sábado, 22 de mayo de 2010
Latinoamérica está esperando a Europa
Realmente que no existen métodos ni clichés cuando la ola de la historia comienza a enrollarse para ir levantado aguas y terminar batiendo su incontenible fuerza en la arena de la transformación. Quizá de allí la cantidad de escritos y visiones sobre lo que se vive en Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, por no unir a tantas otras naciones que ya pisan la misma marcha. Cuando la historia es empujada por las fuerzas de los cambios no se rigen por manual alguno.
A diario podemos leer variadas opiniones, unas desde adentro, otras exógenas y muchas otras finamente elaboradas como la filigrana mediática para confundir. Antes que ser un síntoma de extravío, lo es de precisión. Se está en un tiempo de revolución mundial. La crisis integral de la vida del ser humano sobre este planeta no es una más de las crisis a la que nos acostumbramos. Mucho apuestan a que así sea, a que todo pase y se siga en una cotidianidad acostumbrada. Pero no es así.
Desde finales del siglo 20 comenzamos a ver signos de un quiebre paradigmático. El modelo capitalista imperialista caía en una depresión signada por la imposibilidad de ser viable por más tiempo. A su vez ya las conciencias del pueblo se sublevan en posturas que enfrentan y exigen el final del imperio. La marcha de la historia es quizá un tanto más lenta que la de nuestras vidas, aunque se acelera en los momentos de cambio. El triunfo de Hugo Chávez Frías en Venezuela, producto de una decisión nacida más allá de las maquinarias electorales, nacida del deseo de cambio y transformación de nuestro pueblo, que apostó a depositar en éste ser atrevido y valiente que años antes enfrentó al sistema y pagó por ello en la cárcel, el triunfo de Chávez fue la luz verde para el avance de la historia. Como ha cambiado la situación política de nuestro planeta, lo quieran reconocer o no todos los que viven atrapados en el pánico a los cambios. Venezuela es otra, Cuba es otra, la relación de poderes en el mundo es definitivamente otra, más allá del concierto de críticas y posturas, este mundo jamás volverá a ser el mismo antes de que Hugo Chávez nos proclamara aquel inmortal grito de “por ahora”.
Diez años antes de que empezara a resquebrajarse el piso del capitalismo, ya se había fracturado la dominación que el mismo imperio ejercía sobre nuestras tierras. Al pasar de los años, aunque nadie lo sospechara, la conciencia de los pueblos ha avanzado a niveles irreversibles en el camino de la historia. Más allá de esto, en el comienzo del siglo 21, estalla, implosiona la misma sociedad capitalista.
Desde aquella tarde en que estalló en mil pedazos Leman Brothers, de a poco se nos viene encima el andamiaje del mismo imperio. Cada día se alimentan más de desempleados las fuerzas revolucionarias en el mismo ceno del país imperial y en aquella Europa que se creía exenta de los movimientos telúricos sociales.
Grecia, aquella ciudad inicial de nuestras culturas, ha sido elegida como mecha para la explosión de la gran crisis. A diario cada país de Europa sufre en su bolsillo lo que antes tan solo era una narración mediática, a diario las vitrinas de las avenidas principales son reventadas por la ira que produce el hambre, el desempleo, la exclusión y la desesperanza.
Escribir aquí hoy que todas estas crisis separadas, como islotes independiente en este mar de leva, terminarán conformando la gran fuerza que cambiará la historia, será quizá un atrevimiento que pagaré con una avalancha de comentarios. No importa.
La América entera está esperando Europa. A diario serán más los que vean las llamaradas del fuego que cambia y transforma las cosas, a diario será más alto el grito de quienes piden un mundo nuevo. Cada vez estará más pronta la llegada del estampido de la ola sobre la playa en la que todavía hay muchos que se duermen en palabras inertes. Hoy cosas que están cambiando, la historia se mueve, imperceptible, hacia una gran transformación.
Llegará la fuerza de Europa y nos uniremos a ella, después de Grecia, España o Francia, quien sabe. Pero ya se detonó la reacción en cadena. Seremos lo que siempre debimos haber sido: una sola raza, una sola tierra.
Venceremos.
Raúl Bracho
brachoraul@gmail.com
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