viernes, 31 de julio de 2009

Honduras, tan violentamente violentada


(AW) El nuevo golpe cívico-militar pone en jaque, una vez más, el límite entre la defensa a la democracia y la defensa a una presidencia. La derecha, tan bulgar y mediocre, en su lógica de hacer política desde el individualismo más egoísta, intenta propiciar, mediante la destitución de un presidente constitucional, la desunión y la idolatría al personaje-caudillo. Sien embargo, hay un pueblo que no da tregua a su integridad.


Por Alejandro Haddad

Agencia Rodolfo Walsh

Uno más

Para algunos medios desmemoriados, el de Honduras es el primer golpe de estado en muchos años. Sin embargo, los pueblos que han sufrido esos golpes sí recuerdan. Y cuentan que hubo intento de derrocar a Carlos Andrés Pérez por parte de Hernán Grüber Odremán (Venezuela, 1992). Y también, entre otros, estuvieron los golpes contra Abdalá Bucaram (Ecuador, 1997); el intento de Ollanta Humala contra Alberto Fujimori (Perú, 2000); y el frustrado golpe contra Hugo Chávez (Venezuela, 2002).
Además, y como si faltaran ejemplos de violación a la democracia, el propio presidente de Perú, Alberto Fujimori, disolvió el Congreso en 1992, protagonizando un “autogolpe”. Pero hay todavía más. Los dictadores jugando a ver quién es más dictador, en el Paraguay de 1989 Andrés Rodríguez Pedotti derrocó a Alfredo Stroessner.
Para algunos inhóspitos pensamientos resignados, el de Honduras es un golpe más. Sin embargo, para otros muchos, Honduras bien podría estar siendo usada como testeo para medir la reacción internacional ante una nueva ingerencia de las fuerzas militares en cuestiones civiles.
Pero, ¿por qué es tan sonante este golpe en comparación con los sucedidos en las últimas dos décadas? Los porqués o los quizás pueden ser varios, y no es menester de este artículo develarlos, pero sí, en cambio, intentar explicar que el golpe en Honduras es uno más, en el sentido de la larga lista de mamarrachadas políticas de la derecha y sus intereses que atentan contra la dignidad de los pueblos, los fragmenta, y busca en la desunión el culto por el individualismo. Eso, además, de debilitar democracias que atentan contra las asonadas comerciales del imperio.

Mel Zelaya y el partido Liberal

A través de su estancia en la tierra, el partido Liberal hondureño viene sufriendo la disyuntiva de ser o no ser. Disyuntiva que le toca sentir al propio presidente legal Zelaya y a su desplazador Micheletti.
El presidente legal de Honduras, Manuel “Mel” Zelaya, pertenece al partido Liberal, un partido que hoy día está quebrado entre quienes lo apoyan y quienes lo detestan. Sin embargo Zalaya nunca renunció a su partido, ni tampoco fue expulsado.
Su partido de Zelaya, el Liberal, tiene su origen en un movimiento organizado en 1884 por el doctor Celeo Arias al cual llamó “Liga Liberal”. Dicho movimiento tuvo lugar nada menos que en Comayagua, donde cien años después, ­­­y bajo un gobierno liberal, se estableció la base aérea militar estadounidense de Palmerola (ver más delante).
El 5 de febrero de 1891 nace formalmente el partido Liberal. En sus bases fundacionales se expresaba, entre otras consignas, la inviolabilidad de la vida humana y la seguridad individual afianzada por la garantía del “Habeas Corpus”. Además, se proponían garantizar la libertad de expresión, de asociación, de culto, la igual civil, el sufragio universal, la educación gratuita, y la independencia de los tres poderes. Es decir, un partido Liberal.
Luego, al partido le sucedió gozar de presidencias y sufrir derrocamientos y exilios. Como suele suceder en esta América bipolar, dos partidos se disputaron tradicionalmente el poder en honduras: el Liberal y el Nacional. En medio, los interrupciones cívico-militares.
Entre tanto, Zelaya, en la larga historia de su partido, podría ser considerado más o menos liberal, según la consigna por donde se lo analice. En la letra del himno del partido, se destaca la figura del militar y político unionista Francisco Morazán (“¡Morazán con sus luchas libertarias inspiro con visión nuestro destino!”). Desde ese punto, Mel, quien se caracteriza por fomentar las Asambleas del Poder Ciudadano, y por haber adherido a propuestas como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) impulsada por el presidente venezolano Hugo Chávez, quedaría como un fiel representante de su partido. Ahora, si se lo analiza según otra de las frases del mismo himno, que dice: “¡Nuestras filas de gente progresista son baluartes de nuestra democracia; son su fruto las leyes que tenemos en el Agro, el Seguro y el Trabajo!”, Manuel Zelaya, quedaría rayando la traición, ya que su preocupación de su gobierno pareció estar más cerca del campesinado, las comunidades indígenas y los pueblos garifunas que de aquellos conceptos tan abstractos como conservadores del “agro, el seguro y el trabajo”. El himno liberal, nombra las labores pero no a quienes las laboran. Niega en con el silencio a los hacedores de Honduras, precisamente, el campesinado, las comunidades indígenas y los pueblos garifunas.
Además de esa “falta”, Zelaya se convirtió en el primer presidente hondureño en visitar Cuba, luego de 48 años.
Esto resultaría imperdonable para un partido que comenzó pronunciando la inviolabilidad de la vida humana y se tornó amigo de los intereses multinacionales heredados de la United Fruit Company.
Por otro lado, desde un lugar diametralmente opuesto, Micheletti se presenta como un liberal íntegro, secuestrando a un compañero de partido y presidente constitucional, enviándolo luego al ostracismo diciendo que el ejército fue “benévolo” porque debió ponerlo prisionero por los “delitos cometidos”.

