Nuevo triunfo contra la moral dogmática
La insubordinación de las mujeres continúa su marcha sin pausa, fue el turno ahora de la interrupción voluntaria del embarazo que logró la media sanción en diputados y ahora va al Senado. La irrupción de las generaciones más jóvenes marcha un antes y un después para la moral dogmática.
La sociedad argentina ha dado un salto cualitativo en estos días. En esta segunda década del Siglo XXI ha instalado la necesidad de un derecho propio del Siglo XX. Este avance constituye un nuevo mojón en nuestra historia como Nación, una conquista democrática que se inscribe en los avances, limitados pero avances al fin, que se van logrando desde 1983 en adelante. Se emparenta con las leyes de divorcio de 1987, del cupo femenino en 1991, del matrimonio igualitario en 2010, de identidad de género en 2012 y más atrás en el tiempo con la sanción del matrimonio civil en 1888 o el voto femenino en 1947.
No es un hecho aislado
Detrás de la lucha de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo hay un movimiento que se viene construyendo desde hace más de tres décadas en los Encuentros de Mujeres, con un alcance federal, con horizontalidad en los debates y autonomía en lo político. Esto que en realidad es la construcción del feminismo, alberga una multiplicidad de demandas (de género, de diversidad sexual, contra el embarazo no deseado y la violencia sobre las mujeres…) que lo ha transformado en un movimiento de movimientos.
Fue en 1998 con la creación de la Comisión por el Derecho al Aborto, que diez años después mutó a Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que el tema se instaló con fuerza en la sociedad. No fue sencillo y vale aquí hacer un reconocimiento a las pioneras que durante muchos años bregaron en soledad, algunas ya fallecidas: Isabel Larguía, Nina Brugo, Marta Rosemberg, Dora Barrancos, Mabel Bellucci… muy especialmente Dora Coledesky, de la que fui amigo personal y compañero de iniciativas políticas. Obrera textil formada en el trotskismo, abogada después y exiliada en Paris, a su regreso fue de las principales difusoras e impulsoras del feminismo y de los derechos de las mujeres, recuperando así la tradición de las anarquistas de principios del siglo pasado.
Una nueva generación
El presidente Macri seguramente pasará a la historia por ser quién habilitó el debate parlamentario, pero si su idea era quedara encerrado en el reciento se equivocó de medio a medio. El debate se instaló en la sociedad, en las calles y plazas, en los lugares de trabajo y en los medios de transporte y han sido las nuevas generaciones, muy jóvenes, quiénes han hecho historia protagonizando con alegría y originalidad la ola que tiñó de verde el país. Este escriba ha sido testigo de esta “revolución de las hijas”, no pocas veces acompañadas por sus abuelas. No sólo por haber estado en la plaza y compartir varias horas con ellas, sino porque cuando hace unos días Página 12 publicó una foto de espaldas de cuatro nenas llevando en sus mochilas el pañuelo verde de la campaña descubrí, no sin sorpresa, que una de ellas es mi nieta, que está terminando la primaria. Esta mañana un wasapp sonó temprano “Abuela ganamos”.
En 1990 el escritor y periodista Carlos A. Brocato publicó un ensayo que marcó toda una época, Anticoncepción y aborto penúltima batalla contra la moral dogmática. Anunciando así que otras vendrían, por ejemplo la necesaria separación de la Iglesia y el Estado . Esta madrugada con la votación en diputados se ganó una batalla la próxima será en al Senado. Si no es ahora será en la próxima. Pero ya nada será igual.
En definitiva trata de batallas contra la moral dogmática en un país profundamente sexista, patriarcal, homofóbico, donde el oscurantismo clerical es una vez más el gran derrotado. Como cuando se opuso al divorcio legal, al matrimonio entre personas del mismo sexo o contra el uso de preservativos o la muerte digna. Es que sus seguidores no defienden ningún principio religioso sino un orden moral naturalizado, una moral única e inmutable en el tiempo.
Las mujeres y sobre todo las nuevas generaciones, son las que están cambiando esta historia.
Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda
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