jueves, 16 de julio de 2009

Gripe A, el reinado de la desinformación


Un periodista francés radicado en Buenos Aires realiza un análisis del tratamiento que tuvo la pandemia de influenza en los medios argentinos.
Las miradas se cruzan y la sospecha se lee en las caras de las personas que andan en las veredas y en las arterias de subte de la capital. Los barbijos se venden como pan caliente en varias tiendas del microcentro. Los teatros y los cines cerraron poco a poco y Buenos Aires se vació como en pleno verano ese fin de semana largo.
Más que la gripe, es su fantasma, omnipresente, que hizo su cama en la vida de los porteños. No todos cedieron el pase a la paranoia, pero ahora quién puede afirmar que no esta afectado no por el virus mismo, sino por su presencia en los medios, en el espacio público (sobre los carteles de la calle y en los avisos electrónicos de prevención del subte) y en la mente de la gente.
A la desinformación la sustituyó una "malinformacion" y una "contrainformacion" generalizada, generadas por la multitud de dichos que circulan sobre esa enfermedad, ya sea emitida por políticos o por especialistas.
Varias preguntas quedan irresolutas para la mayor parte del pueblo. ¿Quién sabe hoy que la influenza "clásica" genera cada año entre 250.000 y 500.000 víctimas? ¿Quién sabe que la gripe A mata un 0,5% de los afectados? Es verdad, mata. Por eso, es cierto, hace falta seguir los consejos de los infectólogos y tomar las precauciones necesarias.
Lo increíble, es que ese tema primordial para la humanidad se ganó el papel principal en los diarios y en las noticias nacionales cuando la actualidad deportiva (la final del torneo Clausura) y política (las elecciones legislativas) le liberó el primer plano del escenario. Como si saber quien levantaría la copa o quien se sentaría en los sillones del hemiciclo del Congreso fuera más crucial que saber hasta que punto había progresado el virus en el país y cuales son las actitudes que hay que tener frente a la pandemia.
El tema va más allá de ese caso. Ilustra simplemente el funcionamiento actual de la mediatización a nivel mundial, que responde en lo sucesivo a las necesidades de un mercado de la información, fuera de consideración jerarquizada de noticias. A la imagen de cualquier otro producto, la información tiene hoy el valor que le conceden los dueños de los medios y sus maestros políticos.

Florent Torchut, corresponsal del semanario francés L'Equipe en Argentina.

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