viernes, 10 de abril de 2020

Los números de la hecatombe pospandémica que pronostican la OIT y la CEPAL



Auguran pérdida masiva de empleos y reducción de salarios.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dieron a conocer sendos informes sobre las consecuencias “catastróficas” que, a corto y mediano plazo, tendrá sobre la economía y el mercado de trabajo la crisis que se potenció con la pandemia de coronavirus, y que ya está provocando “pérdidas de empleo que están creciendo rápidamente en todo el mundo”.
La CEPAL destaca que “el desempeño económico de la economía mundial ya era débil antes de la pandemia del covid-19” y que, “las previsiones de crecimiento del PIB mundial para 2020 se habían revisado a la baja”. Enfatiza también que “el covid-19 llegó en un momento en que la economía mundial se estaba desacelerando; los niveles de deuda eran históricamente altos y los salarios y la productividad se habían estancado en muchos países en desarrollo y desarrollados”.
La OIT, por su parte, caracteriza la situación actual como “la crisis más severa desde la Segunda Guerra Mundial” y, cuando ya cuenta más de 188 millones de trabajadores desocupados en el mundo, afirma que la pandemia del coronavirus afectará con una caída drástica en “el número de empleos (aumento del desempleo y el subempleo), la calidad del trabajo (reducción de salarios y menor acceso a la protección social)” y “un importante aumento de la pobreza y la pobreza extrema”.
La OIT ahora estima que “hay un riesgo muy alto de que se supere significativamente” su cálculo inicial que preveía para finales de este año unos 25 millones de despidos en el mundo. “Los trabajadores independientes, los monotributistas, los trabajadores de plataformas y los trabajadores informales en general se cuentan entre los más vulnerables”, ya que son quienes “no están cubiertos por un seguro de desempleo u otras protecciones esenciales”, destaca el organismo.
Según aquella primera estimación, en la Argentina se iban a perder más de 340.000 puestos de trabajo y se iba a producir una caída “significativa del PIB durante 2020, de entre el 2 y el 3,8%”. A su vez, si el trabajo en negro es el sector más vulnerable, esto vale particularmente para nuestro país donde desde hace muchos años más de una tercera parte de los trabajadores está en esa condición.
Para graficar el nivel de barbarie al que la crisis lleva a centenares de millones de estos trabajadores no registrados en todo el mundo, en el informe se destaca la situación de la India: “un país en el que el 90% de los trabajadores se desempeña en la economía informal y alrededor de 400 millones están en riesgo de profundizar su situación de pobreza durante la crisis, forzándolos a volver a las zonas rurales en busca de alimentos”.

América Latina

En otro ejemplo del retroceso social que auguran estos organismos, que dependen de las Naciones Unidas -es decir que están condicionados por el manejo de los gobiernos imperialistas-, la CEPAL estima que en la pos pandemia latinoamericana “es probable que las familias más pobres envíen a sus hijos al mercado de trabajo, lo que aumentará las tasas de trabajo infantil”, y añade que “la OIT estima que actualmente el 7,3% de los niños de 5 a 17 años de la región (unos 10,5 millones de niños) trabajan”.
En cuanto al cuadro económico que enfrentan los países de la región, la CEPAL dice que “América Latina y el Caribe enfrentan la pandemia desde una posición más débil que la del resto del mundo” por “las marcadas caídas” en los precios de los productos primarios que exportan “y el deterioro de los términos de intercambio”. Destaca entre ello el desplome de los precios internacionales del petróleo y resalta que la Argentina se verá perjudicada especialmente por una caída en las ventas de soja.
A la crisis pospandémica que afectará a todo el comercio mundial -que verá caer abruptamente su volumen- la CEPAL agrega otro elemento que va a golpear a los países de América Latina. “El acuerdo de ‘fase 1’ entre los Estados Unidos y China celebrado en enero pasado, en el que China se comprometió a aumentar sus importaciones de bienes y servicios de los Estados Unidos por lo menos en u$s77.000 millones anuales, puede desplazar a las exportaciones latinoamericanas”. Estima que “el valor de las exportaciones de la región caerá por lo menos el 10,7% en 2020” y las ventas a China se derrumbarán casi un 22%.
En relación a la crisis sanitaria en América latina, el informe muestra el desfinanciamiento que han sufrido todos los sistemas de salud a lo largo de estos años: “el gasto público de los gobiernos centrales en el sector, que en 2018 se situaba en un 2,2% del PIB regional, está lejos del 6% del PIB recomendado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para reducir las inequidades y aumentar la protección en el marco del acceso y la cobertura universal”. Es decir que la inversión representa la tercera parte de lo que correspondería para que la salud cubra las necesidades de la población, no ya ante una emergencia sanitaria como la actual sino en condiciones de normalidad.

Después de la pandemia

Ambos organismos, después de pronosticar esta catástrofe económica y social, muestran sus orientaciones. Después de describir semejante cuadro -dominado por la súperexplotación de centenares de millones de trabajadores en beneficio de los capitalistas-, la CEPAL plantea que “después de la crisis, la comunidad mundial tendrá que afrontar el hecho de que la globalización no ha funcionado como se suponía y que es necesario reformarla” y que deben encararse “políticas industriales de diversificación hacia industrias más sofisticadas”. Acompaña esto con un llamado a apaciguar “las desigualdades entre los países y entre grupos sociales, que aumentaron la fragilidad del sistema mundial”, cuando la crisis por el contrario agudiza los enfrentamientos entre las grandes potencias por un mercado más reducido y una mayor sobreproducción, que marcan el camino de las guerras comerciales a los combates bélicos.
De hecho, la propia CEPAL se ve obligada a reconocer en la conclusión de su informe que “los elementos económicos y sociales reseñados se dan en un contexto de inestabilidad política generalizada e incluso de agitación política. La confianza en las instituciones políticas (Congreso, Poder Ejecutivo, Poder Judicial y partidos políticos) se encuentra en el nivel más bajo en décadas. La pérdida de confianza en la democracia será aún más grave si los gobiernos no dan una respuesta adecuada al covid-19”.
La OIT recoge esta preocupación cuando sostiene como salida a la crisis las medidas adoptadas por el gobierno argentino como “el bono extraordinario de la AUH y el Ingreso Familiar de Emergencia”, acompañadas de medidas de apoyo fiscal y crediticio a las empresas, en el marco de un “compromiso compartido de gobiernos, empleadores y sindicatos, en un proceso activo de diálogo social”. Este intento contención del descontento popular mientras se rescata al capital puede chocarse rápidamente con la explosiva situación que viven las masas empobrecidas de la población trabajadora.
Efectivamente, el proceso de creciente comprensión de la profundidad de la crisis por parte de una franja del activismo obrero se va abriendo paso. El desenlace estará colocado, como siempre, en el terreno de la lucha de clases. Los trabajadores deben prepararse para ello.

Nelson Marinelli

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