viernes, 17 de julio de 2009

Los cómplices del despojo


Hace unos días me tocó asistir a una de esas discusiones que a uno lo descorazonan. Forman parte de la crónica diaria y aparecen en la reunión familiar, en la cola del banco, en la parada del bondi, en la mesa de café... Allí asoma, como un espejo ambulante, el reflejo de las miserias, la intolerancia y el espíritu discriminatorio de una sociedad que encuentra en los más pobres las causas de todas sus frustraciones.
La discusión, con distintos matices, se repite en cada rincón de nuestra geografía.
De un lado, se plantea la desatención a la que se condena a grandes sectores de la población, marginándolos, sumiéndolos en la más profunda de las postergaciones.
Del otro lado, aparecen las voces que justifican la desidia:
-¡Para que le vas a arreglar las calles! ¡Para qué les vas a dar una casa! ¡Para qué...si les da igual!... Rompen todo. Están acostumbrados a vivir en medio de la mierda...
Ellos y nosotros... o peor todavía, ellos o nosotros. Esa parece ser la frontera de la discusión.
Y más allá de la bestialidad que arrastra cada una de las palabras que no resisten ningún análisis, uno siente que justifican a quienes desde el Estado se hacen eco de esas voces y atropellan en los hechos la ilusión de todos los que sueñan con una vida más digna.
Un nuevo capítulo de esta historia están viviendo los habitantes de villa La Cava, en San Isidro, provincia de Buenos Aires.
La Cava ocupa 18 hectáreas a veinte cuadras del centro de San Isidro. En ella viven más de 1.880 familias. En 2005, el gobierno nacional la incluyó dentro del Programa de Urbanización de Villas y Asentamientos Precarios en el marco del Plan Federal de Vivienda. Sin embargo, de las 1.026 viviendas proyectadas, sólo se construyeron 306. La mayoría de las casas presenta deterioros en techos, pisos y sanitarios, además de déficit en la estructura cloacal. Los baños no están instalados completos y, en muchos casos, a pesar del poco uso, la instalación está deteriorada.
“De una villa de cartón a un barrio hecho de cartón”, esa es la sentencia que lleva como título la nota, y sirve como correlato de aquellas voces bestiales que pregonan “¡Para qué les vas a dar una casa, si les da igual!... Esa es la lógica que maneja el Estado con la anuencia de algunos sectores de nuestra sociedad.
La Defensoría del Pueblo de la Nación, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y varias organizaciones no gubernamentales dieron a conocer un documento en el cual se denuncian incumplimientos y “severas falencias” en todo lo anunciado y prometido.
Viviendas que fueron entregadas con diferentes irregularidades edilicias. Techos con fisuras que causan filtraciones de agua. Los baños no están instalados completos y, en muchos casos, a pesar del poco uso, la instalación ya está deteriorada. “Es común que no llegue el agua y en varios faltan los artefactos o se han desmoronado los soportes”.
En cuanto a los pisos, el relevamiento demostró que fueron entregados con una capa de cemento alisado sobre una base de concreto. “Todos, sin excepción, se han resquebrajado”.
Faltan cloacas, veredas, alumbrado público y servicio de recolección de residuos. Se ha instalado la tubería para acceder al servicio de gas, pero no ha llegado aún la red distribuidora al barrio.
Otra burla para los saqueados de siempre. Otra burla para los más desguarnecidos.
El Estado les ofrece más vulnerabilidad y más indefensión a quienes solo piden una vivienda digna para pelear la vida en una condición un poquito más igualitaria.
Los habitantes de La Cava, que traen encima una historia de estafas a la ilusión, cargan con una más.
Mientras tanto; del otro lado, en la cola del banco, en la reunión familiar, en la mesa de café, se encienden voces que cuentan con abrigo, techo, comida... y desde ese lugar, se la pasan justificando los despojos.

Néstor Sappietro (APE)

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