El colapso financiero que hoy está en boca de todos, corrió del centro de la escena a otra catastrófica crisis: la alimentaria. Los tiempos se acortan y los objetivos del milenio siguen sin resolverse.
No es novedad plantear que cada individuo de este planeta -en las últimas semanas- ha estado expectante de cada noticia, de cada detalle en torno a la crisis financiera que se ha desatado a nivel mundial y que ha puesto en jaque al hasta entonces “inquebrantable capitalismo”. Las miradas están puestas en las acciones conjuntas emprendidas por los principales países, para frenar un colapso que indudablemente se iba a desatar, dado que todo tiene su fecha de vencimiento.
Como suele ocurrir, una noticia va opacando otra. En este caso, el desplome de las bolsas y el quiebre de los principales bancos mundiales ha hecho a un lado una realidad que lamentablemente afecta aproximadamente a 923 millones de personas en todo el mundo: el hambre.
En un contexto de profunda crisis financiera, que ha hecho tambalear la estabilidad de una de las principales potencias económicas, el 16 de octubre, se llevaron a cabo diferentes actividades, promovidas por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), para concienciar sobre la importancia que tiene el Día Mundial de la Alimentación.
Como explica el representante regional de la FAO, José Graziano da Silva, “durante el Día Mundial de la Alimentación se conmemora el día en que la FAO fue creada en 1946, con los objetivos centrales de apoyar a los gobiernos a promover el desarrollo agrícola y erradicar el hambre en el mundo. Aunque la promoción de la seguridad alimentaria sea una tarea cotidiana, esta fecha nos permite reflexionar sobre la necesidad de garantizar el derecho a la alimentación de todas las personas”.
Alimentarse es un derecho, razón por la cual defender y luchar por una nutrición equilibrada, debe convertirse en una prioridad, porque de lo contrario es imposible llevar adelante una vida sana. No hay que olvidar que lo hábitos alimenticios determinan la salud y la calidad de vida de las personas.
La crisis alimentaria -que afecta a los países más pobres- al igual que la financiera, está íntimamente ligada a la especulación, aunque en este caso no es dinero lo que está en juego, sino lo más importante que tiene un ser humano: su vida.
Los primeros pasos para que la cifra de personas subnutridas en el mundo disminuya, ya están dados, porque “erradicar la pobreza extrema y el hambre” es el principal Objetivo de Desarrollo del Milenio, para el 2015. Pero hay una realidad por demás preocupante, que demuestra que difícilmente el objetivo sea resuelto: en el último año, han muerto 75 millones a causa del hambre, según un informe presentado por el director general de la FAO, Jacques Diouf.
Las políticas emprendidas por los países más poderosos, demuestran que una vez más priman intereses económicos por sobre la vida de las personas. De hecho una realidad tan cruda como la que padecen más de 900 millones de personas, se ve desplazada constantemente.
Si se tiene en cuenta lo que a diario se ve a través de los medios, no quedan dudas que lo que afirma el presidente de la Fundación Todo es Posible de República Dominicana, Ángel Puello, es una realidad: “en estos tiempos en los que se habla de billones de dólares y euros para salvar entidades financieras, poco se habla de los que no tienen que echarse a la boca. Pero no parece existir voluntad política en los gobiernos para enfrentar el hambre en el mundo”.
Según el informe "El Hambre Estacionaria" presentado en Madrid por Acción contra el Hambre, se calcula que para frenar la desnutrición severa en el mundo, son necesarios 3.000 millones de euros. Es decir que con el 0,3 por ciento de lo que va a invertir Europa para detener la crisis financiera, se pondría fin a una pandemia que amenaza de muerte a 19 millones de niños (de los 55 millones que padecen desnutrición).
La primera dama egipcia, Susanne Mubarak, nombrada "Raia" (guía ilustre) por el director general de la FAO, resaltó el hecho de que los países más poderosos pusieron a disposición, en tiempo récord, 700 mil millones de dólares para salvar a los mercados financieros, quedando demostrado "que si la causa es considerada muy importante, se encuentran soluciones inmediatas".
El accionar de las principales potencias mundiales, también ha sido fuertemente criticado por Jean Ziegler, al considerar vergonzoso que “no hayan podido movilizar 82.000 millones de dólares al año para lograr los ocho objetivos del milenio, en particular, el fin de las epidemias o el hambre, mientras que, desde principios de septiembre, han invertido miles de millones en la crisis financiera”. Y agrega que la muerte de un niño por desnutrición es un “crimen contra la humanidad”,
La falta de alimentos que deriva en hambrunas colosales, esta fuertemente vinculada a modos de producción, pensados para la exportación de productos derivados de monocultivos, por ejemplo. Pero también actúan como causantes directos, la contaminación ambiental y la deforestación de bosques nativos. (Ver: ““Los tambores de guerra son tambores de hambre”. APM 13/06/2008).