Honduras y la cuestión militar

Recién en Septiembre de 1998, una reforma constitucional convirtió al presidente de la Republica en Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Y siguiendo esa línea política civilista, el entonces presidente (liberal) Carlos Roberto Flores, nombra por primera vez a un civil como ministro de Defensa.
Pero en la historia siempre hay peros, y el mismo partido Liberal, años atrás propició la entrada del ejército de los Estados Unidos de arriba. La irrespetuosa ingerencia estadounidense en la soberanía de los pueblos a su autodeterminación, llevó a presionar al gobierno liberal de Roberto Suazo Córdova quien, durante su período presidencial (1982-1986), permitió el establecimiento de una base aérea de aquél ejército. De esa manera, Honduras se convierte no solo en faldero de los EE.UU de arriba, sino también en cómplice de las matanzas que la CIA propició en países como Nicaragua a través de los contras entrenados por sus agentes especiales.
La base de Palmerola, que alberga un promedio de 600 militares norteamericanos, fue escrachada en octubre pasado por miembros de distintas organizaciones campesinas, indígenas, sociales, artistas, militantes de Derechos Humanos, en lo que fue el cierra del II Encuentro Continental Frente a la Militarización.
No fue casual que el encuentro se realizara en ese país centroamericano. El primero se había desarrollado en el estado mexicano de Chiapas, donde operan, desde el alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en enero de 1994, unos 50 mil efectivos militares. Al cierre de aquel primer encuentro realizado en San Cristóbal de las Casas, se decidió realizar el próximo precisamente en Honduras, dada la presencia de esa nefasta base aérea de Palmerola.
En tiempos de democracias consolidadas, el funcionamiento de la base no tendría razón de ser, a menos que los estados Unidos de arriba hayan quedado con ganas de más. Y esas ganas parecen haber reflotado en junio de este 2009.
La ingerencia de los EE.UU nunca se diluyó en los países que le están abajo sosteniéndole. En tanto, el presidente Zelaya, había manifestado su intención de convertir la base militar en un aeropuerto comercial.

De ALBAs y ALCAs

Precisamente durante las jornadas del II Encuentro Continental Frente a la Militarización, el Congreso hondureño se preparaba para ratificar su entrada al ALBA, siendo que meses atrás, el presidente Zelaya lo había propuesto. En esa oportunidad, me tocó cubrir el evento para la Agencia Walsh y el aire en Honduras se respiraba extraño. Por un lado, en los días previos, una fuerte huelga de más de 3000 profesores de todo el país paralizó la actividad educativa, exigiendo el cobro de haberes atrasados. Por otro lado, estaba la esperanza de los pueblos postergados de entrar a una alternativa real.
La entrada al ALCA puede tomarse como una cuota más que la súbdita Honduras pagaba con los ojos cerrados al gran imperio. En oposición, la entrada al ALBA, daba esa cuota de esperanza de querer empezar a desprenderse de ese monstruo que todo lo avasalla con su poderío militar.
En ese aspecto, Zelaya pareció estar más preocupado por una salida a la grave situación social y económica de su país –uno de los más pobres del continente-, que de querer vestir la boina roja de Chávez. El ALBA le garantizó a Honduras la llegada de petróleo venezolano a bajo precio, y la seguridad de un comercio un poco más justo con países de su tamaño. Pero Honduras no renunció al ALCA ni a los beneficios de tener un trato especial en las remesas que desde los Estados Unidos de arriba le envían sus compatriotas (ver más adelante).

