Las aguas del Riachuelo tienen memoria de viejas epopeyas populares.
A sus márgenes fueron organizándose los batallones de gauchos, pampas, españoles y mulatos que lograron reconquistar Santa María de los Buenos Aires de la usurpación inglesa.
Cuando la curva del siglo veinte ingresaba a la parte final de la primera mitad del siglo, sus aguas fueron cruzadas por obreros que reclamaban por la libertad de su líder preso por una camarilla militar.
También hay narraciones de reuniones clandestinas de anarquistas y huelguistas a lo largo de décadas en embarcaciones que solían estacionarse en las aguas del pequeño río.
Pero en los últimos cuarenta años, las aguas del Riachuelo son el sinónimo de la contaminación y la corrupción de aquellos que prometieron limpiarlo y se quedaron con fondos públicos que nunca llegaron a lograr ese fin.
Y a pesar de tanta basura y desidia acumulada, en sus orillas siguen creciendo las ilusiones del pobrerío.
Las villas crecen con números como nombres.
Las crónicas periodísticas señalan que “a tres meses de que la Corte Suprema de Justicia emitiera un fallo histórico que establece plazos concretos para limpiar el Riachuelo, miles de personas todavía siguen viviendo en asentamientos a sus orillas. Expuestos a un aire envenenado por metales pesados, comiendo frutas y verduras que son en un 70 por ciento limpiados con el agua del Riachuelo, los habitantes de la Villa 26 y sus vecinos de la 21-24 subsisten en condiciones impensadas, donde ver flotar cadáveres es cosa de todos los días, al igual que las incontables muertes infantiles por parasitosis, infecciones externas e internas y enfermedades pulmonares”.
Postales de la injusticia social en pleno corazón de la Argentina.
Los números de la Sindicatura General de la Ciudad de Buenos Aires dicen que allí viven unas 170 familias (680 personas aproximadamente). Sin embargo, la realidad es más grande, son más de mil personas en más de 200 hogares.
Familias conviviendo con gérmenes.
Hay parásitos por todos lados, dicen las estadísticas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Una investigadora señaló que “la situación es grave porque los parásitos producen desnutrición, diarreas, alergias, y pueden afectar el desarrollo intelectual”.
El territorio subordinado a los intereses de los grandes señores feudales.
Las industrias tiran la basura en las aguas del Riachuelo sin ponerse a pensar en las decenas y decenas de familias que sobreviven a sus orillas.
Dice Isabel, habitante de estos lugares tan cercanos a Buenos Aires, tan lejanos a la buena vida: “Cada dos por tres, miramos por la ventana y vemos flotar cadáveres. Para nuestros hijos, ver un finado ya es algo común”.
Pibes que conviven con la muerte, las familias de las villas que rodean al Riachuelo sintetizan la impunidad de aquellos que convirtieron aquellas aguas de buena memoria en una pesadilla cotidiana en el presente.
Nadie sabe cuándo se harán realidad las promesas permanentes de los distintos oficialismos que prometen sanear al Riachuelo.
Mientras tanto, entre cadáveres flotantes, por ese misterio que está en la apasionada obstinación de los que pelean todos los días, las familias de las villas que rodean el pequeño río insisten en poner sonrisas y pelean para que sus pibes sean felices.
Ellos si que tienen sus almas sanas a pesar de tantos pesares.
Carlos del Frade (APE)
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