viernes, 24 de junio de 2011

Sur, represión y después


Dos mil seiscientos treinta y seis kilómetros recorrieron los cincuenta y cinco docentes que partieron desde Río Gallegos, capital de Santa Cruz, y que llegaron ayer a Buenos Aires para reclamar una intervención nacional en la huelga que ya lleva sesenta y cinco días. Llegaron para pedir que el ministerio de Trabajo abra unas paritarias que el gobernador Daniel Peralta se niega a realizar, una negativa teñida de una intransigencia digna de mejores causas. Pidieron una audiencia a Carlos Tomada, pero los atendió la secretaria. Una mujer que, relatan los docentes, tomó nota de los reclamos sin decir palabra. Y que prometió que elevaría el petitorio al ministro. Tal como había decidido el congreso provincial de Adosca (el gremio docente santacruceño), los maestros decidieron montar una carpa en la puerta de la cartera laboral para esperar una respuesta del gobierno. La instalaron, pero sólo duró cuarenta minutos. Era casi la medianoche cuando un operativo especial –según lo denominaron las autoridades policiales– compuesto por centenares de policías y guardias de infantería, acompañados por dos helicópteros que brindaban apoyo logístico y una decena de carros hidrantes les hizo ver a los docentes que la respuesta oficial no se realizaría a través de palabras.
“Empezaron a hacer avanzar los camiones hidrantes –cuenta a plazademayo.com Karina Dofman, una profesora de letras de 26 años–. Ante esa situación propusimos despejar un carril libre, corriendo la carpa. En el mismo momento que nuestros dirigentes les hacían esa propuesta, empezó la represión”.
Represión. Ese acto que no comete el gobierno kirchnerista. Primero avanzaron con los chorros de agua de los carros hidrantes que sorprendieron a los manifestantes. Un grupo que vestía las pecheras blancas del sindicato santacruceño se apostó frente a los camiones decididos a no moverse. Entonces hubo palos y detenciones. Mientras tanto, un grupo de policías desbarataba la carpa docente arrastrando las lonas con desorden y decisión. Los docentes detenidos (y que fueron liberados al cierre de esta nota) fueron Daniel Escobar, de Puerto Deseado; Jorge Juarez, de Pico Truncado; Darío Suárez, que tenía golpes y un corte en la oreja, y un docente de Ituzaingo que acompañaba el reclamo de apellido Tales.
Con agua y palos. Así nos desalojaron –afirma Armando Alfase, un docente de Río Turbio de 50 años, mientras se pone bolsas de nylon de supermercado en reemplazo de sus medias mojadas–. Y no sólo sacaron las carpas, sino que nos persiguieron como perros durante dos cuadras. En este conflicto ya es la tercera vez que me golpean. Yo fui uno de los que atacó la patota de la UOCRA”. Alfase se refiere a los acontecimientos del 12 de abril, cuando una patota del sindicato de obreros de la construcción, gremio adicto al gobernador kirchnerista Peralta, molió a palos a los maestros que esperaban a la vera de una ruta una caravana en la que se encontraba el mandatario provincial para hacerle ver sus reclamos. Las imágenes que grabaron con sus celulares y cámaras recorrieron el país y conmovieron a la sociedad por el elevado nivel de violencia. “La bandera de los derechos humanos que tiene el gobierno kichnerista es de doble discurso. En Santa Cruz terceriza la represión, usa las patotas sindicales. Queremos hacerle ver esto al país”, agrega Alfase.
Los largos 65 días de lucha docente mostraron una multiplicidad de métodos de protesta y una sola respuesta: la negativa a abrir el diálogo. Una respuesta similar a la que preparó el gobierno nacional, que le sumó una dosis propia de represión. “El Ministerio de Trabajo de la Nación no intervendrá en el conflicto docente de Santa Cruz porque ‘debe resolverse en la provincia’”, señala el cable de la agencia de noticias Télam emitido luego del desalojo. El cable reproduce las palabras del jefe de Gabinete de Santa Cruz, Pablo González: “El conflicto está resuelto con el aumento del 25% otorgado a los maestros” mediante un decreto”. González también, según la agencia oficial, atribuyó “intencionalidad política” a las manifestaciones.
Debe hacerse notar que al silencio sobre el desalojo de portales hiperkirchneristas como Elargentino.com o la web de Pagina 12, se sumaron voces de tuiters K que, desde una discutible progresía no sólo defendían la represión, sino que la minimizaban o equiparaban a la que se cierne sobre los barrabravas y su violencia los fines de semana. También hubo quienes justificaban el accionar de las fuerzas del orden amparándose en el tamaño de su represión kirchnerista: “sólo los mojaron” fue un latiguillo que ocupaba muchos de los 140 caracteres que se usan en la red social Twitter.
