Una importante reunión de economistas heterodoxos reunida en Buenos Aires elaboró una propuesta alternativa ante la crisis mundial. Se ofrece como una perspectiva alternativa y latinoamericana frente las construcciones de nuevas arquitecturas financieras que se diseñan en el Hemisferio Norte.
Alan Greespan, ex Presidente de la Reserva Federal, realizó la semana pasada las siguientes declaraciones ante el Comité de Control de Acción Gubernamental de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos: "se me reveló una laguna en la ideología capitalista en la que siempre creí. Mi opinión era que los mercados libres y competitivos son de lejos la mejor manera de organizar la economía. A lo mejor cometí un error al confiar en que los mercados podían regularse a sí mismos".
Quizás sean las mejores palabras para ilustrar el porqué del fuerte interés que generó la realización en la Ciudad de Buenos Aires, Del 22 al 25 pasado, del IV Coloquio Internacional de la Sociedad de Economistas Políticos de América Latina (Sepla) bajo el lema: "América Latina: escenarios del nuevo siglo. Nuevos desafíos - Horizontes de transformación". Esta reunión de economistas heterodoxos, críticos y de izquierda fue la continuidad de las realizadas en México (2005), Santiago de Chile (2006) y Caracas (2007).
Unos 700 economistas, estudiantes y docentes de economía de toda Latinoamérica pasaron por el coloquio de la SEPLA, realizado en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Entre los extranjeros hubo figuras de primer nivel como Alejandro Valle Baeza (de la Universidad Nacional Autónoma de México), Fred Moseley (de Mount Holyoke, Massachussets), Gérard Duménil (de París X, Sorbonne) y Fernando Ferrari Filho (de la Universidad de Río Grande do Sul). También participó prácticamente todo el arco de economistas heterodoxos de la Argentina, entre ellos el núcleo de Economistas de Izquierda (EDI) al que pertenecen Claudio Katz, Guillermo Gigliani, Jorge Marchini, Eduardo Lucita y quien escribe esta nota.
Un diagnóstico y un programa distinto
Lo característico del evento fue no sólo la calidad de las exposiciones y los acalorados debates. La declaración final del Coloquio, bajo el título "salvar a los pueblos, no a los banqueros", ofreció un programa alternativo que, tanto en su diagnóstico como en sus recomendaciones, está en las antípodas al que se discute hoy entre los economistas del establishment, tanto en el neoliberalismo ortodoxo como en los denominados "nuevos heterodoxos", tal el caso de Paul Krugman o Joseph Stiglitz.
En el texto se comienza afirmando que estamos viviendo una crisis estructural del sistema capitalista. "No es hora de creer en su salvataje, pero sí de trabajar para su transformación. Los pueblos latinoamericanos se han visto obligados, más de una vez, a socorrer a los banqueros a costa de sus sufrimientos. Es hora de cambiar la historia y no repetir el rescate de los financistas. Nuestra prioridad son las necesidades populares", afirma sin medias tintas el documento final.
El programa consta de diez puntos que pueden ser interpretados como un cabal listado de medidas de emergencia ante la crisis, casi un "espejo" alternativo al que se propone desde los centros de poder del Primer Mundo. Así, frente a los multimillonarios rescates encarados por la Reserva Federal y los Bancos Centrales europeos y asiáticos se propone como primer eje la "urgente e indispensable custodia de la banca privada que, dependiendo de cada país, puede ser por control, intervención o nacionalización sin indemnización, siguiendo el principio de no estatizar deudas privadas ni volver a transferir esos activos a manos privadas".
El segundo punto del programa apunta a evitar el llamado "fly to quality" (fuga a la calidad) que está generando corridas y devaluaciones en casi todos Latinoamérica. Se plantea así el "control y bloqueo de la salida de capitales, evitando su fuga". La herramienta concreta para llevarlo a cabo es (tercer punto) la "centralización y control cambiario con política de cambios múltiples y diferenciados".
Se discutió acaloradamente, a continuación, lo que quedó expresado en el cuarto punto del programa: que, en medio de un mundo donde todas las deudas y sus montos están en cuestión, resulta increíble que América latina no lo aproveche para implementar una moratoria e inmediata auditoria de la deuda pública, liberando recursos para atender las necesidades sociales. Así quedó redactado en el quinto punto del programa.
También se avanzó sobre la llamada "economía real" y los dos flagelos que la recorren: la inflación y el estancamiento. El quinto y sexto punto de la declaración de la SEPLA es inequívoco al respecto: "control de precios de los productos básicos" y "mantenimiento y recuperación de los salarios reales de los trabajadores, asociado a una política de tributación progresiva que afecte al capital y sobre todo a la especulación."
Frente a un mundo donde se avizora la recesión global y ya casi no hay discusiones de los números negativos para 2008 y 2009; y donde incluso se debate si no hay riesgo de entrar a una década depresiva, los economistas heterodoxos se pronunciaron por tratar de alcanzar la mayor "desconexión" posible, haciendo que se reduzca la dependencia de los PBIs del comercio exterior: "Políticas de protección e incentivo al mercado interno y a las actividades económicas con alta generación de empleo. Para ese fin la inversión pública juega un papel fundamental" (punto siete de la declaración).
Una de las preocupaciones mayores, constatada por todas las delegaciones presentes, fue la aparición de una ola de suspensiones y despidos llevada adelante en particular por las empresas multinacionales que operan en la región. Coherente con el título de la declaración, y su objetivo central de que los trabajadores no sean los afectados por esta crisis, se aboga, en el octavo punto del programa, por "seguros de desempleo y políticas de protección social a los trabajadores desempleados e informales".
También el Coloquio se pronunció a favor de la recuperación por parte de los estados nacionales de la región de activos y mayores recursos hoy en manos de la lógica del mercado y, en la práctica, de grupos monopólicos que se apropian de la renta del continente: "reestatización de las empresas estratégicas; nacionalización de las grandes empresas privadas en proceso de quiebra; y recuperación del control nacional de los recursos naturales", se afirma en el noveno punto de la declaración.
Finalmente, la Sepla se define a favor de enfrentar la crisis desde una perspectiva coordinada para todo el continente, promoviendo, en el décimo y último punto de su programa "promover una integración regional al servicio de los pueblos y no del capital.
Tales medidas inmediatas constituyen una respuesta al drama social que impone la crisis e iniciarán transformaciones que, para realizarse plenamente, requieren avanzar hacia un horizonte socialista."
En un momento donde sólo escuchamos a economistas preocupados por garantizarle sus ganancias a los mismos que las causaron, el Coloquio de los economistas heterodoxos latinoamericanos fue una bocanada de aire fresco. "Salvar a los pueblos, no a los bancos" es quizás la consigna más sencilla y actual. Tal el objetivo de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Critico frente a la crisis y sus consecuencias sociales.
José Castillo es economista. Profesor de Economía Política y Sociología Política en la UBA. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).
José Castillo (LA ARENA)
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