martes, 29 de julio de 2008

Memoria contra bandidos

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

Todo ejercicio artístico por la memoria histórica vale por sí mismo. Pero si la realización logra fidelidad y dignidad estética el valor se acrecienta.
La Televisión Cubana estrenó el último fin de semana un teledrama al que le viene ajustada la anterior afirmación: Polo Viejo bajo mi piel. Un episodio real de la lucha contra las bandas contrarrevolucionarias que operaron en la década de los sesenta en el Escambray se situó en el centro de una trama que reflejó las dos partes del conflicto: de un lado, la miseria moral de los criminales arropados por las autoridades norteamericanas; del otro, una lección de resistencia impartida por gente común y corriente, pobladores de un intrincado rincón de la topografía montañosa del centro de la Isla, que nunca se propusieron ser héroes, pero que lo fueron a la hora de la verdad.
El realizador Jorge Alonso Padilla partió del testimonio de Aurelio Gutiérrez, La defensa de Polo Viejo (Gente Nueva, 1988) para reconstruir los hechos acontecidos el 25 de enero de 1963, cuando 40 bandidos, entre los cuales se encontraban el tristemente célebre Julio Emilio Carretero y Ramón del Sol, el Charro de Placetas, atacaron el caserío y asesinaron a los campesinos Fermín Lubín (Vizcaya) y Eustaquio Calzada Ponce, sin poder conseguir su propósito: la toma del puesto de milicias, defendido por dos muchachones, un anciano, una mujer y un niño. Un tiro en la cabeza de los defensores le hizo justicia a uno de los asesinos del alfabetizador Manuel Ascunce, crimen que cometió bajo las órdenes de Carretero, autor de 26 asesinatos y 116 actos de terrorismo hasta su captura el 28 de marzo de 1964.
El teledrama tuvo sus mejores momentos en las escenas de acción y el correspondiente reflejo de las actitudes de los involucrados en ellas, gracias a la eficacia de la fotografía de Abel Fernández, el ritmo de la edición y las actuaciones, capítulo en el que destacaron el experimentado Luis Rielo en el papel de El Cubano, Ketty de la Iglesia como Petrona del Sol, el niño Luis Andrés Menduiñas, Herón Vega y Jorge Martínez como bandidos, y Rubén Breñas, quien transmitió con notable economía expresiva la recia estampa del herrero Vizcaya.
La idea de contar la historia desde el presente no acabó de cuajar debido a más de un toque sensiblero, salvado hacia el final mediante el encuentro de los protagonistas reales con los realizadores y actores.
Polo Viejo bajo mi piel se inscribe en una tradición épica y ética del audiovisual cubano que debe continuar.

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