martes, 9 de septiembre de 2008
Allende vive
LA LUCHA SIGUE !!
El martes 11 de septiembre de 1973, la felonía arropó uno de los procesos
revolucionarios más importantes gestados en América Latina. A partir de ese momento el pueblo chileno fue conducido por un oscuro camino del que emergió después de realizarse un plebiscito nacional en 1988 que derrotó la dictadura impuesta porel General Augusto Pinochet.
El compañero Presidente Salvador Allende, gana las elecciones el 4 de septiembre de 1970 con el respaldo del soberano que le cede la responsabilidad de dirigir al país con el compromiso de caminar por los senderos del socialismo y así fundar una sociedad donde la igualdad y la equidad permitieran al pueblo acceder a sus derechos primarios. Desde el momento en que laUnidad Popular triunfa, el imperialismo intentó corromper al pueblo. Obreros, trabajadores, empleados fueron tentados por los monopolios trasnacionales para que conspiraran contra la UP; sin embargo, este sector de la población no se plegó a las intenciones de los golpistas.
El Presidente Allende fue sacado del poder usándose como pretexto la necesidad de salvaguardarla defensa de “la civilización occidental y cristiana” y “el respeto a la personalidad humana”. Paradójicamente, los militares que se sublevaron con la bendición de sectores civiles, se dedicaron a violar de manera sistemática los derechos humanos; extirparon cualquier tipo de resistencia popular. El asalto de los generales “defendió el derecho” de los capitalistas nacionales y extranjeros, supeditó los intereses del pueblo a los grandes capitales. El proceso revolucionario llevado adelante por la Unidad Popular lesionó las ganancias que los poderosos grupos foráneos tenían en Chile. Aún permanece latente en la memoria de los pueblos del orbe el cierre del Congreso Nacional, la proscripción de los partidos políticos de izquierda, la clausura de diarios y emisoras de radio que apoyaban al gobierno y lo que fundamentalmente generó el filofascismo: la violación de los derechos individuales y colectivos.
La figura emblemática de Salvador Allende defendiendo la institucionalidad permite valorar el compromiso adquirido por el presidente ante Chile y el mundo. No claudicar ante el fascismo implicaba enfrentar la muerte de ser necesario; en efecto, Allende prefirió entregar su vida antes que traicionar al colectivo chileno. Los fascistas del 11 de septiembre no sólo atacaron un proyecto político, bombardearon la constitucionalidad; intentaron borrar todo vestigio de oposición que pudiera hacerle sombra en los años de dictadura que estaban por comenzar.
Allende y los compañeros que murieron por defender los ideales socialistas permanecen en nuestros corazones como vivo ejemplo de entrega y desprendimiento; son huellas a seguir pues abrieron el camino hacia la utopía, vía donde la libertad representa el estado infinito de felicidad social y la solidaridad con el pueblo un deber ineludible. En su última alocución, Allende cifra sus esperanzas en los trabajadores, los considera hombres capaces de superar el momento duro, aciago para abrirse paso al establecimiento de una sociedad libre donde el hombre sea el ejecutor de su destino. Allende vive en las grandes alamedas del socialismo, en el pensamiento de todo revolucionario.
José Gregorio González Márquez | Para Kaos en la Red
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