miércoles, 25 de septiembre de 2024

El “fracaso” de la ONU es la crisis del capital imperialista, y Milei se choca con la pared


El "libertario" quiere adjudicar al socialismo una agenda que fue diseñada para atenuar la contradicciones del capitalismo mundial. 

 Milei buscó hacer de su participación en la asamblea de la ONU en Nueva York un nuevo golpe de efecto, al rechazar la Agenda 2030 del organismo como “un programa de gobierno supranacional de corte socialista”. Pretende explotar el carácter de farsa de todos estos pactos, con su incapacidad siquiera para acercarse a sus objetivos declarados: evitar las guerras, disminuir la pobreza, mitigar el calentamiento global o terminar con la desigualdad de la mujer. Pero ese fracaso nada tiene que ver con el socialismo, sino que expresa la imposibilidad del capital imperialista por encontrar una salida a su crisis global que no exacerbe sus contradicciones y sus efectos devastadores. Por eso, el “libertario” se choca con la misma impotencia que endilga a las “políticas colectivistas”. 
 Milei se rehusó a firmar el Pacto del Futuro, que en definitiva es una guía de acciones que por supuesto nunca se van a llevar adelante. De todas maneras existen posibles costos de este abandono unilateral argentino, porque al gran capital le interesa en última instancia que nadie se haga el vivo desconociendo pautas que impliquen una ventaja a la hora de competir. Tenemos el ejemplo del gobierno francés bloqueando el acuerdo de libre comercio Mercosur – Unión Europea para proteger la agroindustria galesa, menos competitiva que la sudamericana, valiéndose de las menores normas ambientales de la producción sojera y ganadera del cono sur. Pero esto no es colectivismo, sino la competencia capitalista realmente existente, en la cual los Estados de las potencias juegan un papel determinante. 
 El presidente argentino busca asociarse con los Trump, quien en su momento rompió pactos internacionales como el Acuerdo de París sobre cambio climático y bloqueó a la Organización Mundial de Comercio, en el marco de su política de ofensiva fundamentalmente contra China. Pero esto no es una cruzada por la libertad, sino el intento por revertir el declive de la hegemonía del imperialismo yanqui. Como sea, los límites con los que se topaba la principal potencia capitalista del planeta no vienen de un “Leviatán de múltiples tentáculos”, sino al revés.
 Las agendas de la ONU buscan encauzar medidas paliativas de aquellas consecuencias del desarrollo capitalista que terminan ocasionando graves confrontaciones y choques comerciales, desatan catástrofes ambientales que afectan gruesos negocios, llevan a la quiebra a los países recontra endeudados, y ni siquiera logran equiparar las condiciones laborales de hombres y mujeres en puestos gerenciales. Todas las medidas son un intento por aminorar la crisis capitalista, y por eso están condenadas al fracaso. 
 Es cierto que discursivamente puede apreciarse cierto corrimiento hacia la izquierda, hablando de la igualdad de género o de los derechos humanos, pero eso solo se usa como cobertura formal para cercar y presionar a aquellos gobiernos no alineados o con disputas con algunas potencias. Lo cierto es que Israel sigue adelante con el genocidio al pueblo palestino sin el menor impedimento de las Naciones Unidas, jactándose de ser la “única democracia de Medio Oriente”, y que los discursos sobre la libertad sirvieron de pantalla a las criminales invasiones militares yanquis y europeas en África y Asia. 
 Si la ONU es completamente incapaz de evitar el estallido de guerras como la que se libra en Ucrania entre Rusia y la Otan es porque los conflictos bélicos actuales son intrínsecos a la etapa imperialista y monopolista del capitalismo, que en su fase de decadencia signan toda una era de crisis, guerras y revoluciones. Incluso si en Estados Unidos se impusiera la línea trumpista de llegar a un acuerdo con Putin, solo sería en función de fomentar el cerco sobre China, con sus enormes consecuencias y la perspectiva de una conflagración global. Sugestivamente, Milei se comió los mocos y no dijo una palabra sobre el gigante asiático.
 En conclusión, la realidad es inversa a la que presenta el supuesto libertario, quien afirma haber llegado al poder “frente al fracaso estrepitoso de más de un siglo de políticas colectivistas que destruyeron nuestro país”. Lo que hundió a la Argentina fue su postración ante el imperialismo y el saqueo capitalista, especialmente vía pago de una deuda fraudulenta. Es el mismo camino que sigue Milei, megacanje incluido. Así como el cepo cambiario es el último intento por evitar el default producto de honrar los vencimientos, el estatismo burgués en general es la respuesta a la crisis de rentabilidad del capital. 
 El fracaso de los “pactos del futuro” y de los “anarcocapitalistas” despejará ante los ojos de las masas la conclusión de que la superación de los desastres actuales solo se logrará con la lucha por el socialismo, es decir por gobiernos de trabajadores.

 Iván Hirsch

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