poder de la imagen y los ordenadores lo seguirá siendo por mucho tiempo: la verdad, no veo a nadie llevándose a la cama su ordenador personal para leer una buena novela o un sugerente poemario. El genial escritor italiano Italo Calvino, en un ensayo titulado "Seis propuestas para el fin del milenio", contaba que el milenio que está por terminar vio nacer y expandirse las lenguas modernas de Occidente y las literaturas que han explorado las posibilidades expresivas, cognitivas e imaginativas de esas lenguas. "Ha sido también -dice Calvino- el milenio del libro, ha visto cómo el objeto libro adquiría la forma que hoy nos es familiar. La señal que el milenio está por concluir tal vez sea la frecuencia con que nos interrogamos sobre la suerte de la literatura y del libro en la era tecnológica". Y concluía esperanzado Italo Calvino diciendo "Mi fe en el futuro de la literatura consiste en saber que hay cosas que sólo la literatura con sus medios específicos puede dar".
Y así es efectivamente. Por medio de la literatura, el escritor ha tendido un puente, de una soledad que es él, a otra que es el lector. Ha comunicado sus recónditos pensamientos a cualquier persona, aunque separada por larguísimos intervalos de lugar y tiempo. Ha intentado captar el momento fugaz para hacerlo imperecedero en nuestra memoria. Ha acompañado al hombre en su soledad, se ha preguntado sobre su ser, sobre sus sentimientos, sobre sus pensamientos. Y para ello ha utilizado la palabra y, por medio de la palabra ha creado imágenes, símbolos, metáforas que han profundizado en lo que el hombre tiene de intangible, de inefable, de etéreo. Su intención no confesada o manifiesta es dar testimonio del intento de comprender al hombre arrojado al torbellino de su proceso evolutivo: comprender sus actitudes, gestos, grandezas y miserias en su relación con los otros seres, con el mundo, y con él mismo. La literatura ha querido reflejar, explicar o sugerir, las coas del espíritu, los asuntos del corazón, toda la vida interior del hombre, sus sensaciones y sus emociones. También, ha querido dar nombre a la parte más oscura, sombría, tétrica y siniestra que ha habitado y habita en el ser humano.
Por otro lado, a parte de ser una fuente inestimable de placer y conocimiento, el libro ha sido un poderoso instrumento de liberación de las personas y de denuncia contra la opresión y la injusticia.
Teniendo todas estas características y virtudes, es verdaderamente lamentable que el libro, en un pueblo como el canario, no haya tenido -ni tenga- la importancia y la relevancia que se merece.
Aquí, en Canarias, más del 70% de la población jamás lee un libro. El libro está completamente desterrado de la mayoría de los hogares canarios como alternativa de ocio. Su lugar es ocupado por la radio y la televisión. Por esto habría que fomentar de manera sistemática la cultura de la lectura, el hábito y el cariño por los libros.
Sólo los pueblos cultos pueden ser pueblos libres y el libro es un vehículo importantísimo de hacer y crear cultura, es decir, de hacer y crear hombres libres.
Habría que empezar por llevar la enseñanza de nuestra literatura a los colegios, los institutos y la universidad, que se incluya en los planes de estudio de forma permanente y no de manera asilada según el interés personal de cada profesor. Es necesario que nuestra literatura busque a su público natural que son los canarios. Un alumno siempre leerá con más interés algo que siente cercano -aunque la buena literatura es universal y no conoce de fronteras-, que cualquier otra cosa que no relacione con su entorno más inmediato. De manera paralela a este estudio, al alumno se le darían a conocer las grandes obras y los grandes autores de la literatura universal para que su formación se completara plena.
En fin, simplemente sólo se trata de aprender a leer, para luego leer para aprender y compartir.

*Jose Almeida Afonso

Imagen de ARTEDFACTUS

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