lunes, 8 de junio de 2020
A 80 días de decretada la cuarentena, ¿qué pasa con las medidas para “cuidarnos”?
El IFE y el subsidio a los desempleados en el mundo y en América Latina.
Pasados 80 días del decreto que paralizó la actividad económica en la Argentina y dispuso la cuarentena obligatoria es posible intentar un balance de las medias tomadas para garantizar que puedan ser sostenidas por toda la población.
Es claro que el Covid-19 no produjo las tremendas desigualdades que existen y se profundizan desde hace 50 años, pero las puso en primer plano cuando hubo que mirar las condiciones del conjunto de la población. Es obvio que no es lo mismo la cuarentena en Nordelta que en Villa Azul.
A pesar de que al virus lo trajeron las personas que viajaron fuera del país, los más afectados por la cuarentena han sido los trabajadores, que son los que menos viajan al exterior.
Desde el descuento del 25% de los salarios pactada por los burócratas de la CGT, como siempre sin una mera consulta a las bases que lo sufren, hasta el nuevo robo a la movilidad jubilatoria.
Pero los que más han sido golpeados por el desempleo por el parate económico son el 40 % de la mano de obra activa que no está registrada y los que desde antes del Covid-19 no tenían ningún empleo.
Las cifras de esta situación hablan por sí solas de esta realidad.
Más de 12 millones de personas se anotaron para el subsidio de $ 10.000, 4 millones no lo recibieron y recién en los primeros días de junio se terminó de cobrar, reduciendo el subsidio a $125 por día por familia. En 80 días esto es lo que recibió una familia para “bancar” la cuarentena para comer, higienizarse y cuidarse del virus, una medida que explica porqué decimos que Fernández no garantiza la cuarentena.
En muchos países se implementó un subsidio por la cuarentena que permitió sustentar el confinamiento y la imposibilidad de trabajar.
En Hong Kong el gobierno paga un subsidio de 1.280 dólares por cada ciudadano que no puede trabajar; en Bélgica asciende a 1.300 euros; en Australia es de 750 dólares; en Italia de 400 euros.
En Japón 120 millones de personas sin empleo recibirán 855 dólares mientras dure la cuarentena, lo que según el gobierno nipón significará un crecimiento adicional del PBI del 1 %.
En América latina también
En El Salvador 1,5 millones de desempleados recibirán 300 dólares por 3 meses, además de la suspensión del pago de los servicios públicos; en Panamá es de 100 dólares y se reducen los costos de los servicios públicos; en Perú, 13 millones de trabajadores recibirán un subsidio de 110 dólares; en Bolivia, el subsidio es de 72 dólares más una reducción del 30 % en las tarifas de los servicios.
En Puerto Rico no dejaron de aplaudir a los trabajadores esenciales, pero les otorgaron un bono salarial que va de 2.500 a 4.500 dólares. Aquí, el gobierno nac & pop de Fernández, aún no terminó de efectivizar los 72 dólares para los trabajadores de la salud que prometió en marzo.
En Argentina se han multiplicado los reclamos de trabajadores despedidos y desocupados que denuncian el desamparo frente a la cuarentena y sus efectos en la vida de la población, y más aún, son reprimidos cuando protestan como ocurrió con los trabajadores del Frigorífico Penta o los campesinos de Quitilipi, Chaco.
La crisis con la provisión de alimentos a los miles de comedores populares, que dejó sin alimentos a la población más vulnerable y que aún no se resolvió, mostró dos cosas: una, que el Estado es un botín de las empresas privadas, que lo saquean con sobreprecios y dos, que una impresionante cantidad de trabajadores no tiene para comer en un país que produce alimentos para 400 millones de personas.
Sin embargo, la crisis de sobreprecios en los alimentos no puede ocultar que la situación era previa al Covid-19. A mediados del año pasado, la totalidad de las organizaciones populares ganamos las calles, incluyendo un enorme acampe piquetero de 48 horas del Polo Obrero y el Frente de Lucha para denunciar el descomunal aumento de la pobreza, la desocupación y la falta de asistencia a los comedores populares que desbordaban de pedido de alimentos, lo que incluía a trabajadores con salarios bajísimos y jubilados. En esa oportunidad el parlamento votó una ley de emergencia alimentaria que aumentaba el 50% la asistencia a los comedores sociales, ¡ni Macri, ni Fernández la aplicaron, ni siquiera bajo la pandemia!
Luego de 80 días de un enorme trabajo de miles de compañeras y compañeros (desafiando la enfermedad y casi sin condiciones sanitarias) que reciben, descargan y cocinan alimentos para cientos de miles, el gobierno ha anunciado un bono para las/os esenciales cocineras/os de los comedores populares de…. 3.000 pesos; en 80 días son 27, 50 miserables pesos por día. Además una parte de estas compañeras/os cobran un plan social de $ 8.500 por lo que fueron excluidos del pago del IFE.
Para la memoria de los compañeros de los comedores de las villas de Capital, Ramona, Víctor, Agustín y Carmen, responsables de comedores muertos por Covid-19, los 37 pesos son poco menos que un insulto.
Dos varas
Mientras los trabajadores y trabajadoras no pueden soportar el peso de esta cuarentena si no tienen los recursos, asistimos a propuestas de pago de la deuda externa cada vez más beneficiosas para los acreedores y que implican compromisos de ajuste para la población como por ejemplo hacia los jubilados y jubiladas. Se entregan subsidios millonarios a empresarios que siguen despidiendo, dejando a familias en la calle.
El impuesto a las grandes fortunas, con el que amagaron algunos diputados K, fue aplazado sin fecha y la toma de acciones de grandes empresas, en compensación por los enormes sudsidios, ni vio la luz. Alberto Fernández lo descartó de plano: “son ideas locas” dijo, para tranquilizar al FMI y los bonistas en medio de los compromisos de pago de la deuda.
Del otro lado está la Villa Azul, a la que solo acudió el Estado cuando estallaron los contagios, es decir, cuando ya era tarde.
Como defender a los trabajadores en la cuarentena
La estrategia de una derecha reaccionaria y bolsonarista que quiere reventar la cuarentena para no disminuir sus ganancias, se asienta en las necesidades elementales de una población asfixiada por la situación social y aunque no mueva a nadie expresa deformadamente una preocupación de los trabajadores. La respuesta no es la que reclaman la derecha y los empresarios que no tomarán un tren repleto a las 6 de la mañana para ir a trabajar.
La respuesta es la organización de los trabajadores para garantizar la cuarentena y las condiciones de trabajo para los esenciales, discutiendo protocolos de trabajo, reclamando los elementos de salubridad y los alimentos que se necesitan en la emergencia, para que la crisis la paguen los capitalistas, mediante un impuesto a las grandes fortunas como propone el FIT-U.
En los próximos días se producirá una confluencia unitaria y piquetera en las calles, sin precedentes en lo que va de la cuarentena. Casi todas las organizaciones no oficialistas, coincidiremos en una acción y un programa que denuncia esta situación y cuáles son nuestros reclamos para garantizar la cuarentena:
Provisión integral y preventiva de elementos y kits sanitarios para comedores y personas en riesgo, alimentos para los comedores populares.
Testeo de todos los espacios populares para evitar que se multiplique el virus y ¡no haya más Ramonas! Testeo de los grupos de contacto estrecho que se detectan.
Seguro al desocupado/a para todos los que lo necesiten de $ 30.000.
Apertura y aumento de los planes sociales. que duplique el monto de los actuales $ 8.500. y duplicación de la AUH.
Eduardo Belliboni
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