jueves, 11 de junio de 2020

Los Fernández reculan ante la extorsión de un monopolio cerealero

Las patronales quieren que “intervenga” para sacar al capital de la quiebra.

La noticia de las últimas 24 horas es la disposición del gobierno a abandonar su propósito de proceder a expropiar la cerealera Vicentin por medio de la sanción de una ley. El obstáculo más significativo para dar marcha atrás con la expropiación es la posibilidad de que no reúna los votos necesarios en Diputados, acompañado por la oposición de la tropa propia, desde el gobierno de Santa Fe y por parte de Sergio Massa. De otro lado, sin la herramienta de una expropiación, la quiebra de Vicentin no tendría salida. En este caso se llevaría puesta al Banco Nación y a numerosos capitales agrarios medianos. El Nación tendría un peligro patrimonial cierto, incluso sin el pagadiós de Vicentin, porque tiene una cartera de títulos públicos que cotizan en el mercado a la mitad del valor que figura en sus libros.
El concurso de acreedores que se ventila en Reconquista, Santa Fe, se encuentra estancado desde febrero, y el juez lo prorrogó hasta agosto, quizás por las vacaciones de invierno. La convocatoria debutó con una linda expropiación de los acreedores de la firma, incluido el Nación y los productores, porque el juez pesificó los reclamos sobre la empresa, para poder discutir sobre números inamovibles. Los créditos financieros a los exportadores (prefinanciación) se otorgan en dólares, porque el prestatario exporta en divisas internacionales. Entre los pesificados se encuentra la Corporación Financiera Internacional, de modo que una entidad internacional, al menos por una vez, deberá sufrir los rigores de la justicia local, con sede en el norte santafesino.
El concurso no va para ningún lado, porque Vicentin no acepta otro arreglo que no se compadezca con la continuidad mayoritaria del grupo, sea por número de accionistas o porque quede establecido en los estatutos. Así rechazó una oferta de compra por parte de Glencore, su socia en Renova: lo mismo hizo con un grupo encabezado por el ´memorable´ José Luis Manzano, ligado al grupo Vila; otro de un ex ejecutivo de Dreyfus, así como de otros. A los acreedores agropecuarios le propuso el pago del 50% de las acreencias. Los negocios del conjunto del grupo Vicentin, Vicentin Family Group, han sido afectados, como lo prueba que la planta de elaboración de aceite en San Lorenzo trabaja a la mitad de su capacidad. El asunto es que, si no se llega a un acuerdo, el juez debería fallar la quiebra de la empresa, y el pago a los acreedores con lo que recaude la venta de los activos. El resultado de la quiebra es la posibilidad de que los acreedores vayan por el resto del Vicentin Family Group. Vicentin se encuentra entre la pared de una quiebra de su principal negocio y la espada de una adquisición por parte de un grupo financiero inamistoso. Quienes desfilan por Reconquista para defender a Vicentin ni saben que el grupo enfrenta por un lado la quiebra, y por el otro una absorción hostil.
Los Fernández han salido a entrometerse en este impasse sin tener un plan de negocios que haga viable cualquier arreglo que logre con los acreedores. Intervenir una empresa es manejarla: conservar clientes y proveedores y obtener financiación. Es difícil hacerlo sin la garantía que otorga un derecho de propiedad, o sea que tiene que expropiar. Para intervenir necesita autorización del juez que, precisamente, debe tratar de rescatar el negocio. Si obtiene la autorización, el concurso queda congelado. A partir de aquí tiene abierto el camino para llevar un proyecto de expropiación al Congreso.
Los opositores al planteo del gobierno conocen esto mejor que los militantes de nuestro partido y nuestra tendencia. Por eso mientras atacan los slogans de la Cámpora y de Grabois, acerca de la ´empresa testigo´ y la ´soberanía alimentaria´, negocian en la trastienda una salida que el concurso de acreedores no ha conseguido acordar. Con el Nación quebrado, YPF con una deuda ocho veces superior a su capital en bolsa, y el estado entero en ´default virtual´, la consigna del gobierno es ´vayamos, y veremos que hacemos´. En pocas semanas recibirá el dictado del FMI sobre lo que debe hacer. El concurso de acreedores y una eventual quiebra ponen en jaque la financiación de todo el comercio agrario, basado en créditos internos en dólares, cuando la financiación internacional se repliega. Por si esto fuera poco, el ´pibe´ Guzmán se propone ofrecer a los fondos internacionales un bono que reditúa con el crecimiento de las exportaciones, que se quedarán de este modo con una parte de la renta de exportación.
Los socialistas hemos planteado desde cerca de un siglo la expropiación sin pago de toda empresa que despida, suspenda o cierre. Es una defensa de la clase obrera frente a la quiebra capitalista aislada o general. Una cosa diferente es apoyar una expropiación realizada por un gobierno capitalista para rescatar al capital, con el argumento de que el estado preserva el empleo. Esto es teóricamente insostenible, porque una gestión estatal sigue siendo una gestión capitalista, cuando el mismo estado quiere envolver la expropiación dentro de una empresa pública-privada. YPF ha anunciado que la crisis petrolera le ha creado un sobrante de cinco mil obreros, que va a despedir, quizás bajo el paraguas de la doble indemnización, que hoy es chaucha. YPF es una sociedad anónima, gracias a Néstor, entre otros, público-privada, que arriesga un juicio por u$s12 mil millones, por no haber expropiado e indemnizado a los accionistas privados, cuando lo hizo con el 51% de Repsol. Sobre Argentina no flamea aun la bandera roja del comunismo, pero sí la del martillero.
Los sindicatos de la agro-industria no deben mirar esta crisis desde la óptica de algún interés de corto plazo, por otra parte dudoso, sino con el entendimiento de que la crisis capitalista está instalada a largo plazo, que es sistémica y de conjunto, más precisamente, que tiene un contenido histórico.
Por eso no deben despilfarrar fuerzas en apoya una nacionalización capitalista, por otra parte, incierta, hipotética, y que acabará, de una u otra forma, en un rescate de las patronales a costa de la masa laboral.

Jorge Altamira
11/06/2020

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