En provincia alcanzamos el diputado nacional con 390 mil votos, un 4,5%. El piso fue superado mediante un corte a favor en el tramo a diputados, que superó los 355.000 (3,71%) requeridos por el piso proscriptivo del 3% del padrón. Aumentamos un 32% lo obtenido en las Paso, aunque sacamos 60.000 votos menos que en las definitivas de 2013 (5,05%).
El valor de la elección debe ser tenido en cuenta en el contexto de la ola macrista de votación y la feroz disputa con un peronismo herido de muerte, que termina perdiendo la provincia. La conquista en diputados se alcanza con un corte favorable al Frente de Izquierda que la ubica por encima del voto a Presidente y gobernador por un lado, y por encima del voto a intendentes y concejales por el otro. En el medio de una boleta de siete cuerpos y 84 centímetros, logramos un incremento a diputados del 22%, lo que a la postre se transforma en la llave de la conquista alcanzada.
Vidal derrotó a Aníbal Fernández a pesar de que Scioli retiene la supremacía en la presidencial; pero, al mismo tiempo el macrismo se alza con la mitad de los 135 municipios, tal vez el golpe más brutal a la dominación política nacional del PJ. El peronismo perdió ciudades gigantes como la capital platense, Bahía Blanca, Mar del Plata, Pilar y distritos tan emblemáticos del conurbano como Lanús -la cuna del inoxidable Manolo Quindimil—, Quilmes y Tres de Febrero... oh, casualmente los dos cotos políticos de la burocracia de la UOM. Por otro lado perdieron Morón, gobernado por el sabatellismo desde hace dieciséis años. Martín Sabbatella ahora fue vice de la tenebrosa candidatura de Aníbal Fernández.
Es decir que a las derrotas en las Paso de Raúl Othacehé (Merlo) y Mariano West (Moreno), dos caracterizados barones del conurbano, a manos de nuevos elementos pejotistas, se suma ahora esta debacle generalizada a manos del macrismo.
Herido, el aparato tradicional del PJ quedó confinado al conurbano y obligado a entenderse con una gobernación macrista y una eventual presidencia del mismo signo, lo que no hará más que profundizar los saltos de charco y la disgregación política. Massa es otro componente de esta descomposición política que llega con votos y con capacidad de negociación en una eventual salida de coalición; pero absolutamente menguado en su dominio territorial, que sufrió la migración en las instancias previas al domingo 25.
La provincia deberá ser gobernada como parte de un ajuste de tipo nacional, cuando el gobierno que se va perdió por el cúmulo de reclamos populares de todo orden, color y pelaje que están en la base de la votación opositora: el derrumbe de la salud y la educación, la crisis de obras hídricas, viales y de todo tipo y la lacerante crisis de vivienda que produce una ocupación de tierras a cada momento. La vice del jefe de gobierno que no urbanizó una sola villa en la Ciudad de Buenos Aires con el presupuesto más ventajoso del país, se enfrenta a la crisis social más imponente del país cuando la crisis de endeudamiento y de las cuentas provinciales requeriría un rescate mayúsculo de la Nación. Vidal, en línea con Macri, apuntará a un arreglo con el capital financiero que tendrá como contrapartida un ajuste contra los bonaerenses.
Es una incógnita determinar cómo aplicará semejante política un gobierno nacional que no cuenta como propia a la burocracia sindical -aunque busque un acuerdo con ella. Esa incógnita se duplica ante el derrumbe del aparato punteril del peronismo que fuera modelo de dominación "manzanera" en tiempos de Duhalde.
En este marco debe ser examinado el voto al Frente de Izquierda para diputados, distrito por distrito, en toda la provincia. Alcanzamos el pico en Ensenada con el 7,13% (Astilleros, YPF), con guarismos elevados en La Plata (6,89%), Bahía Blanca (6,33%), y por encima del promedio en Tigre (5,16%), Almirante Brown (5,44%), Matanza (4,73%), Ituzaingó (5,08%) y Hurlingham (4,87%). El conurbano estuvo levemente por encima del promedio provincial, lo cual demuestra el carácter esencialmente parejo de la elección en toda la provincia. Ese hecho refleja fundamentalmente el desarrollo territorial alcanzado por el Partido Obrero y la puntillosa campaña política, que no se detuvo nunca, ni antes ni después de las Paso.
La campaña pudo morigerar el retroceso de no pasar el piso de las PASO en agosto en decenas de distritos en los que el PTS no tenía lista. Al dividir el voto general, la categoría local quedó en blanco y no sumó al piso. El lugar más expectable para consagrar concejal, La Plata, quedó una vez más abajo por el voto a Patria Grande que, como Zamora en Capital, obstaculizó el ingreso de la izquierda.
Una fracción de la clase obrera nos ha votado en enclaves fabriles como Campana, Olavarría, Tigre, Escobar, Almirante Brown, San Fernando o Ensenada. Más aún entre docentes y estatales. La mayoría de los luchadores de ATE y la CTA nos votaron; del mismo modo, el voto fue enorme en la base docente y en el movimiento estudiantil. La conquista parlamentaria vale como tal, pero más vale de cara al nuevo período en la lucha de clases y la crisis política que se abrirá después del balotaje.
El macrismo ha logrado concitar incluso el voto de sectores de trabajadores, pero se trata de una salida por derecha, contra los trabajadores, que rápidamente encontrará sus límites y contradicciones insalvables. La transición política marcada por la crisis del peronismo y el radicalismo conocerá una nueva etapa y el Frente de Izquierda tendrá un enorme desafío político para intervenir y desarrollarse a partir de ella.
Nestor Pitrola
No hay comentarios:
Publicar un comentario