domingo, 19 de abril de 2020

Larreta fascista

La disposición que impide a los mayores de 70 a salir a la vereda no tiene que ver con la preocupación por la salud de la población mayor sino por la ‘salud’ del capital - un paso para “abrir la economía”. Es lo mismo que abogan Trump y Bolsonaro, que han caracterizado a la cuarentena general como un ‘liberticidio’. Es la posición también de la izquierda que define al “distanciamiento social preventivo y obligatorio”, como una suspensión de las garantías constitucionales. Larreta pica en punta porque representa a la corriente ‘liberal’: libertad de comercio, libertad de explotación.
Los mayores podrán ocupar, según los sanitaristas, el grupo de mayor riesgo, pero los portadores se encuentran en todas las edades. El relato liberal cuenta que estos vivirán afectados, sí, pero sin embromar a los que podrían morir. La maquinaria capitalista abandona la lucha contra la pandemia por medio del confinamiento de una población ampliamente creativa – una discriminación etaria que no tiene que envidiar en nada a la de negros, judíos, latinos, mujeres y así de seguido. Para evitar las muertes hay que reforzar el sistema sanitario, el equipo de instrumentales médicos, los tests – y en este caso el monto de las jubilaciones, cuyo mínimo debe ser igual a una canasta familiar para cuatro personas.
Larreta, intendente de un municipio, no tiene facultades constitucionales para dictar ninguna cuarentena – Alberto Fernández se ha valido de una excepción antidemocrática establecida en la Constitución, el decreto de necesidad y urgencia, en nombre de una ‘emergencia’ que votó el Congreso. La necesidad de la cuarentena generalizada tiene el aval, importante, de la comunidad médica y de la Organización Mundial de la Salud. Larreta, en cambio, busca convertirse en el referente del capital internacional y de la burguesía local, que viene reclamando, con todo tipo de presiones, el levantamiento de la cuarentena.
La discriminación social a un grupo etario en bloque, con diversas necesidades y capacidades, en función de la proximidad a un fin de vida que puede presentarse en cualquier edad, es un método fascista.
Si el gobierno nacional no lo anula, es cómplice. Vivan los sesentistas y setentistas, que han dejado un legado que reclama su cumplimiento.

Política Obrera
18/04/2020

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