Un hecho para hacer notar es que una minoría pueda imponerse frente a una mayoría: 87 diputados pesan más que 153. Argucias de un régimen político que por último tiene como esencia defender los intereses de una clase minoritaria. Pero quien haya seguido los acontecimientos de este miércoles 11 en el Congreso habrá percibido la diferencia brutal entre la indignación, la bronca, el repudio y la valentía de miles de jubilados contra un despliegue represivo descomunal y la pasiva aceptación de la “derrota” -incluso antes de votar- por parte de los diputados que defendían el “aumento” -con la descontada excepción de los diputados de la izquierda. Lucha afuera, “resignación” adentro.
El triunfo del veto estuvo asegurado mucho antes de la sesión, cuando el gobierno pudo comprar votos sin pudor y a toda luz. Milei “bajó a la Tierra” para fotografiarse con los representantes de la casta, con “violadores fiscales” y “ratas inmundas” a sabiendas de que su provocación no iba a tener respuesta y sus opositores no iban a redoblar su campaña contra el veto.
Incluso, horas antes de votar, el ministro Caputo sacó y propagandizó la resolución que prohíbe a municipios y provincias meter en las facturas de servicios el pago de tasas e impuestos propios; un golpe a la recaudación cautiva con la cual se sostienen cajas importantes que maneja “la casta”.
Los dialoguistas
El veto de Milei contra los jubilados pasó porque dejaron que pasara. Los partidos de la “oposición dialoguista” comprendieron que la derrota del veto ponía al gobierno en una notable precariedad: ampliamente minoritario en ambas cámaras, recorrido por crisis permanentes, la agenda política iba a ser marcada por el Congreso y no por el Ejecutivo.
El sostenimiento de Milei es un reclamo de la clase capitalista, no porque haya resuelto ni mucho menos la crisis económica -incluso la está agravando– sino porque está encabezando un ataque contra los trabajadores de características históricas, que se concentra por un lado en el ajuste descomunal que habilita, déficit 0 mediante, un traspaso de recursos de los trabajadores a los capitalistas -entre ellos los de los ¡jubilados!
El punto estratégico del ataque de Milei a los trabajadores que la burguesía aplaude es la liquidación de históricas conquistas en el régimen laboral para imponer la dictadura patronal en los lugares de trabajo y mejorar la rentabilidad sobre la base de una mayor explotación. El diputado Martín Tetaz de la UCR -que defendió en el recinto un aumento para pagar “la miseria que pagaba Alberto Fernández” (sic)- preside la Comisión de Trabajo de Diputados donde se discuten los proyectos de reforma laboral más osados contra las indemnizaciones, jornadas laborales, convenios colectivos, organización sindical, etc. El 56% de los votos que obtuvo Milei encubre a los opositores parlamentarios para que avancen con el plan negrero.
¿Y el peronismo? ¿Y la CGT? ¿Y CFK?
Son quienes tienen la mayor responsabilidad, y no solo por los tres diputados que votan todo lo que Milei manda, ni por los que cacarean en el recinto pero impulsan el Rigi -o los Rigi propios como Kicillof- y la motosierra en sus provincias. Las distintas fracciones en las que está dividido el peronismo han trazado una línea común: dejar que Milei haga el trabajo sucio -con el cual coinciden- y luego ver cómo rearmarse electoralmente para volver al gobierno o incluso armar una salida con el programa reaccionario si este sucumbe. En esta línea se inscriben los coqueteos con la vice Villarruel. Guillermo Moreno no se cansa de atacar la calle y promover un juicio político futuro a Milei que necesitaría los dos tercios. Nada, que haga el trabajo sucio y punto. Y de última el juicio político terminaría en la sucesión de Villarruel, la vice de “mirada peronista” según Mayans y Moreno.
Bien mirada esto lo es que dice Cristina en su carta abierta, donde reconoce que hay una tregua frente al gobierno de Milei –“aunque no crean que es absoluta”. La esencia de la carta de CFK es la coincidencia con los propósitos reaccionarios del liberfacho en cuestiones “sensibles”, que se da en el contexto de despidos, rebajas salariales, represión, persecución contra luchadores, etc. Cristina plantea la necesidad de avanzar en la reforma laboral cuando dice que el peronismo “no se da cuenta que las relaciones laborales se han modificado sustancialmente”; incluso pide revisar el papel del Estado (habilitar privatizaciones) y reclama una amplia reforma educativa -justo cuando se votó la “esencialidad” para liquidar el derecho de huelga de los docentes sin que el sindicalismo kirchnerista haya hecho siquiera un paro de advertencia; en el medio de los ataques de Pettovello también va contra los “intermediarios” de los planes sociales, con el planteo de la universalización a la que siempre se opuso. Todo esto mientras oculta tras la teoría de la “economía bimonetaria” que la crisis argentina responde a la fuga de capitales, al pago de la deuda usuraria, es decir, al saqueo financiero y económico de la clase capitalista.
