jueves, 22 de octubre de 2015
El 17 de Octubre de 1945
En el llamado “día de la lealtad” el peronismo recuerda el momento en que miles de trabajadores desbordaron la Plaza de Mayo en apoyo al coronel Perón. Ese día los trabajadores impusieron a las clases dominantes su voluntad de conservar las conquistas que habían obtenido hasta entonces. Pero también la clase obrera argentina consolidaba un camino hacia la subordinación a un movimiento nacionalista burgués que domesticaría a las organizaciones sindicales para disciplinar a los trabajadores.
La imagen de una movilización obrera que “por primera vez” ganaba las calles se ha transformado en un mito del discurso peronista. Se trataba efectivamente de una cantidad de trabajadores inédita; sin embargo, la historia del movimiento obrero argentino registraba hasta ese día innumerables movilizaciones obreras que recorrieron las calles enfrentando al Estado y su represión a manos del ejército y las fuerzas policiales, desde la primera huelga general a comienzos del siglo XX, la “Semana Roja”, las huelgas del Centenario o la Semana Trágica.
Menos de 10 años antes nomás, el paro de los trabajadores de la construcción había desatado una huelga general que en enero de 1936 conmovió a la ciudad de Buenos Aires con movilizaciones, enfrentamientos en las calles, barricadas para defenderse de la represión estatal. Aunque este fue su hito más emblemático, en los años siguientes la conflictividad obrera no cedería.
Por eso, el titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión del gobierno inaugurado por el golpe militar de 1943, el Coronel Juan Domingo Perón, decía en la Cámara de Comercio:
“Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando concientemente para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas, procurando una armonización perfecta de fuerzas, donde la riqueza no se vea perjudicada… Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa pero será siempre frágil y éste es el peligro que trata de evitar la Secretaría de Trabajo y Previsión… Las masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peligroso…”
Les hablaba a los representantes de las clases dominantes, les informaba un plan para contener la potencialidad revolucionaria de las masas borrando la perspectiva de una organización independiente de los trabajadores con la difusión de una ideología de colaboración de clases.
Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión. El 17 de Octubre
Perón favorecerá la sindicalización de los trabajadores alentando la formación de sindicatos dirigidos por las corrientes más conciliadoras y persiguiendo y proscribiendo a aquellos que no acordaran con el gobierno. A partir de ahí, la Secretaría impulsará una política de reformas laborales, con conquistas nunca vistas hasta entonces.
En diciembre de 1944, la Unión Industrial Argentina comenzaba a quejarse abiertamente frente a la política social de concesiones a los trabajadores.
En abril de 1945 se presentó un proyecto de la Secretaría que contemplaba la implantación del salario mínimo, vital y móvil, aumento general de salarios y participación en las ganancias, provocando la reacción y el rechazo de las entidades empresarias. A lo que Perón respondería que “estas fuerzas… han representado dentro del país la eterna oligarquía económica”.
Mientras, el embajador norteamericano Braden, realizaba una intensa campaña contra el gobierno. La “Marcha de la Constitución y la Libertad” de la oposición movilizó a miles de manifestantes el 19 de septiembre. La oposición se aglutinaba contra Perón forzando el pedido de renuncia y su posterior encarcelamiento.
Con Perón preso y destituido, los dirigentes sindicales evaluaron que “los patrones han comenzado a hacer una ostentación abusiva de su poder, proclamando a todos los vientos que la obra de justicia social iniciada desde la Secretaría de Trabajo y Previsión será desmantelada a la brevedad”.
El 14 de octubre, la propuesta de una huelga general ganó rápidamente terreno. Llamada para el 18 se produjo el 17 cuando grandes columnas de trabajadores marcharon hacia Plaza de Mayo. Con los trabajadores movilizados, Perón fue liberado y se dirigió a una multitud cercana a las 250.000 personas en la Plaza de Mayo, que vio lograda su principal demanda.
El movimiento obrero “columna vertebral” del Partido Peronista
El pronunciamiento de los trabajadores el 17 de Octubre abrió las puertas al proceso de subordinación del movimiento obrero.
Las elecciones que se convocaron para comienzos de 1946 plantearon a Perón el problema de la inexistencia de un aparato partidario propio. Los dirigentes sindicales le ofrecieron ese aparato político: en una asamblea realizada entre el 1º y el 8 de noviembre de 1945, se fundaba el Partido Laborista.
