La garantía de “gobernabilidad” en el centro de la campaña. El giro moderado de los principales candidatos hacia el orden. Las posibilidades del FIT.
Octubre empezó con un marcado giro político hacia la “responsabilidad” y el orden de parte de los tres candidatos de las fuerzas tradicionales. Scioli, Macri y Massa pretenden demostrar que tienen capacidad para sostener la “gobernabilidad”.
El eje puesto en esta preocupación es al mismo tiempo una confesión y un mensaje doble. Una confesión de que se terminaron los años de expansión y que se va camino a una crisis y su "correspondiente" ajuste, que requiere de su correspondiente orden. Y el esfuerzo de un mensaje “tranquilizador”, tanto para los dueños del poder, como hacia los sectores más conservadores de la sociedad que, ante una situación económica que no se manifiesta como una crisis abierta (aunque acumula contradicciones explosivas) aspiran a la “continuidad con cambios” (o viceversa).
Con el respaldo del grueso de los gobernadores e intendentes peronistas, la mayoría de los dirigentes sindicales y el establishment que empieza a tomarlo como su candidato; Scioli hace bandera de su capacidad de sostener el orden, incluso con un poco de “progresismo”. Busca ampliar el horizonte de su coalición e incorpora hasta Eduardo Buzzi y coopta a Mónica López, que hasta ayer daba la vida por Massa, pero como esa vida no gustó tanto, tiene otra para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.
El jefe de Gobierno porteño anunció que el radical Ernesto Sanz sería su ministro de Justicia y nombró a Alfonso Prat-Gay y Rogelio Frigerio como sus voceros económicos. La foto reciente con Hugo Moyano apuntó a demostrar que tienen algún diálogo, aunque sea con una de las fracciones de la “columna vertebral” del régimen argentino: la burocracia sindical. Pero cómo dice Néstor Leone en la última edición de El Estadista, esa foto es más la postal de una debilidad producto de las derrotas que le impidieron extenderse nacionalmente y conquistar gobernaciones (con Santa Fe como la más sentida), que una expresión de su densidad y fortaleza política. Sin gobernadores propios, acude a la dudosa garantía de una promesa de “pax” moyanista.
Sergio Massa definió que Roberto Lavagna encabezaría el equipo económico y José Manuel de la Sota, ubicado a la extrema derecha del peronismo nacional, sería su jefe de Gabinete.
Margarita Stolbizer no entra en este debate porque, para una fuerza que se propone administrar "progresistamente" los negocios capitalistas, median varios abismos entre su resultado y la “gobernabilidad". Su campaña intenta hacer de la derrota virtud, y perdido por perdido, pretende mostrar un triunfo reducido a las esfera moral. El actor de la ficción del spot interpreta muy bien su papel cuando afirma convencido que no le importa lo que pase “después de las 18hs”. De ahí el discurso anodino y sin fuerza atrayente. Si tiene algún crecimiento se lo deberá a las migajas que se caigan del resto.
Adolfo Rodríguez Saa puede mantener un nicho en San Luis, pero no mucho más, en un espacio de peronista ocupado por otros.
En este giro hacia el orden confluyeron a coro Scioli y María Eugencia Vidal para asegurar que están en contra del derecho al aborto, legal seguro y gratuito y de la legalización de las drogas. Con objetivo de dar señales contundentes de obediencia debida a otra institución del poder real: la Iglesia, que consagró un bonaparte universal en el trono del Vaticano.
Por su parte, Massa lanza un spot de “Far west” donde promete balas para todos y todas; y premios, pero sobre todo castigos, especialmente para los y las docentes.
Daniel Scioli, cada tres inauguraciones, le dedica una a algún tipo de policía: por graduarse, por renovarse y pertrecharse o simplemente para darle las gracias por existir.
La campaña no carece de demagogia de parte de ninguno de los candidatos, pero la impronta la pone su intento de mostrarse con la capacidad de erigirse en variantes de “partido del orden”. El teorema de Baglini se refuerza a medida que se acerca el 25 O.
Con el progresismo en crisis y sin polarización acentuada, el tono que toma la campaña hacia sus tres semanas finales abre posibilidades para explorar al máximo el universo y la capacidad de crecimiento del FIT y Del Caño.
Como dice el lema, entre los trabajadores que apoyaron a ambas listas del FIT, las mujeres (entre ellas muchas docentes, blanco de ataque de los candidatos o de condena por la negación del derecho al aborto) y la juventud estudiantil, trabajadora y precarizada, donde Del Caño demostró capacidad de “empatía” e identificación.
Esta realidad da fundamentos políticos a la necesidad de terminar de desplegar intensamente la campaña por el FIT, que tiene el piso en los resultados de las PASO, pero donde el techo es todavía un terreno en disputa.
Fernando Rosso
La Izquierda Diario
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