jueves, 3 de octubre de 2013

Massa, sojeros y devaluación



La transición que se está cocinando

La reunión entre Massa y la Mesa de Enlace duró más de cinco horas y contó con la bendición de Reutemann, que apareció nuevamente en escena. Los ruralistas salieron muy satisfechos, y no es para menos. Ferrero, uno de sus dirigentes, resumió las coincidencias alcanzadas. Massa “se comprometió a sacarle el freno de mano al sector agropecuario, y a trabajar para eliminar las retenciones, por ejemplo, al trigo y a las economías regionales (La Nación, 22/9). “También -expresó un dirigente ruralista- hablamos de la necesidad de que surjan incentivos para aquellas producciones que tienen problemas de rentabilidad. Desde las entidades nos comprometimos a trabajar en conjunto con nuestros técnicos y los asesores del Frente Renovador para analizar cada una de las problemáticas del sector” (ídem).
A nadie se le escapa, sin embargo, que la supresión de las retenciones sería impracticable, pues llevaría al colapso a las finanzas públicas. En cambio, una devaluación rescataría a los capitalistas del campo, por un lado, y contribuiría a licuar el gasto del Estado (desvalorizando salarios y jubilaciones) por el otro. De esa manera, buscarían poner a salvo las partidas del presupuesto destinadas a los usureros y a la patria contratista.
El intendente de Tigre viene desmintiendo que trabaje por una devaluación, pero muestra la hilacha cuando entra en contacto con el mundo empresario. Un antecedente de ello fue el encuentro que realizó con industriales un mes antes de las elecciones primarias. Los asistentes coincidieron en una serie de demandas que van desde “aumentar la competitividad” hasta frenar la inflación, algo que, en el marco de una devaluación, sólo puede alcanzarse con una fuerte recesión. Los principales asistentes y promotores de este planteo fueron los hombres de la Unión Industrial, uno de cuyos dirigentes más importantes, De Mendiguren, integra la lista de Massa. “Sacarle el freno de mano al campo”, del que habla Massa, no es más que un eufemismo para plantear una devaluación, y las patronales del campo vienen trabajando en esta dirección. Se estima que el 35 por ciento de los granos estarían retenidos sin comercializar a la espera de “novedades” en la política cambiaria.
El gobierno ha acusado recibo de estas presiones y marcha en la dirección de los devaluadores. “El ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, admitió esta semana que el Gobierno estaba evaluando flexibilizar el control sobre el mercado de granos. No dio precisiones, aunque admitió que era probable. Sea como gesto hacia el campo o por la intención de obtener divisas ante la baja de reservas y la fuga por la importación de combustible, lo cierto es que hay un atisbo de autocrítica” (ídem). La derrota sufrida en las Paso acelera la tendencia oficial a hacer suyo el programa que hoy exige la clase capitalista, en favor de una devaluación, un ajuste y un nuevo ciclo de endeudamiento que pagarán con creces los trabajadores. Esto, naturalmente, es incompatible con el cepo y la restricción existente en el giro de utilidades, como lo prueba el fracaso del blanqueo y la emisión de Cedines. El gobierno viene acelerando la devaluación del dólar oficial -que ya supera el 30 por ciento anual y podría acelerar aún más su ritmo.
El acercamiento entre Massa y la Comision de Enlace desnuda la naturaleza de la transición que se está cocinando para suceder al kirchnerismo en ruinas. Una vez más, se quiere trasladar al pueblo trabajador los platos rotos de una crisis que combina el fracaso de la tentativa nacional y popular con las consecuencias de una bancarrota capitalista que empieza a sentirse con virulencia en los países emergentes.

Pablo Heller

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