viernes, 24 de octubre de 2008
Anecdota de estancia en Viet Nam
A mi mente llega una anécdota con la que deseo concluir este artículo, la cual resultó tan aleccionadora para mí, por la sabiduría que contiene, como para convertirse en enseñanza perdurable. En vista de que por un error de publicación quedó trunca en el artículo sobre el diferendo Chávez-PCV-PPT: ¿Por qué no comandante Chávez?, la incluyo en esta separata.
Sirve, además, para explicar el porqué de mi atrevimiento cuando se trata de solidaridad con lo que entiendo justo, aun sea dentro del difícil relacionamiento entre fuerzas y actores muy desiguales (en lo que a poder o potencia se refiere) dentro de determinaos escenarios de la lucha revolucionaria.
Atención a ese recuerdo, bien lo merece:
“Teníamos ya tres semanas en Hanoi, Tancredo Vargas, Pepe Rivas, Lulú y yo.
“Era domingo, día de descanso. Los compañeros del Partido Comunista de Viet Nam nos visitaron para proponernos ir a un partido de fútbol.
“Ese sería el último juego del torneo entre los equipos de los ejércitos de los países socialistas; el juego decisivo para definir cuál sería el equipo campeón.
“Competían la Unión Soviética y Hungría. Los demás habían sido descartados.
“El partido resultó sumamente cerrado y emocionante. Cero a cero todo el tiempo, por lo que tuvo que definirse espectacularmente en “penalti”.
“Noté que a todo lo largo de la competencia el público vietnamita se inclinaba invariablemente a favor de Hungría y, por momentos, abucheaban a la URSS.
“¡Siempre con Hungría!
“Al final, por demás, se potenció significativamente tal reacción.
“En verdad no entendía esta conducta colectiva de los(as) vietnamitas.
“La URSS había sido extremadamente solidaria con Viet Nam en su heroica confrontación con EEUU.
“Hungría no.
“Los dirigentes húngaros, como los polacos, asumían a regañadientes el apoyo a los vietnamitas en su ejemplar combate contra la intervención militar estadounidense.
“Igual actitud adoptaron frente a las iniciativas insurgentes y la militancia internacionalista de Ernesto -Che- Guevara en África y en América Latina hasta el punto que el Guerrillero Heroico se vio impelido a expresar su profundo desagrado cuando en las montañas de Bolivia escuchó los comentarios pusilánimes de Radio Budapest respecto a su sublime aventura. Así lo hizo constar en su Diario de Guerra.
“Ciertamente que yo no entendía las reacciones sistemáticas de la fanaticada vietnamita. No alcanzaba a ver las razones que las provocaban.
“Estaba realmente confundido; tan confundido que opté por llamar discretamente a Van Quiet, uno de nuestros anfitriones, el de más confianza, para preguntarle el porqué de esa conducta.
“Incluso me atreví a decirle que esa actitud de los asistentes a favor de Hungría me parecía sumamente inconsecuente e irracional y que por eso me sentía obligado a pedirle una explicación.
“Quiet --así se llama este cuadro vietnamita, expresión viviente de la astucia de su pueblo mezclada con una buena dosis de “tigueraje” cubano asimilado durante sus estudios universitarios en la patria de Martí-- me respondió sin titubeos y con una sonrisa a flor de labios:
--“Ah! Camarada Narso. Todavía usted no entiende la idiosincrasia del pueblo vietnamita, producto de nuestra dramática historia. Nuestro pueblo, camarada, siempre, siempre ha apoyado y apoyará a los más débiles frente a los más fuertes, a los chiquitos frente a los grandes, a los dominados frente a los dominantes”.
Guardé silencio total… e hice para siempre mía esa sentencia vietnamita siempre que se relacione con un sentido de justicia.
23 de octubre 2008, Santo Domingo, R.D.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario