miércoles, 5 de agosto de 2020

Lo que deja la Conferencia virtual latinoamericana y de los EE.UU.



La Conferencia convocada por el FIT-U, a la cual adhirieron más de 50 organizaciones latinoamericanas, de 15 países, incluído EEUU, representó un campo de reagrupamiento político de la izquierda que se reclama revolucionaria y que se para en el campo de la independencia política de los trabajadores. El alcance de la misma quedó evidenciado en la participación de más de una decena de organizaciones que no pertenecen a ninguna de las tendencias internacionales de los partidos del FIT-U. Algunas de ellas con un desarrollo político importante. La Conferencia recogió, además, el saludo de las agrupaciones de trabajadores de reparto de seis países latinoamericanos, que vienen protagonizando importantes paros y movilizaciones coordinados a nivel internacional. De la Conferencia fueron parte e intervinieron numerosos dirigentes obreros, de los movimientos de la mujer y de la juventud.
Convocada sobre la base de cuatro documentos firmados en común, el FIT-U delimitó el campo político y de clase concreto desde el cual impulsó la iniciativa. Ratificó ese rumbo en las resoluciones de la propia Conferencia, donde vuelven a figurar definiciones políticas de fondo y un plan de acción, que deberá ser impulsado por el conjunto de las organizaciones participantes. La resolución de la Conferencia vuelve a reivindicar la defensa de la independencia política de los trabajadores, el rechazo a los frentes y organizaciones políticas basados en la colaboración de clases y la unidad internacional de los trabajadores; reivindica la lucha antiimperialista, denuncia las amenazas contra Venezuela y Cuba y señala el rol capitulador de los gobiernos “nacionales y populares” ante las presiones del FMI y el capital financiero; declara el apoyo incondicional a la rebelión popular contra el Estado norteamericano y el gobierno de Trump y denuncia la “salida” democratizante que prepara el Partido Demócrata; reivindica la rebelión popular chilena y hace propia la consigna “Fuera Piñera, por una Asamblea Constituyente”; impulsa la lucha de los trabajadores contra los planes antiobreros en marcha, bosqueja un programa, y llama a profundizar la lucha por la recuperación de las organizaciones sindicales de manos de las burocracias; reivindica la lucha del movimiento de mujeres y llama a desenvolverlo impulsando una lucha mancomunada de toda la clase obrera; condena, finalmente, la política represiva de todos los gobiernos, incluida la política de criminalización de los luchadores sindicales por parte del gobierno de Venezuela. La resolución concluye con un plan de acción que incluye el impulso de una jornada internacional a las puertas de las embajadas yanquis para el 27 de agosto, en apoyo a la rebelión popular norteamericana y contra el pago de las deudas externas, y el impulso de la jornada internacional por el derecho al aborto legal y por la separación de las iglesias del Estado para el 28 de septiembre.
Con independencia del grado de desarrollo y del nivel de inserción en las masas de las organizaciones participantes, que indudablemente tiene características dispares, la Conferencia se constituye como un campo de referencia ineludible para la izquierda del continente e incluso para la izquierda mundial. Se revela, de esta manera, el acierto de la propuesta realizada en noviembre pasado por el Partido Obrero a los partidos del FIT-U y a la izquierda latinoamericana.

