Presentamos un extracto de un extenso trabajo de Guillermo Caviasca(*), en el que se propone discutir las implicancias de las recientes declaraciones de Hugo Chávez sobre el conflicto colombiano y sobre la inviabilidad del método guerrillero. El autor se propone hacerlo a la luz de la historia del siglo XX y las diferentes vías que se dieron los pueblos para avanzar en su emancipación y lograr la independencia nacional. "Este no pretende ser un artículo neutral ni académico, por el contrario buscamos discutir la pertinencia de diferentes métodos de lucha y reflexionar sobre las ideas de progreso y revolución", dice Caviasca.
La guerrilla colombiana (y no sólo ella) tiene futuro
(…) El régimen colombiano y el imperialismo yanqui apuestan todos sus recursos al debilitamiento y disgregación de la guerrilla colombiana. A su desaparición como factor de poder por largo tiempo. Es parte de una estrategia continental que se relaciona con el secesionismo en Bolivia, la desestabilización en Venezuela y el despliegue de la IV flota. Esto en primera instancia, porque también tiene políticas destinadas a encuadrar a la burguesía brasileña, limar las aristas autónomas del gobierno argentino y consolidar la integración de Perú dentro se los regimenes vasallos. La existencia de una guerrilla poderosa en Colombia es el primer obstáculo a superar para garantizar una estabilidad prolongada al principal aliado yanqui en la región. Por lo tanto la guerrilla debe ser defendida por ser la primera trinchera de combate.
Pero la revolución la hacen los pueblos y sólo la construcción de un poderoso movimiento popular contrahegemónico generará las bases para una nueva ofensiva revolucionaria en el país hermano. ¿Qué es la construcción de poder popular sino la capacidad de las clases subalternas de darse sus propias organizaciones en todos los planos? De tener su propia política, su propia justicia, su propia cultura y sus propias fuerzas armadas. La guerrilla colombiana evolucionó genuinamente desde el campesinado, tiene una larga experiencia como autodefensa de las propias clases oprimidas. ¿Por qué apostar a su desarme? ¿Cuántas décadas deberán en el futuro los colombianos transitar para regenerar nuevas estructuras militares propias? Porque si bien revolucionarios deben ofrecer su disposición a una salida no violenta que incluya las reformas democráticas y sociales mínimas necesarias, nos preguntamos ¿en el marco social y político colombiano la resistencia armada no cobra clara legitimidad hasta para muchos reformistas burgueses bienintencionados?
La guerrilla colombiana es una respuesta a una formación social anacrónica. Las viejas clases dominantes sólo pueden subsistir mediante el terror y el apoyo externo. Una formación social que responde más a las características de los viejos Estados oligárquicos de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX pero que mediante el ejercicio de la violencia sistemática ingresó al siglo XXI buscando metamorfosearse en oligarquía neoliberal. Como dijo Mariátegui esta “mediocre metamorfosis” no implica progreso social, por el contrario, perpetúa las condiciones de explotación y deformación dependiente del Estado en nuevas condiciones del capitalismo mundial. La extrema violencia de la sociedad colombiana es consecuencia de esto. Y la guerrilla es lo opuesto, es la necesidad de cambio radical acumulada como una olla a presión por décadas. Por eso la guerrilla subsistirá.
En los 90 el mundo vivió una triste noche. La “caída del muro de Berlín” llevó a muchos a perder las esperanzas en la posibilidad de que los cambios sociales profundos estuvieran al alcance de la lucha de los hombres. En ese momento el imperialismo se lanzó con toda su furia asesina sobre países soberanos y los movimientos revolucionarios latinoamericanos naufragaron unos tras otros entre la defección, el transformismo y la derrota. A pesar de ello las FARC y el ELN permanecieron incólumes, soportaron golpes, y se mantuvieron como una señal de que la lucha por el cambio total, de la naturaleza misma de la sociedad era viable. Sostuvieron en alto las banderas de la revolución, no se transformaron al posibilismo posmoderno ni aceptaron las reglas del sistema. Por eso respaldamos a la guerrilla colombiana y debemos seguir haciéndolo, desde nuestra militancia, con nuestro pensamiento o acción. Porque en Colombia se juega una batalla del destino de Latinoamérica en un momento en el cual las clases reaccionarias recuperan su agresividad en varios países de nuestra patria grande. Porque les agradecemos haber seguido luchando y tenemos confianza en la victoria.
(*)Guillermo Caviasca integra la agrupación Túpac Amaru, en el Frente Popular Darío Santillán
El artículo completo se puede solicitar a su correo electrónico: helicopterox@yahoo.com.ar
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