domingo, 19 de abril de 2020

El póker de la deuda va a terminar mal

De acuerdo a una mayoría de opiniones, la ‘oferta’ de Fernández-Guzmán no es la última palabra en la saga del default de la deuda de Argentina. Algunos especialistas apoyan su convicción en tecnicismos, otros en consideraciones acerca de si “conviene” o “no conviene” a Argentina o a los acreedores una declaración oficial de default. Los ‘números’, sin ser un factor menor, no es sin embargo lo fundamental, porque lo que está en juego es una cuestión política más general.
La deuda externa contraída bajo legislación extranjera es alrededor del 20% de toda la deuda – unos u$s 350 mil millones, sin considerar intereses; con estos se acerca a los u$s600/700 mil millones, según plazos de vencimiento y deuda del Banco Central. Casi duplica el PBI. La ‘oferta’ de Guzmán aplica al 15%, más o menos, de ella.
La propuesta oficial demanda una reducción, promedio, del 65% de los intereses, del 6% del capital y un periodo de gracia (no pago) de diez años. La deuda bajaría, en este caso, al 30% de su valor inicial, que es un poco más de lo que cotiza en la actualidad (25%) La triquiñuela de esta ‘oferta’ es que no dice si el monto de intereses que no se paga en la etapa de gracia se agrega al capital de la deuda o no. El espacio en blanco que dejan los Fernández es fenomenal. Sería un tema a negociar. Si no se llega a un arreglo, Argentina no pagará un vencimiento a mediados de mayo y el default se hará oficial.
Pero la deuda de Argentina que está fuera de esta negociación es de alrededor de u$s260 mil millones – con Anses, Banco Central, el Nación, FMI, BID, Banco Mundial, y deuda en pesos y dólares legislación local. Está obligado a pagar al FMI sin ninguna clase de quitas, de modo que lo que ‘gane’ con el descuento de deuda que acaba de ‘ofrecer’, será usado para cancelar obligaciones de monto similar. Esto, otro factor no menor, no es tampoco lo principal, porque un nuevo programa con el FMI (“facilidades extendidas”) supone la aprobación de un programa económico del propio Fondo. Para un país que tiene un déficit fiscal monumental y en aumento, y atraviesa una depresión económica, un ‘ajuste’ equivaldría a serruchar dos piernas a cambio de la promesa de un sustituto ortopédico. La ‘oferta’ de Guzmán, que encima es vaga, no saca a Argentina del túnel, sino que lo mete más adentro.
La Junta Directiva de Argentina, o sea AF, CFK y los gobernadores de ambos bandos, fue sentada casi toda junta en el anuncio, pero no porque los socios concuerden. Saludan que la negociación arranque, después de meses de dilaciones carísimas, cuando los ‘nac & pop’ pagaron lo que Argentina y sus provincias no tienen para no ‘caer’ en cesación de pagos. La crisis política asoma para el invierno, cuando se declare un default o, por el contrario, un compromiso muy oneroso para Argentina. El FMI se moverá según la ordenes de Trump y no en función de las homilías papales.
En cierto modo, las negociaciones evolucionarán de acuerdo a la crisis financiera internacional, en especial porque cerca del 30% de las corporaciones capitalistas internacionales enfrentan un default superior al de Argentina. A las que ya se encontraban en la categoría de ‘deudoras basura’ se han sumado las más poderosas – las que compraron sus propias acciones con préstamos y ahora tienen que cubrir las garantías de esos créditos, debido a la catastrófica caída de sus capitales en la Bolsa.
La pretensión de alcanzar un acuerdo de deuda estable, en el marco del mayor derrumbe de la historia del capitalismo, es simplemente una fantasía. Un gobierno de trabajadores firmaría la carta de defunción de la deuda confiscatoria y abriría camino a una reestructuración de bases socialistas.

Política Obrera
18/04/2020

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