Caracterizaciones

En el desarrollo de las tres mesas debate que tuvieron lugar en el marco de la Conferencia y en el plenario de la misma, quedaron en evidencia importantes divergencias políticas y de caracterización.
Una de las más destacadas se desarrolló en torno al alcance que pueden tener los choques entre EE.UU. y China y, más en general, los choques entre las potencias imperialistas. La UIT-CI caracterizó que, aunque no descartan la posibilidad de conflictos bélicos, no se trata de uno de los problemas que se encuentran en el orden del día en la situación internacional. Según Miguel Sorans (Izquierda Socialista, Argentina, UIT-CI), Estados Unidos y China son “dos potencias capitalistas amigas que compiten”. Para la UIT-CI, la movilización de los portaaviones norteamericanos en el océano Pacífico, como señal de provocación del Estado yanqui contra China; el conflicto en Cachemira por la ruta de la seda; el reciente cierre del consulado chino en Houston y las denuncias cruzadas de espionaje; la cruzada contra Huawei y el 5G, etc. no serían la manifestación de un proceso de recalentamiento de la llamada “guerra fría” entre EE.UU. y China. Se pasa por alto que China y Rusia son dos objetivos estratégicos en las disputas interimperialistas y que particularmente EE.UU. busca comandar la culminación de la restauración capitalista en ellos. En casi todos los conflictos bélicos de la etapa se presenta esta disputa en guerras por procuración. A su vez, China sería, según la UIT-CI, una potencia imperialista más, desconociendo el carácter inconcluso del proceso de restauración capitalista en China. Uno de las factores disruptivos de la crisis capitalista es, precisamente, la ruptura del acople chino-norteamericano, que fue uno de los motores principales de la onda ascendente de la economía mundial en los principios del 2000. La relativización de las tendencias belicistas presentes en el actual cuadro internacional y de la grieta entre Estados Unidos y China refleja, de parte de la UIT-CI, una comprensión sesgada de la crisis mundial. Caracteriza que la crisis, en definitiva, no es tal, es decir, que puede resolverse dentro de los mecanismos regulares de depuración del capital y de la competencia capitalista. Por el contrario, el carácter de la impasse capitalista reside en el hecho de que cada vez más las rivalidades nacionales y corporativas necesitan apelar a mecanismos extraeconómicos. Las tensiones se han recrudecido y plantean, cada vez más abiertamente, salidas de fuerza.
Néstor Pitrola polemizó con la unilateralización de la ofensiva capitalista contra las masas, que es colocada al margen de la quiebra del propio capital con sus consecuentes choques y crisis políticas. Invocó para eso el proceso del Brexit, que expresa un choque de fondo entre Estados capitalistas y las fuertes tendencias a la disolución de la Unión Europea. En la misma línea, polemizó contra la idea que reduce la crisis a la orientación “neoliberal” del capital, que inevitablemente conduce a un planteo de “redistribución de la riqueza” en lugar de un programa transicional de poder de los trabajadores. El Partido Obrero definió la etapa como de guerras, revolución y contrarrevolución y ubicó a la Conferencia como un terreno de preparación política para la emergencia de situaciones revolucionarias.
Otro debate fundamental se desarrolló en torno a la caracterización de la situación boliviana y la tarea de los revolucionarios. El representante de la sección boliviana de UIT-CI (Alternativa Revolucionaria del Pueblo Trabajador, Arpt) caracterizó la existencia de un cogobierno entre el Ejecutivo de Áñez y el Parlamento dirigido por el MAS y que estaban en marcha elecciones pactadas. Dejó de lado el conflicto con paros generales, marchas y cortes de ruta que se está desplegando en Bolivia, justamente en contra de los intentos de postergación electoral y proscripción. De esa manera, pasó por alto la consumación de un golpe reaccionario perpetrado por la reacción y el ejército boliviano en consonancia con el imperialismo y los gobiernos de Bolsonaro y Macri. La Arpt tuvo, en sus inicios, una posición confusa frente al golpe, manteniéndose en una “neutralidad” o más bien otorgándole un apoyo “crítico”. Al poco tiempo se rectificó y pasó a repudiar el golpe. Sin embargo, como se puede apreciar ahora, vuelve a recaer detrás de un boicot a la lucha contra el continuismo golpista.
La Agrupación de Trabajadores Bolivianos (ATraBol), por el contrario, reivindicó la intervención de los revolucionarios en la lucha contra el golpe y las movilizaciones de frente único contra el mismo. No se privó, sin embargo, de realizar un crítica furibunda a la dirección del MAS, por haber abierto el camino a la ofensiva reaccionaria, por su política de “pacificación” y por su rechazo a poner en pie un real plan de lucha para derrotar al gobierno golpista. Una posición similar levantó el Partido Socialista Revolucionario (PSR) de Bolivia, una organización que surge como escisión del POR a raíz de las posiciones ultristas que lo llevan al campo del oportunismo (de apoyo activo al golpe el año pasado, posición que no ha superado en la actualidad). El PSR dejó en claro que la posición política de los revolucionarios debe ser intervenir activamente en la lucha para derrotar al gobierno golpista, sin por eso brindar ningún apoyo al masismo.
La polémica tiene un enorme alcance, pues el problema del golpismo está en la agenda latinoamericana. Refiriéndose al punto, Gabriel Solano invocó, en la intervención que dio inicio al plenario de la Conferencia, la experiencia bolchevique frente a la asonada golpista de Kornilov contra el gobierno de Kerenski en el proceso revolucionario ruso de 1917. De esa manera, graficó cuál debe ser la política y el método de los revolucionarios: ponerse en la primera línea en la lucha contra el golpismo manteniendo la independencia política.

“Fuera Trump”

En torno a la rebelión norteamericana se desarrolló un debate alrededor del planteo del PO de la importancia de levantar la consigna “Fuera Trump”. La FT-CI fue la corriente que más tajantemente se opuso a la consigna. Arguyó, para defender esa orientación, la proximidad del proceso electoral y la pretensión del Partido Demócrata de canalizar el descontento popular. Aunque se trata de un problema objetivo, que incluso fue abordado y denunciado en las resoluciones de la Conferencia, la posición de la FT-CI pasa por alto el cuadro de ascenso y desarrollo de la rebelión popular norteamericana, que debe ser explotada en un sentido revolucionario, agitando la caída del gobierno por el efecto de las masas en lucha. Existe entre la situación norteamericana actual y la situación argentina de 2019 una diferencia de fondo, pues la consigna “Fuera Macri” no empalmaba con un cuadro de ascenso del movimiento de masas, sino más bien en un cuadro de contención del movimiento obrero, del movimiento de la mujer y de la juventud, como consecuencia de la profunda cooptación y subordinación de las direcciones de las organizaciones de masas al recambio capitalista. Efectivamente, el “Fuera Macri” tributaba al recambio peronista.
La negativa de sectores de la izquierda a levantar el “Fuera Trump”, empalma con toda una saga de procesos donde la izquierda rechazó la idea de levantar planteos “destituyentes”. En el caso de Chile la negativa a plantear la caída de Piñera vino de la mano del PC, que tiene un peso decisivo en la central obrera, y también del Frente Amplio. En Ecuador, la Conaie se opuso a luchar por la salida de Lenín Moreno. A fines de 2019, la izquierda francesa, en el marco de la huelga general más importante de las últimas décadas, se opuso al “Fuera Macron”. La negativa a desarrollar abiertamente un planteamiento de poder, cuando las rebeliones populares lo ponen sobre la mesa, equivale a renunciar a pelear por una dirección revolucionaria del movimiento. Sin esta orientación, la formación de un partido se reduce a la combinación entre propaganda marxista y desarrollo sindical, sin un planteamiento concreto, de carácter político, que oriente la rebelión popular.
De esta forma, se ponen en evidencia las tendencias democratizantes que operan entre cierta izquierda. La formulación de las consignas debe partir de la caracterización concreta del movimiento de masas para explotar su extraordinario filo revolucionario.

