“He vivido para luchar” ha escrito en una carta reciente el histórico líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, que cumple 87 años este 13 de agosto de 2013, a un grupo de presidentes y vicepresidentes que visitaron Cuba el pasado 26 de Julio.
Sería difícil describir en pocas palabras una figura tan fuerte, polifacética, impactante y tan conmovedoramente humana como es Fidel Castro, un verdadero héroe moderno, que junto a su pueblo ha resistido con dignidad más de medio siglo de un sitio medioeval, como es el bloqueo impuesto por la potencia más grande del mundo, Estados Unidos.
Como dicen los analistas cubanos el bloqueo “no es un cuento”, no es una palabra al viento, es una realidad brutal, una táctica de guerra contra un pueblo que vive en una isla pequeñísima si se la compara especialmente con el territorio que ocupa su enemigo.
Es, sin duda, una guerra económica continuada a través de los años, que sigue existiendo a pesar de que el mundo se ha expresado mayoritariamente en contra de esta medida. El daño económico que causó a Cuba el bloqueo se estima en más de cien mil millones de dólares y debido a lo que esto significa en costos humanos, en inmensos sacrificios para lograr insumos medicinales y otros, además de utilizar leyes extraterritoriales y regulaciones que afectan a todos los países del mundo, tiene consecuencias calificadas como “genocidio” a la luz del Derecho Internacional.
Sólo una dignidad inconmensurable pudo resistir todos estos años, y especialmente en los 90, después de la caída de la Unión Soviética y el campo socialista dejando en extrema soledad a Cuba, sometida además a una ola de acciones terroristas que hay que medir también en la comparación del victimario y la víctima, para entender a fondo de qué se trata.
El bloqueo es el más largo que haya existido en la historia contemporánea. Y también lo es la heroica resistencia de un pueblo, con una dirigencia de valores tan eternos como han requerido todas las circunstancias, incluyendo invasiones, guerras de baja, media y alta intensidad.
La resistencia cubana encontró solidaridades en los pueblos latinoamericanos, y muchas de las víctimas de atentados, asesinatos y persecuciones terroristas en nuestra región, ocurrieron como un “castigo” contra esa solidaridad.
Pero al final tuvo eco y reverdecieron las solidaridades ante los cambios producidos en América Latina en los últimos años, con el surgimiento de una unidad de integración de nuestros países, que contra vientos y mareas sostienen la decisión emancipatoria de sus principios.
Esos principios tienen base en el “sí se puede” que significó la permanencia de la Revolución Cubana, frente a semejante enemigo.
El surgimiento a fines del siglo pasado de la Revolución bolivariana, renovó el sueño independentista, extendido como un reguero en América, como una respuesta contrahegemónica a los nuevos intentos de recolonización continental, que ya nadie oculta.
Detrás de lo vivido en la historia de la resistencia latinoamericana de todos los tiempos, está esa figura inmensa y única de Fidel Castro, allí en la Isla pequeña, como un lagarto verde, al decir de sus poetas, a sólo 90 millas de su eterno enemigo.
Para entender aún más hay que recordar que la Revolución Cubana, fue el hecho más desafiante del siglo pasado, ya que surgió en los años 50 a partir del Asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, a cuya cabeza estaba el joven abogado Fidel Castro, en momentos en que la Isla sufría la dictadura de Fulgencio Batista y la rodeaban gobiernos dictatoriales como los de Haití y República Dominicana.
A instancias de Washington es que en 1948, habían asesinado al líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán, para detener un proceso histórico con enorme confluencia de masas en ese país.
En 1954 EE.UU. invadió Guatemala, gobernada por el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán para cortar la breve primavera democrática de un país cuya población a partir de la invasión y hasta los 90, sería la mayor víctima de desapariciones forzadas en el Continente. En América Central imperaban las dictaduras. Ese era el marco y todo el resto gobernado neocolonialmente por EE.UU.
¿Quién podía imaginarse que un grupo de soñadores revolucionarios llegados a las costas de Cuba desde una playa perdida en México en un barco pequeño y viejo (el Granma), que resistió a los oleajes de un mar implacable, serían los mismos Fidel, Ernesto Che Guevara, Raúl Castro y otros que en enero de 1959 llegarían triunfantes a La Habana y terminarían con la dictadura de Batista, uno de los hombres fuertes de EE.UU. en la región?
Ese poder de la imaginación para desafiar un imperio, ha sido el verdadero eje de las múltiples resistencias en Cuba y en Nuestra América. Una imaginación “necesaria como el agua y el fuego”, como dijera en algún momento el tan recordado presidente Hugo Chávez Frías en Venezuela, fallecido el 5 de marzo pasado, uno de los mayores dolores para Fidel Castro, su amigo y su padre en revolución.
En estos tiempos de criminales guerras coloniales en el mundo, hay que tener una imaginación poderosa para poner en pie a América Latina y sostenerla desafiando los intentos de retorno de un colonialismo tardío que terminará muriendo por su propia mano ensangrentada.
¿Qué decir de Fidel Castro en estos momentos, cuando su pueblo se prepara, junto a otros en el mundo, para festejar la vida en su cumpleaños 87, desafiante como siempre, con conciertos, cultura, vida, cantos?
Sigue siendo el mismo Fidel que desafió a los tribunales que lo juzgaban por el Moncada, a los que terminó juzgando con ese extraordinario discurso La Historia me absolverá que mostraba la coherencia de la continuidad histórica de la lucha de liberación contra el colonialismo español, el rescate de un pasado glorioso, para construir un futuro en revolución.
Rescató entonces, como lo hace ahora, la identidad de un pueblo nunca sumiso para crear sobre esa piedra fundamental la historia de la única Revolución Socialista que se mantiene y transcurre en una Isla pequeña, como una leyenda del siglo XXI que es en realidad la más acabada expresión de dignidad y amor de un pueblo. Una Revolución que nunca ha sacrificado ninguno sus principios que hacen de Cuba y su pueblo una luz en las oscuridades de un siglo que debió comenzar luminosamente.
Un siglo que transcurre bajo la enorme amenaza de guerras y destrucción ambiental, que podrían acabar con la humanidad en su conjunto como lo denuncia incansablemente Fidel.
Allí está él escribiendo cada día, hurgando en la conciencia de un mundo, que aún puede salvarse si escucha las voces que advierten desde la sabiduría revolucionaria, la humildad, desde el privilegio de adelantarse a los acontecimientos en un mundo incierto. Como un profeta revolucionario, con toda la pasión y la ternura con que mira el mundo por un catalejo de sueños que se hacen realidad en sus manos de orfebre hacedor de liberaciones.
Stella Calloni
La Jiribilla
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