“Por supuesto que me gusta dar clases –aclara Yoana, una docente de geografía de 26 años–. Yo tengo vocación, pero con la vocación no se come, lamentablemente. Ojalá pudiéramos comer con la vocación.
–Su reclamo suena, para algunas personas en Buenos Aires, a desmesura. Como si reclamaran sueldos para mantener un country.
–La canasta básica supera los diez mil pesos. Durante un mes nos tomamos el trabajo de hacer un seguimiento: anotábamos lo que gastábamos diariamente. El seguimiento incluía alimentos, alquiler, salud y educación, también incluimos los gastos de fotocopias y libros. En Las Heras, donde los precios se marcan según el sueldo que cobra un petrolero, esa canasta supera fácilmente los diez mil pesos. Hemos reclamado de todas maneras al gobierno, que está sordo y que, además, el año pasado no pagó la tercera cuota del aumento que había acordado. Sólo queremos una oferta que supere el 25 por ciente. Queremos una mesa de diálogo.
–Después de 64 días de huelga, ¿no sintió ganas de volver a casa y aceptar lo que ofreció el gobierno?
–Nunca. Jamás. Tenemos una convicción fuerte. Y necesitamos un aumento. No podemos con la canasta básica tan alta, no se puede. La sociedad nos apoya por un lado y por otro nos entiende. También hay un sector que teme por estos días que los chicos pierden. Yo como mamá de un chico de nueve años entiendo esa preocupación, pero como docente pienso que es un reclamo justo y digno. Primero está la panza de mi hijo.
La propaganda estatal santacruceña señaló que los ciudadanos de esa provincia se oponen a la lucha docente, a tal punto que un grupo de personas tomó la sede sindical en reclamo de que sus hijos regresaran a las clases.
“Fue gente de la unidad básica de Rudy Ulloa, militantes de La Cámpora, dirigentes de la UTN y algunos pibes que llevaron, entre los que estaban dos hijos de Ulloa –explica Dofman, la docente de letras–. Tuvieron que irse. El kirchnerismo que quiere traccionar el conflicto hacia esos caminos. Es terrible que un conflicto del sector docente sea resuelto de esta manera. Después del desalojo en el ministerio, mis compañeras estaban llorando por la impotencia de ver que la infantería y la policía nos reprimían cuando nuestro reclamo es completamente legítimo y se reduce a una recomposición salarial. Este es un proceso muy largo, pero hemos demostrado unidad y mucha fuerza para seguir luchando.
“Cuando liberen a nuestros compañeros nos iremos para cambiarnos y descansar un rato –dice Omar Latini, congresal de Adosac–. Temprano vamos a hacer una conferencia de prensa y una marcha hacia Plaza de Mayo. Vamos a discutir cómo seguimos, yo voy a mocionar que volvamos al ministerio de Trabajo. Esta lucha nos ha llevado al extremo de nuestras fuerzas. Acá hay compañeros mojados y golpeados por este dispositivo que armaron, que decidió Tomada, que decidió el gobierno nacional. En este mismo momento en toda la provincia hay puebladas. No hay que soslayar que este reclamo fue acompañado por los alumnos, por los trabajadores mineros, por los padres autoconvocados que cortaron en el norte la ruta 3, por los trabajadores petroleros. Es un reclamo popular. Hoy están repudiando lo que han visto por los canales nacionales de televisión. En este momento hay compañeros en los jardines de la casa de Gobierno de Río Gallegos repudiando esta actitud y marchas en muchísimos pueblos. Preguntabas por la fuerza de este movimiento. Hemos desarrollado un enorme potencial de lucha, no sólo de los docentes sino de la población en general”.
Mientras tanto, el conflicto docente santacruceño atraviesa una nueva etapa con la esperanza que la la CTERA nacional, dirigida por el kirchnerista Hugo Yasky, abandone su actitud de falta de apoyo a los reclamos de los maestros del sur. Una lucha que ya lleva sesenta y cinco días y todas las metodologías de protesta por un reclamo justo. Y que, a partir de anoche, también ha sufrido una represión por parte del gobierno nacional que, como se sabe, no reprime el conflicto social, sino a través de patotas que tercerizan la labor de las fuerzas del orden. Aunque a veces, como pasó hace pocas horas frente al ministerio de Trabajo, vuelva a usar los viejos métodos de imposición de la paz social, tan cara a los ideales “progres”, mucho más en épocas de elección.

Diego Rojas

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