Frentes y partidos amplios

Una polémica de fondo se desarrolló en torno a los llamados frentes y partidos amplios y cómo debe pararse la izquierda. Sobre este punto, las tareas de la izquierda en Brasil concentraron una importante atención. Dentro del Psol de Brasil, un partido de tendencias, de carácter meramente electoralista, contrario a los métodos de lucha de acción directa de la clase obrera, que medra en los marcos del régimen y oficia como una colectora del PT, militan la LIS y la UIT-CI. En el cierre, Pablo Heller señaló que la integración pretendidamente “táctica” de estas izquierdas al Psol lleva 16 años de existencia y se ha transformado en la vía para una adaptación política. El Psol, que surgió como una ruptura por izquierda al PT en 2004 con el objetivo estratégico de “recuperar al PT de los orígenes”, no ha evolucionado y, no solo que está lejos, sino que cada vez se aleja más de ser un canal de impulso de la lucha de masas y de reagrupamiento de vastos sectores de la clase obrera. El Psol transita un largo recorrido de evolución hacia la derecha. En la actualidad, el Psol se encuentra impulsando una coalición “democrática” con el objetivo de derrotar a Bolsonaro en el proceso electoral. La pretensión del “bloque de izquierda” dentro del Psol, que apunta a “recuperar el Psol de los orígenes”, es la vía por la cual la izquierda termina entrampada en el seguidismo al nacionalismo capitalista. Por su parte, la FT-CI, cuyo ingreso al Psol fue rechazado por la dirección del mismo, integró y llamó a votar las listas del Psol en 2016 y 2018, en el mismo momento en que este llevaba a candidatos como Luiza Erundina, de larga trayectoria de integración de gobiernos capitalistas e incluso de represión a los trabajadores. En las elecciones municipales de este año, Erundina vuelve a candidatearse por el Psol. Del mismo modo, el Frente Amplio de Perú, integrado por la UIT-CI, representa un agrupamiento opuesto a la estrategia de la lucha por el gobierno de trabajadores.
El Partido Obrero desenvolvió una delimitación de fondo contra esa política y defendió la lucha por la puesta en pie de partidos revolucionarios. Sobre la base de caracterizar que en América Latina se incuba una segunda ronda de rebeliones populares y que están presentes las tendencias a la agudización de la crisis y las guerras, defendimos la perspectiva de estructurar partidos revolucionarios de combate de la clase obrera para luchar contra los regímenes capitalistas y por gobiernos de trabajadores. En el mismo sentido criticamos la línea reiteradamente pregonada por la FT-CI de editar “informativos de izquierda”, a la que le opusimos la edición de prensa revolucionarias de lucha política. Esta orientación fue volcada previamente en un documento presentado por el PO, el GAR de México, la Fuerza 18 de Octubre de Chile, la Juventud Obrera de Costa Rica, la Agrupación Vilcapaza de Perú, la Agrupación León Trotsky de Uruguay y la Agrupación de Trabajadores Bolivianos, titulado “Un programa y una estrategia revolucionaria para la intervención en América Latina y EE.UU”. Fue el único aporte por escrito, presentado previo a la Conferencia, que avanza en una caracterización de la etapa y fija un programa y una estrategia política.

Perspectivas

El plan de acción votado, sobre la base de claras definiciones políticas, diferencian a la Conferencia de un mero foro de discusión. Desde el PO combatimos, desde un inicio, la pretensión de transformar la iniciativa que habíamos propuesto en una “charca discutidora”, es decir, en un mero debate por fuera de una acción común y una continuidad. El debate y las divergencias sobre caracterización, consignas, programas y estrategia se deben realizar en el marco del frente único de lucha.
En la misma línea, el PO fue la única de las fuerzas del FIT-U que defendió la continuidad de la Conferencia, incluso poniendo una fecha tentativa. En ese marco, aceptamos y defendimos la propuesta parcial de la FT-CI de que se inaugure un boletín de discusión entre las organizaciones participantes de la Conferencia. Mientras la primera propuesta fue rechazada por la FT-CI, la UIT-CI y la LIS, la segunda solo fue bloqueada por la LIS, que arguyó, en boca de Alejandro Bodart “tener una agenda muy cargada”. La negativa a asumir estas propuestas permitió constatar (una vez más) que la invocaciones al internacionalismo, de espaldas al frente único y a un debate franco, en ese marco, son solo una fachada para la autoconstrucción.
En lo inmediato, es responsabilidad de todas las organizaciones que fueron parte de la Conferencia, empezando por los partidos del FIT-U, la realización efectiva de las actividades votadas. El PO batallará por ello. Al mismo tiempo, insistiremos en la necesidad de darle continuidad a la iniciativa de reagrupar a la izquierda latinoamericana, para ofrecer un polo de independencia política de los trabajadores, para luchar por una salida obrera, socialista y revolucionaria a escala continental.

Pablo Giachello

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