Zelaya, los EE.UU de arriba y conflictos de visado

La relación entre Zelaya y los Estados Unidos de arriba ha sido un tanto tensa durante la administración de George W. Bush. Amparado o no en los últimos días de Bush en la presidencia, lo cierto es que Mel se despachó para decir algunas cosas acerca del país del norte.
En agosto de 2008, Manuel Zelaya revelaba públicamente que el gobierno de Washington le pidió a su par de Tegucigalpa, visa para el terrorista Posadas Carriles. Las gestiones las habría realizado, en el año 2006, el ex embajador estadounidense en Honduras Charles Ford.
El momento y el lugar para esa revelación fue la inauguración del proyecto de pavimento de una carretera en la localidad de Santa Bárbara. Zelaya dijo que la embajada de EE.UU “ha intervenido en golpes de Estado, promovido invasiones y guerras en otros países”. Y luego agregó: “nosotros fuimos víctimas de la Guerra Fría, cuando desde aquí se atacaba a Nicaragua”.
Todo esto tuvo su precedente en 2007, cuando al embajador hondureño ante la ONU, Jorge Arturo Reina, le fuera denegado su acceso a EE.UU por carecer de visa.
Por aquel 2007, nada menos que el embajador norteamericano en Honduras Charles Ford, era quien debía otorgarle el visado. En medio de las gestiones, Ford declaró que en otras ocasiones, los EE.UU les permitieron la entrada a embajadores de países que carecen de relaciones diplomáticas con EE.UU como Cuba, Irán o Corea del Norte, para participar de los congresos de la ONU en Nueva York.
Pero detrás de la maroma diplomática, estaba la pública simpatía de Reina para con el presidente cubano Fidel Castro. En tanto, Ford, casi a modo burlón, declaró que a Reina se le revocó el visado en tiempos en que Jhon Negroponte era embajador en Honduras (1981-1985). Negroponte, por si hace falta recordarlo, fue uno de los mentores de los “contra” que fueron entrenados por la CIA para invadir Nicaragua y derrocar al gobierno sandinista.
La administración Obama pareció dar un vuelco radical en este tema, cuando a principios de este mes decidió revocarle la visa al golpista Micheletti, y a sus ministros y familiares. Sin embargo, las multinacionales de origen estadounidense que comercializan en, y con Honduras, no reciben sanciones, como sí las reciben quienes intentan hacerlo con países como Cuba.

Honduras - Israel

A poco de producirse el golpe de estado, el presidente de la Comunidad Hebrea de San Pedro Sula, Stayerman Mataron, habría manifestado que Manuel Zelaya estaba llevando a Honduras a “ser parte de lo que es Venezuela”. Y luego añadiría: “hasta el momento nadie había tenido ninguna amenaza”, pero advirtió que “a eso íbamos con el presidente Zelaya.
Por su parte, el diputado venezolano Adel El Zabayar, denunció la implicancia de Israel en el golpe atribuyéndole financiamiento militar y la colaboración de sus servicios secretos (Mossad) en cuestiones de espionaje.
La preocupación de Israel en torno a la tendencia “chavista” de Zelaya, está aparejada al conflicto que el gobierno oriental mantiene con Irán, y el acercamiento de Chávez hacia ese país. Es decir, vislumbraron cierta propiedad transitiva: si Zelaya es igual a Chávez y Chávez es igual a Irán, Zelaya es igual a Irán. Bien. Sigamos.
Desde la década de 1980, una empresa de mentes y capitales israelíes participa de la “seguridad” de Honduras. Se llama “International Security and Defense Systems (ISDS)”, llegó para adiestrar a militares hondureños en la luchan contra las guerrilla y se quedó. El negocio de la seguridad no son los delitos, sino la fabricación de los mismos. O sea, primero ganan inventándolos (por ejemplo, mediante un golpe de estado), y luego ganan reprimiéndolos (por ejemplo, entrenando militares). Para aportar un dato más, el escuadrón de inteligencia que la ISDS formó en el país caribeño, está denunciado en el secuestro y desaparición de 191 personas.
La International Security and Defense Systems opera en casi todos los países de América Latina, además de haber sido denunciada de colaborar con la empresa Telefónica de España, en la región autónoma de Catalunya.

