jueves, 17 de octubre de 2013
La revolución kirchnerista
Hoy dimos unas vueltas largas por Monte Chingolo en el sur del conurbano. Por esos barrios donde las numeraciones son un bardo como la vida misma. Una calle salta del 3200 al 3900 de una cuadra a la otra, y para llegar al 3400 hay que recorrer unas 7 cuadras, dando una vuelta porque se corta en el "campito" y "la numeración de la Dinamarca es un desastre, está hecha para confundir a la gente", como nos explica el imprentero. Si las "prefabricadas" que son la media de las viviendas no tienen cloacas, ni gas natural (algunas ni agua potable) y solo haciendo mucho esfuerzo se le puede llamar "asfalto" a lo que cubre la calle; qué importancia puede tener el numerito que tiene la casa en la puerta.
Temprano, aunque no de madrugada, vemos las patrullas con pecheras de los que pertenecen los planes "Argentina Trabaja". Hombres y algunas mujeres limpian a su ritmo las calles, guardan la mugre en una bolsita negra y las acomodan de a dos en las esquinas. Algún camión pasará después a buscarlas.
"El keynesianismo kirchnerista", me dicen Juan D.; y reflexiono en voz alta: un plan de estos, algunas asignaciones universales, y la changa precaria, son las "conquistas" cada vez mas licuadas por la inflación, con las que se sigue rascando la olla, y mirándole la cara al dolor.
Un poco sectariamente, pero describiendo hechos objetivos de una tiempo histórico que efectivamente no tenía el derecho a autodenominarse "revolución", Milcíades Peña dijo: "Sindicalización masiva e integral del proletariado fabril y de los trabajadores asalariados en general. Democratización de las relaciones obrero-patronales en los sitios de trabajo y en las tratativas ante el Estado. Treinta y tres por ciento de aumento en la participación de los asalariados en el ingreso nacional. A eso se redujo toda la ‘revolución peronista’"
Trabajo precario, plan Argentina Trabaja y Asignación Universal por Hijo, ¿a eso se redujo la "revolución kirchnerista"?. Y sí, por eso mismo pierde, alargando la agonía de la derrota en dos tiempos, "la madre de todas las batallas". Después de todo, "con el agua en los pies, no es difícil odiar".
Fernando Rosso
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