Un partido basado en los sindicatos fue la manifestación del peso de los trabajadores y sus organizaciones como fuerza a nivel nacional; sin embargo, surgido en estrecha ligazón con el proyecto peronista, que creó nuevos sindicatos, estatutos sindicales digitados por el Estado, favoreciendo la cooptación de sus dirigentes, impidió que surgiera una política clasista, lo que negó rápidamente todas las aspiraciones iniciales a conservar una porción de autonomía para el movimiento obrero.
Pocos meses después del triunfo electoral, en un discurso por radio el 23 de mayo de 1946, Perón ordenó la disolución del Partido Laborista y su fusión en una organización que se llamaría Partido Único de la Revolución Nacional.
En los años siguientes se profundizará la ligazón cada vez más estrecha de las organizaciones sindicales con el Partido Peronista y su burocratización. Cuando las condiciones económicas cambien a fines de los años ‘40, y no sea posible sostener la política social, el gobierno peronista optará por descargar la crisis en los trabajadores congelando salarios, aumentando la productividad del trabajo y preparando el retroceso de las conquistas laborales. El gobierno confiaba en el papel que jugaría la burocracia sindical; la respuesta de los propios trabajadores impidió la consumación de esta política, pero el gobierno de Perón fue derrocado.
La burocracia sindical consolidada y los dirigentes peronistas fueron una monumental losa sobre la clase obrera que impidió que ésta tomara un camino independiente para evitar que las crisis se descargaran sobre el pueblo trabajador como sucedió en los años que siguieron.
Es que aquel 17 de Octubre, el movimiento obrero se transformó en lo que sus dirigentes llaman la “columna vertebral” del Partido Peronista, sosteniéndolo, pero sometiéndose a la política que su “cabeza” le imponga.
A 70 años, la clase obrera debe transformarse en la cabeza del país oprimido, para eso debe romper con la ideología peronista de conciliación de clases, es decir, de colaboración con sus explotadores, y barrer con la burocracia sindical que desde aquellos años siguió desarrollándose al calor del apoyo estatal de todos los gobiernos.
El PS y el PC frente a la movilización del 17 de Octubre
Pocos días después del 17 de Octubre de 1945, La Vanguardia (publicación del Partido Socialista), decía acerca de esta movilización que “Los obreros, tal como siempre se ha definido a nuestros hombres de trabajo… no estaban allí… si cesaron en su trabajo el día miércoles y jueves [fue] estimulados por la policía”.
La Declaración del Partido Comunista del 21 de Octubre afirmaba: “El malón peronista –con protección oficial y asesoramiento policial– que azotó al país, ha provocado rápidamente… la exteriorización del repudio popular de todos los sectores de la república en millares de protestas… Se plantea así para los militantes de nuestro partido una serie de tareas: higienización democrática y clarificación política”.
La visión sectaria que estos partidos que se reclamaban de la clase obrera tuvieron frente a la acción que movilizó a cientos de miles de trabajadores, encontró su culminación en su integración a la alianza electoral que enfrentará al Partido Laborista en las elecciones, la Unión Democrática, uniéndose a los partidos de la burguesía apoyados por el imperialismo norteamericano.
Esta política los enfrentó a la amplia masa de trabajadores que acompañó a Perón, desistiendo de toda perspectiva de ser una alternativa política independiente para la clase obrera.
Esta ubicación no es más que la consecuencia de la política que estos partidos venían desarrollando en los años previos. El PS culminó así su defensa de la democracia capitalista, asimilando erróneamente el fenómeno peronista con el fascismo –que había masacrado a la vanguardia obrera y liquidado a sus organizaciones en Europa–.
El PC profundizaba también su línea estratégica de formación de “frente populares” definida por el estalinismo a mediados de la década del ‘30, integrando a los partidos obreros en alianzas con los partidos de la burguesía “democrática” para enfrentar al fascismo. Esta política les había costado muy cara a los proletariados europeos antes y durante la Segunda Guerra Mundial sacrificando los procesos revolucionarios que se desarrollaban, en función de sostener estas alianzas con la burguesía.
En la Argentina la política estalinista se demostró nefasta en los decisivos años ‘30 cuando el PC se construía en la clase obrera mientras avanzaba en una estrategia de conciliación de clases que bloqueó toda perspectiva revolucionaria y abonó el camino para la consolidación de un movimiento nacionalista burgués como fue el peronismo.
Alicia Rojo
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