El presidente Javier Milei presentó el proyecto de ley de Presupuesto 2025 ante una escasa presencia en el Congreso de la Nación y un escaso interés de la población en general, donde para machacar con su política de “equilibrio” (ajuste) fiscal presentó números y proyecciones que ya hacen ruido, incluso en los sectores patronales.
Entre las principales proyecciones del gobierno, presentadas en el proyecto que pasará a debate en el Congreso, se encuentra la de un dólar oficial a $1.207 para diciembre del 2025; un 18,3% de inflación, en sintonía con la devaluación “esperada” y un “crecimiento” del PBI del orden del 5%.
La sola enunciación de estas aspiraciones se contradice con lo que el gobierno estima respecto a los ingresos tributarios para el 2025. Es el caso de lo que ocurre con los derechos de exportación, que en el proyecto en cuestión aparecen duplicados en pesos, de un año a otro, pero medidos en dólares se proyecta un crecimiento del 10%: una ecuación imposible al tipo de cambio señalado.
En el mismo sentido, el proyecto prevé una suba de impuesto a los combustibles del 155,4%, algo que de por si impactaría sobre una inflación subestimada. O lo que ocurre con el monotributo, con una aumento anual del casi 200% contra una inflación proyectada 10 veces menor, lo que implicaría una carga insostenible sobre millones de trabajadores ya ultraprecarizados.
Otra cuestión es que el gobierno logre, efectivamente, bajar la inflación del actual promedio del 4% mensual a menos del 1,4%, en el marco de una política de tarifazos y liberación de precios que solo es “contrarrestada”, en términos inflacionarios, con el desplome del consumo y la caída de la demanda.
Esto expone otro de los problemas del gobierno atado a la recaudación fiscal: una caída de la actividad económica y el consumo redunda en una menor recaudación de impuesto, como ocurre con el caso del IVA.
El ajuste sobre los salarios de los trabajadores, la precarización laboral, las jubilaciones en niveles de indigencia, el congelamiento y licuación de los programas sociales y la liquidación del gasto y la obra pública, son indicadores claros de que la caída del consumo tenderá a profundizarse.
Las proyecciones de Milei dan cuenta, entonces, de la continuidad del cepo cambiario, lo que justamente bloquea la llegada inversiones y el “festín” de exportaciones que el gobierno dice que dinamizarían la actividad económica..
A todo este cuadro se suma el problema de la deuda. Toda la política de ajuste fiscal está orientada a la fuga de capitales, por la vía de transferencia de recursos desde la salud, educación, obra pública, jubilaciones, hacia el capital financiero.
El “ahorro” que proyecta Milei con números poco creíbles no garantiza ningún pago de la deuda, como tanto anuncian, sino que es solo a los fines de ofrecer garantías de pago y sostenibilidad para ir hacia un nuevo endeudamiento que le permita financiar y postergar el pago de deuda que, en 2025, resulta holgadamente superior a las reservas actuales y a cualquier plan de ingresos de divisas, por más “creativo” que se ponga el Ejecutivo.
El proyecto de Presupuesto 2025 de Milei no pasa de un dibujo que busca encubrir todas las contradicciones del ajuste económico actual, la falta de certidumbre y horizonte para la clase capitalista y nuevas penurias para los trabajadores. Derrotemos este plan de ajuste contra los trabajadores con la movilización popular.
Marcelo Mache
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