Hay que tener presente además, que la desnutrición no sólo tiene su raíz en la falta de alimentos, sino también en dietas desprovistas de nutrientes, según la Organización Mundial de la Salud una dieta equilibrada exige consumir 2.200 calorías diarias.
Retomando un tema que pone en riesgo la Soberanía Alimentaria de los pueblos, es fundamental remarcar que el monocultivo, produce la perdida de calidad y nutrientes del suelo, por la utilización de fertilizantes. De esta manera, lentamente se van limitando los espacios propicios para la producción de productos básicos para la alimentación.
En los últimos tiempos el monocultivo ha adquirido un peso importante, porque muchos productos como la soja, el maíz o el trigo, son utilizados para generar agrocombustibles. El avance incontrolable se debe a que las industrias más poderosas -apoyadas por algunos gobiernos- se ven beneficiadas con jugosas ganancias; y no porque aporten soluciones al problema del cambio climático, como aseguran sus férreos defensores.
La realidad queda demostrada -si se tienen en cuenta datos aportados por el director general de la FAO- quien asegura que los agrocombustibles han privado al mundo de cien millones de toneladas de cereales básicos, que en lugar de servir para alimentar, fueron destinados a la producción de combustibles.
El ex relator de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, denuncia que “Para obtener 50 litros de bioetanol, necesarios para que reposte un coche estadounidense, hay que quemar 358 kilos de maíz, lo que haría vivir a un niño mexicano durante un año”.
Al conocer estos datos alarmantes, y utilizando las palabras de Ziegler, no quedan dudas que la tragedia del hambre se ha extendido por el desarrollo tan masivo de los criminales biocarburantes” que afectan tanto la disponibilidad de tierras fértiles para el cultivo, como a la biodiversidad y al costo de la comida. (Ver: “Sembrando hambre para alimentar motores”. APM 03/05/08).
Por todo esto, resulta indispensable, tal como expresó Jacques Diouf, que las decisiones sobre los agrocombustibles tengan en cuenta la situación de la seguridad alimentaria, así como también “la disponibilidad de la tierra y el agua”.
Hoy 923 millones de personas padecen hambre, pero según el Banco Mundial (BM) a fin de año podrían ser 100 millones. “Ante esta cifra escalofriante, es indudable que para ponerle un freno a esta crisis alimentaria, son necesarias respuestas urgentes como las que se han dado a la crisis financiera”, aseguró la primera dama de Egipto, Susanne Mubarak, en la ceremonia del Día Mundial de la Alimentación.
Todo indica que terminar con las hambrunas a nivel mundial hoy se ha convertido en una utopía. Esto queda demostrado por el subdirector general de la FAO, José María Sumpsi, y el presidente de la Asociación España-FAO, Jaime Lamo de Espinosa, quienes aseguran que lejos se está de avanzar sobre los objetivos suscriptos por 198 Estados para reducir a la mitad el hambre y la pobreza.
A nivel mundial sólo Brasil ha conseguido disminuir a la mitad el número de subnutridos. Para Stéphane Delpierre, miembro del servicio de ayuda humanitaria de la Unión Europea, “Que el hambre afecte a casi mil millones de personas en todo el mundo debería obligar a todos los proveedores de fondos a revisar la orientación de la ayuda y a ocuparse nuevamente de la agricultura, un poco descuidada”.
Indudablemente fomentar la agricultura y apoyar a los pequeños productores, es importante si se quiere garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos. Por eso la FAO pide a los gobiernos no reducir la ayuda a la agricultura, favoreciendo al autoconsumo y al abastecimiento de los mercados locales, con precios justos en relación a los costos de producción. (Ver: “Comer, un derecho humano y social imprescriptible”. APM 06/04/2008).
Lo cierto es, que si realmente se pretende detener una amenaza tan cruel como es el hambre, necesariamente hay que fomentar políticas globales eficaces, que contribuyan a lograr los objetivos propuestos para el 2015. Caso contrario, las cifras de víctimas por desnutrición aguda -que actualmente se van sumando cada cuatro segundos- aumentará. Y el derecho a la alimentación, reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos, seguirá siendo inescrupulosamente pisoteado.
Por Taiana González | Desde la Redacción de APM
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