A mediados de marzo, el multimillonario chino Jack Ma y su fundación anunciaron que donarían a Estados Unidos 500 mil kits de detección rápida de Covid-19 y un millón de mascarillas, no obstante la ostensible actitud racista y xenófoba de su presidente, que no paraba de hablar del virus “chino”. Esos recursos eran desesperadamente necesitadas en la gran potencia, cuyo gobierno, en una actitud indudablemente criminal, no tomó entre los meses de enero y marzo las más elementales medidas para proteger a su población, como lo evidencia el avance acelerado allí de la pandemia.
El fundador de Alibaba había hecho también importantes donaciones a Corea del Sur, Japón, Italia, Irán y España. Acciones que extendió luego a naciones de América Latina y el Caribe. Sin embargo, la ayuda de Ma no ha podido llegar a Cuba. La compañía estadounidense contratada para fletar los envíos, decidió no hacerlo a La Habana con el argumento de que el bloqueo se lo impedía. Jack Ma, que ha despachado donaciones a más de un centenar de países bajo las etiquetas #Estevirusloparamosentretodos y #Oneworldonefight, no ha renunciado a enviar la ayuda y seguramente encontrará finalmente algún trasportista presto a desafiar el castigo genocida de Washington al pueblo cubano.
No obstante lo significativo de este hecho, que pone de relieve la crueldad por parte de Trump y su grupo al mantener la guerra económica contra Cuba en medio de una situación mundial de pandemia, no hace más que recordar lo que es una penalidad cotidiana en la isla desde hace casi 60 años. Eso sí, reforzada progresivamente, hasta extremos inimaginables, desde que el magnate inmobiliario llegó a la presidencia de Estados Unidos. Sin embargo, aunque la isla caribeña sufre el cerco más largo de la historia contemporánea, existen otros países sometidos a severos castigos económicos por Washington. Venezuela es un caso muy grave de ensañamiento. Pero también son objeto de cruentas, ilegales e inmorales medidas punitivas Irán, Corea del Norte, Siria e incluso Rusia y China. Cabe resaltar que con motivo de la pandemia, tanto el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, como la jefa de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de ese organismo, Michell Bachelet, han llamado a levantar o flexibilizar los bloqueos, particularmente en el caso de Cuba y Venezuela, sin que el promotor número uno de las guerras económicas y de la violación de los derechos humanos en el mundo se haya dado por enterado.
La pandemia ha permitido apreciar en toda su crudeza características que ya conocíamos del capitalismo neoliberal y su sistema político, muy particularmente del que existe en la potencia del norte, pero vistas ahora en su conjunto nos confirman que se trata de un sistema en profunda crisis, genéticamente incapaz de cautelar los intereses y las necesidades de las mayorías, incompatible con la vida. Al punto de que medidas como los planes de apoyo a sus poblaciones aprobados ante la emergencia pandémica en Estados Unidos, España, Italia, El Salvador y otros países han tenido que romper frontalmente con la lógica neoliberal, toda vez que se basan en fuerte intervencionismo estatal en las economías, pero casi siempre con marcado sentido social. Insólito en gobiernos regidos por el mercado, cientos de miles de millones han sido destinados, sin retorno, al bolsillo de los ciudadanos.
Quiero detenerme en dos puntos muy importantes no solo para América Latina y el Caribe sino para la humanidad, que subrayan la crisis de hegemonía que aqueja a Estados Unidos y la desesperación en que están sumidos Trump y su equipo. Uno es la frenética campaña que desde el año pasado adelanta Estados Unidos contra los médicos y personal de salud cubano, así como la política de solidaria de Cuba. En medio, Washington consiguió hacer salir la cooperación médica isleña de Brasil, Ecuador y Bolivia debido a la existencia en esos países de gobiernos serviles como los de Bolsonaro, Moreno y Áñez, que mueren por congraciarse con la potencia del norte, aunque sea al precio de la mayor abyección. Sin embargo, pese a sus presiones, chantajes y a la charlatanería de sus poderosos medios de difamación mundial no ha podido impedir que decenas de países conserven la muy apreciada colaboración médica cubana ni que un número creciente de Estados caribeños y europeos soliciten la presencia de brigadas médicas y de medicamentos cubanos para combatir el COVID-19. Ello, no obstante el febril activismo contra los galenos cubanos de funcionarios del departamento de Estado, del subsecretario Kozak y del propio secretario Pompeo.
El otro tema mundialmente candente hoy, más allá del criminal bloqueo, es la redoblada belicosidad de la administración Trump contra Venezuela. Les duele que Maduro y el chavismo hayan hecho de Guaidó un cartucho quemado y la derrota de todos los intentos del nuevo ciclo de golpes de Estado iniciado en 2019. Les duele la inquebrantable unidad cívico militar. De eso hablaremos en la próxima entrega.
Ángel Guerra Cabrera
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