El papel clave lo ha jugado la burocracia sindical -sin fisuras. La convocatoria a un paro nacional para impedir este golpe a los jubilados hubiera alcanzado para frenar la provocación del gobierno, pero la burocracia estuvo lejos de eso. Los gordos no convocaron siquiera a la Plaza de Congreso para “no dar pasto a la represión”, pero dejaron que reprimieran. Los que decidieron ir lo hicieron muy menguados y sin convocar a una medida de lucha, apurando la retirada y así liberando la zona para las bandas armadas de Bullrich. La política de parálisis, traición y entrega de la burocracia es la mayor hipoteca que pesa sobre los trabajadores.
Todos jugaron al “poroteo” en el Congreso mientras en su cara Milei sumaba tránsfugas y afuera miles se esforzaban por dar pelea en las peores condiciones: con un aparato represivo descomunal y diputados que ya daban todo por perdido.
Más ajuste: confesión de un fracaso
Es evidente que Milei ha obtenido con el triunfo del veto una herramienta que ahora sabe que podrá utilizar frente a su debilidad estructural, ya Espert lo anunció en su bravuconada en el recinto.
Pero este es solo un aspecto de los problemas que afronta el gobierno. Milei decidió asumir una tarea que es propia de los ministros de Economía y va a ir el domingo 15 a la noche al Congreso a presentar el Presupuesto 2025, un hecho inusitado y hasta cierto punto riesgoso: va a ser su primer presupuesto y terminaría eliminando a los posibles fusibles si fracasa. Habrá que ver todavía quién lo escucha en el recinto.
Milei ha anunciado que va por más ajuste para defender el mentado déficit 0, el cual adquiría carácter de ley, es decir, debiera ser sostenido cueste lo que cueste. Ya vimos que el gobierno decide erogaciones sin resolver cómo cubrirlas, es lo que sucedió con los 100.000 mil millones para la Side, con los gastos en defensa, o con la baja de impuesto a los capitalistas; pero es el argumento que se utilizó para impedir el miserable aumento a los jubilados. Es decir, el Presupuesto 2025 traerá un nuevo ataque a los jubilados, mayores despidos en la administración pública que tiene su correlato en las administraciones provinciales y municipales, licuación salarial, menores transferencias a las provincias, etc.
La proclamación de que va por un nuevo y mayor ajuste es la confesión de que el ejecutado, con su carácter brutal, no ha servido para sacar a la economía de la parálisis, no ha facilitado el acceso de los capitalistas al mercado de capitales y no ha resuelto el tema de la deuda pública.
Más aún, los datos grafican que la caída del consumo y de la recaudación -junto con los cierres de empresas, pedidos preventivos de crisis, y despidos y suspensiones-, se combina con la caída de las reservas -dólares-, lo que pone en duda la capacidad de hacer frente a los próximos compromisos de deuda y explica que el riesgo país gire en torno a los 1.500 puntos.
A esto se agrega que la inflación de agosto superó a la de julio -pasó de 4% a 4,2%- y la incapacidad de bajar la inflación del 4% empieza a mostrar el fracaso del plan de ajuste con recesión incluida como una política capaz de acabar con la inflación. Para más, mientras hasta hace poco desde el gobierno se llamaba a posibles inversores a prestar atención a la inflación núcleo para mostrar que se iba hacia una caída de los índices, esta mostró un crecimiento que se va a proyectar en los datos de setiembre. Por otro lado, la inflación se suma a las presiones para ir a una devaluación como reclaman el FMI, los exportadores, etc., ya que mientras el 4% se sostiene fuerte la “tablita” de Caputo del 2% de devaluación mensual está provocando una depreciación del dólar.
Los trabajadores
En esta situación es claro que la “táctica” parlamentaria -a la cual se aferra el peronismo para contener su dispersión- es una trampa para los trabajadores. El tema central es ganar la calle, es lo que verdaderamente preocupa a Milei y la razón por la que hace despliegues descomunales de su aparato represivo como factor de amedrentamiento para toda la población; es decir, más que signo de fortaleza es muestra de un temor.
Las organizaciones de jubilados aguerridas sostuvieron con sus luchas esta batalla. Es lo mismo que hacen los trabajadores del neumático con el Sutna a la cabeza contra los despidos, los docentes universitarios que están en plan de paros por sus salarios, los aeronáuticos en lucha por su salario, los docentes de Neuquén ahora como ayer los de Córdoba y Misiones y de otras provincias, los del Garrahan con su extraordinario paro contra la licuación de sus salarios, los trabajadores despedidos en Tierra del Fuego contra el cierre de la Textil Río Grande, los trabajadores de Atucha II o las organizaciones piqueteras reclamando comida, entre otros. Todos ellos son la expresión de una clase trabajadora que va a la lucha en defensa de sus condiciones de vida y lo hace enfrentando y superando la parálisis de las centrales obreras, de la burocracia en los sindicatos, de los punteros en los barrios.
Representantes de todos ellos estarán en el plenario de la Coordinadora Sindical Clasista de este sábado 14 en Sociales (UBA), junto a los de muchos otros gremios y luchas. Allí la deliberación y las resoluciones buscarán fortalecer la lucha de los trabajadores para superar a las direcciones que hoy los llevan a una crisis. Eso significa nuevos cuerpos de delegados, movilizarnos para rodear cada lucha, arrancar plenarios con mandato, desarrollar una fuerte agitación fabril, impulsar un polo clasista nacional.
Son las herramientas para armar la huelga general que derrote a Milei y los tránsfugas.
Eduardo Salas
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