lunes, 1 de abril de 2019

Macri y Cambiemos en caída libre



La aguda crisis que atraviesa el oficialismo y las alternativas en construcción que buscan sucederlo fueron los temas analizados en el editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los domingos de 22 a 24 por Radio Con Vos.

“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” afirmó alguna vez Albert Einstein. Pese a la potencia de los prejuicios creados en estos tres años sobre la coalición Cambiemos, parece que todo el mundo cayó en la cuenta de que la situación es grave. Muy grave.
Los prejuicios que se desmoronaron fueron los que aseguraban que el Gobierno tenía la vaca atada; que las destrezas de la comunicación reemplazaban la inviabilidad de la política; que era una derecha demasiado inteligente y madura que había logrado convencer a ‘la gente’ de que estar mal, está muy bien, que el sacrificio lo vale, que cuánto más se sufre, mejor; que con los dólares de FMI alcanzaba y sobraba para dominar el escenario; que el Fondo era la solución y no el problema, que la Justicia los tenía blindados y no le entraban balas; que habíamos entrado en una especie de biopolítica de la dominación instaurada por Cambiemos y que teníamos macrismo por mil años.
Sin embargo, como escribí hoy en Tiempo Argentino: “La persistente escalada del dólar, el derrumbe de todos los indicadores de la economía, el aumento de las cifras que miden el agravamiento de la situación social, el declive constante en las encuestas, la autonomización de las cloacas de los servicios de inteligencia, el pase a la oposición de fracciones cada vez más considerables del "partido judicial", el distanciamiento de la prensa hasta ayer oficialista, la desconfianza de los mal llamados "mercados", el alejamiento de amplios sectores empresariales y la tensión creciente entre los integrantes de la coalición oficial, configuran un proceso de aguda descomposición política.
El escándalo de las denuncias por el espionaje ilegal montado por el falso abogado Marcelo D’Alessio, avalado por el fiscal Carlos Stornelli y que involucra a varios referentes de la coalición oficial, ya se llevó puesta la última bandera que intentaba agitar el oficialismo: la transparencia. Sobre ésta causa, vamos a tener novedades picantes en las próximas horas porque un exagente de la AFI (Rolo Barreiro) declaró como ocho horas seguidas ayer y otro tanto hoy, frente al juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla. Dicen que involucró a Gustavo Arribas, jefe de la AFI, Silvia Majdalani, segunda en ese antro, a jueces, fiscales y hasta periodistas de primer nivel.

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El malestar se percibe en la calle, en el clima, en el ambiente. Ya no parece sólo malestar: hay bronca.
Pero la aceptación de esta realidad y el archivo de los prejuicios es apenas el comienzo. Los que mandan en el país son más pragmáticos que los analistas políticos y ya arman alternativas. Roberto Lavagna aparece rankeando como el preferido del establishment postulándose como el garante de un eventual gobierno de “unidad nacional”. Uno de los triunfadores hoy en San Juan, Sergio Uñac lo tiene como candidato. El impresentable Mariano Obarrio escribe un artículo casi elogioso en La Nación de hoy; lo alaban desde cierto progresismo hasta Beatriz Sarlo. Clarín casi que milita a Lavagna con desparpajo y la mal llamada “burguesía nacional” (Asociación Empresaria Argentina, Techint, la Unión Industrial Argentina) bancan al economista.
El kirchnerismo, por su parte, además de moderar su perfil, bancar el proyecto de ajuste de Alicia Kirchner, viene acordando con las tendencias de lo que llaman el “peronismo de centro”. Y acá quiero hacer un paréntesis: ese sector no es de “centro” está cada vez está más inclinado a la derecha y hay que decirlo. Acuerdos de este tipo hubo en Córdoba, en Tucumán, en San Juan, en Santa Fe y en Tierra del fuego.
La cuestión central es programática: todos se proponen gobernar en el marco de lo que deje el macrismo, sobre la base su desastre, bajo la tutela del FMI. Dicen que van a renegociar una deuda imposible de pagar, que va camino al default solita, sin la ayuda ni la buena voluntad de estas almas tan bellas.
Alguna vez dijimos: o se rompe con el FMI o el FMI rompe todo. La realidad muestra lo que está sucediendo. El organismo, que representa a lo más concentrado del capital financiero internacional y sus aliados locales (los bancos, entre ellos, que son los ganadores de este modelo) declaró una guerra. La cuestión es si se lo enfrenta con decisión o medidas contundentes o se sale a su encuentro al campo de batalla con una ceremonia.

Fernando Rosso
@RossoFer

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