Entrevista al ecologista Antonio Elio Brailovsky
M.H.: ¿Qué significaron los incendios en Australia? Además luego hubo granizo, tormentas de arena y se me ocurre preguntarle qué tiene que ver esto con el cambio climático.
E.B.: Esto es una manifestación del cambio climático. El cambio climático del que venimos hablando los científicos hace décadas, representa un aumento de las situaciones extremas. En donde hay viento va a haber más viento, donde hay sequía va a haber más sequía, donde hay huracanes va a haber más huracanes, donde hay inundaciones va a haber más inundaciones. Es decir, se espera que las situaciones extremas aumenten en todo el mundo, lo que requeriría de políticas responsables para tener en cuenta.
Ahora, en el caso de Australia es muy patético porque el gobierno de ese país ha negado el cambio climático porque ha basado su economía en el carbón y otros combustibles fósiles. De modo que estaban mucho menos preparados para actuar ante esto porque no creían que fuera un problema. Entonces cuando uno piensa que tiene un problema se prepara, cuando uno niega el problema es mucho peor. Parte del desastre tiene que ver con las condiciones naturales de Australia, pero otra parte es la dificultad de respuesta de un gobierno que no creía que esto fuera un problema hasta que lo superó.
M.H.: Inclusive levantando la apuesta, porque he visto que tienen previsto una mina de carbón a cielo abierto que supera tres veces la superficie de París.
E.B.: Sí. Están basando su economía en eso. Yo no sé cómo les va a ir con la ciudadanía. En algún momento toda la ciudadanía dice basta, paremos con esto porque es demasiado irresponsable. Espero que los australianos que han sufrido esta irresponsabilidad en carne propia, respondan que algo hay que cambiar. Además es un llamado de atención al resto de los países. ¿Estamos en condiciones de responder a incendios de esa magnitud en La Pampa, en la Patagonia, en Córdoba? ¿O va a seguir pasando lo mismo de siempre que se quema y los bomberos llegan a donde se puede y el resto se quedan mirando?
M.H.: He leído últimamente que la mitad de los chicos que ingresan al área oncológica del hospital Garrahan son de la provincia de Entre Ríos. Al mismo tiempo el glifosato volcado por el agronegocio no se degrada, por lo tanto, se acumula y la concentración del herbicida constatada en Entre Ríos con epicentro en Urdinarrain, en el departamento de Gualeguaychú, se encuentra entre las más altas a nivel mundial. ¿Hay solución a esto Elio?
E.B.: Esto se viene sabiendo hace tiempo, la cuestión es que mientras se permita que el agronegocio haga esto, que engañen a la gente, aceptarán que el cáncer es una desgracia individual. El cáncer no es una desgracia individual, es una enfermedad social y en las zonas donde se fumiga con cancerígenos está claro el carácter social de esa enfermedad. La cuestión es qué hace la ciudadanía, cómo se reclama y está claro que el gobierno nacional tiene una muy fuerte presión de conseguir dólares desesperadamente, de cualquier manera y le van a decir que fumigando se consiguen más dólares.
En realidad, hay investigaciones hechas por el INTA que demuestran que la producción de trigo, en un campo agroecológico, es decir, que no usó plaguicidas, sino las técnicas que se usaban antes de la existencia de éstos, la producción es la misma pero mucho más barato, porque los plaguicidas se pagan en dólares. Es decir, este modelo de fumigar y enfermar a la gente, no solo es insano en el sentido de que enferma, sino que además es antieconómico.
M.H.: O sea que hay una alternativa a los agrotóxicos.
E.B.: Hay alternativas. Están haciendo estudios en el INTA, hay una cantidad importante de agroproductores que hacen agroecología, y hay un importante espacio para experimentar, que son las zonas en que por estar los campos al lado de escuelas rurales, donde no se puede fumigar por las leyes locales, ahí se puede practicar agroecología y mostrar que efectivamente es más eficiente, más sano y más barato. Pero, por supuesto, si permiten que esto se haga se hunde el negocio de los agrotóxicos.
M.H.: Hubo una iniciativa en la provincia de Entre Ríos, una coordinación entre el INTA y asociaciones de la provincia que hablan de una suerte de fumigación ecológica, donde inclusive participan los pilotos de aviones fumigadores que no quieren quedar asociados a los efectos nocivos del modelo actual del agronegocio. ¿Tiene algún conocimiento al respecto?
E.B.: Sé que la sociedad está llena de disimulos y de engaños, de modo que le tengo algo de desconfianza a esto de “fumigaciones ecológicas”. El rol de los plaguicidas es tratar de tapar un desequilibrio ecológico que se produce cuando hay monocultivo. Al cultivar una sola cosa también se crían los insectos que se los comen y las plantas que lo parasitan o lo desplazan. Cuando hay un cultivo que tiene en cuenta a las distintas facetas de la naturaleza, no hace falta fumigar con nada. De modo que lo de las fumigaciones ecológicas me suena raro.
M.H.: Quiere agregar algo más.
E.B.: Sí, quiero agregar que en este momento el país está sometido por una deuda enorme que ha contraído el gobierno anterior y que la desesperación del gobierno por pagar esa deuda externa lo lleva a ceder ante la presión de estos negocios espurios. De modo que es un llamado a los ciudadanos a estar atentos y poner límites, no hay que hacer cualquier cosa para conseguir dólares. Por lo menos no conseguir dólares a costa de la salud de los argentinos.
M.H.: Tengo entendido que incluso en la reunión de Davos hubo una agenda verde.
E.B.: Depende de lo que se llame verde. Todas las grandes empresas están pintándose de verde, algunas con grandes simulacros. La Shell tiene una división de energía eólica con la que hace unos cuantos molinos eólicos. Pero su negocio sigue siendo el petróleo. De modo que el hecho que se disfracen no quiere decir que lo sean.
Mario Hernandez
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