El presidente de YPF, Horacio Marín, anunció que la reducción del precio internacional del petróleo se traducirá en el surtidor. Sin embargo, la rebaja prevista en los precios locales de la nafta y el gasoil es mínima, por lo que difícilmente ayude a perforar el piso de la inflación. Con este módico descuento circunstancial, el gobierno busca obtener licencia social para confluir con los precios internacionales de los hidrocarburos, los cuales podrían rebotar en cualquier momento.
La caída de la actividad en China, Europa y Estados Unidos hizo que el precio internacional del petróleo sufriera un fuerte descenso. El barril de crudo pasó de U$S 90 a U$S 74. Por su parte, el gobierno de Milei prometió adecuar el precio de los combustibles en el mercado interno a esta fluctuación. Además de YPF, adhirieron a la medida Shell y Puma.
En las refinerías, los recortes serán del 5% en la nafta y del 4% en el gasoil. Sin embargo, esas rebajas llegarán apenas al 1% y 2% en las estaciones de servicio, debido al aumento del impuesto a los combustibles. Esto, cuando en el transcurso de un año hubo incrementos en el surtidor del orden del 340%, superando ampliamente la inflación del período (236%).
Como vemos, el anuncio de Marín no constituye alivio alguno para el bolsillo popular. Solo es un intento de mostrar como positiva la equiparación del barril criollo al de paridad de exportación. En ese sentido, el funcionario aseguró que “YPF reflejará las fluctuaciones internacionales del precio del petróleo en el costo final del combustible. Cuando el precio del petróleo suba, YPF va a subir los precios de los combustibles. Si el precio del petróleo baja, YPF va a bajar los precios de los combustibles”.
Lo anterior resulta verdaderamente explosivo porque una eventual devaluación volvería impagable cargar nafta y gasoil en Argentina. Lo mismo en caso de suba del precio internacional del petróleo. Curiosamente, Marín presenta la resolución oficial como un “acuerdo justo con los consumidores” cuando no tiene nada de justo que los argentinos paguemos a precio internacional por los derivados del petróleo que yace debajo de nuestro suelo. Más teniendo en cuenta que las petroleras vienen amasando fortunas con la exportación de crudo, la cual aumentó 48% en los primeros cinco meses de 2024 respecto al mismo período del año anterior.
De la misma manera debemos interpretar la decisión del gobierno de reducir 10% el precio mayorista de gas entre octubre y diciembre ante la caída estacional de la demanda. Es una migaja, considerando que, según la consultora Economía y Energía, entre junio 2023 y junio 2024, los tarifazos en la boleta de gas alcanzaron 406% anual para los hogares de altos ingresos, 745% para los hogares de ingresos bajos y 544% en los hogares de ingresos medios.
Por otra parte, estas modestas rebajas no sirven para mitigar la inflación ya que conviven con aumentos en otros rubros. En octubre se esperan subas del 4,9% en la factura de Aysa, del 16,46% en el boleto de subte, del 3% en la electricidad, de entre el 4% y 9% en la cuota de las prepagas y del 4% en el servicio de tv por cable y telefonía celular.
Que la iniciativa no beneficia en absoluto a la población trabajadora lo demuestra el hecho de que ni las petroleras ni las refinerías presentaron quejas al respecto. Saben que, a la larga, vender en el mercado interno al mismo precio que en el extranjero redundará en naftazos sobre el pueblo y mayores ganancias. Sería ingenuo pensar que un exCEO de Tecpetrol como Horacio Marín tome una resolución contraria a los intereses de las empresas hidrocarburíferas.
A este gobierno que nos quiere vender “gato por liebre” para perjudicarnos lo tenemos que echar.
Sofía Hart
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