¿Tradición golpista O bama?

A menos de un año de gestión, el presidente Barack Obama se enfrenta al último golpe de estado en América Latina. Los presidentes de los Estados Unidos de arriba no tienen descanso.
En la nueva era generacional, los políticos han sido conchabados a estar del lado de la ecología y los Derechos Humanos. En esa línea, Obama se comprometió a reducir los gases tóxicos emanados a la atmósfera, y se sumó, junto a sus colegas del G8, a “donar” unos 20 mil millones de dólares para que los países de África “aprendan” a cultivar y así tengan qué comer. Los campeones del fat food enseñándoles a cultivar a pueblos que hace miles de años ejercen esa práctica. Bien. Sigamos.
Obama repudió el golpe indicando que el presidente legal de Honduras es Manuel Zelaya. Pero, para periodistas como Carlos Fazio, el golpe responde a una estrategia de Obama-Clinton. Según un artículo publicado en el periódico mexicano La Jornada, Fazio dice que la “estrategia opera con base en una política de varios carriles, que combina la intervención militar directa (Afganistán, Pakistán, Irak) con operaciones clandestinas de desestabilización (Venezuela, Irán, Honduras, Bolivia, Ecuador) y una diplomacia de doble vía”.
Para el caso, el retroceso estaría vinculado, a fortalecer el Plan Puebla Panamá, que tiene como protagonistas a México y Colombia (los dos países con mayor ayuda militar estadounidense de toda América). Los gobiernos de El Salvador, Nicaragua y Honduras, estarían demorando la viabilidad del plan.
Volviendo a Fazio, el periodista destaca que “la estrategia del clan Clinton y grupos del aparato institucional al servicio del complejo energético militar industrial, que presentan una política de hechos consumados para el aval de Obama”, se apoya en el embajador estadounidense en Honduras, Hugo Llorens. El diplomático, de origen cubano, está vinculado a Jhon Negroponte. Lllorens habría participado en la expulsión de Zelaya.

Entre tanto Obama.

La secretaria de estado de Obama, Hillary Clinton, ha propiciado una seudo negociación entre Zelaya y Michelleti, algo que está más cerca del alejamiento que de un acuerdo. La negociación está sirviendo para demorar los tiempos y darle chance a la consolidación del golpista. No es casual, quizá, que el derrocamiento se haya producido a solo cinco meses de la finalización del mandato de Zelaya. “Cinco meses pasan rápido”, habrán pensado…

¿Mel o la defensa a la democracia?


La desvergüenza de la derecha en los países de Amércia Latina es tan vulgar y grosera, que lleva a los pueblos dignos a defender a presidentes con quienes, quizá, no acuerdan en todo ni en parte. Los pueblos, en su legítima defensa del derecho a decidir por sí mismos, salieron a repudiar sin duda alguna el golpe cívico-militar en Honduras, un repudio que está siendo capitalizado por Zelaya como apoyo a su persona.
Para muchas administraciones, la consolidación del golpe puede ser un grave antecedente que contagie a otros ejércitos. Pero los pueblos saben que ese contagio de violencia emanada de arriba, no precisa necesariamente estar vestido de verde oliva. Como ya vimos, en Perú hubo un autogolpe, y en países como Colombia o México, la militarización está dada por la excusa a la lucha contra las guerrilleras y los carteles del narcotráfico. En la Argentina no se precisa de ningún aparato militar en el poder para desaparecer a Migueles Brus, o Julios López o Lucianos Arrugas.
Para el caso, en Honduras lo que se defiende es la democracia más allá de quien porte la banda presidencial. La democracia defendida no es un individuo sino un pueblo.
Pero los golpistas, en su eterno divagar mediocre, van logrando que democracia sea sinónimo de un individuo; que Zelaya sea versus Micheletti. Individuo contra individuo. Porque, en definitiva, la lógica egoísta e individualista de la política capitalista y su escuálido concepto de democracia, se mantiene.
Pero como en la historia siempre hay peros, está el pueblo de Honduras. El heroico pueblo de Honduras, que es uno porque está lleno de diversidad.

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