martes, 3 de marzo de 2009

RECAMBIO Y PROFUNDIZACIÓN EN LA BONAERENSE


Liga de héroes contra la violencia social

El reemplazo del titular de la policía bonaerense como resultado de una “crisis” interna que lleva cuatro décadas, fue presentado en paralelo con el asesinato de un efectivo en San Isidro del que se le enumeraron largamente como méritos actitudes que debieran descontarse. La ofensiva mediático política que instaló la gestión Scioli llamando a la “mano dura”, mostró resultados en solo un año.
La estrategia de instalar debates y campañas tales como la baja de la edad de imputabilidad, la creación de policias municipales y el concretado cercenamiento el sistema de excarcelaciones a quienes esperan juicios, buscando una "normalización" - en términos sistémicos - respecto de las herramientas de la "seguridad" tras la crisis de 2001, impulsada por un amplio sector del arco político provincial, fue duramente derrotada durante el verano con el caso de Leonardo Bergara. Todos los implicados en el secuestro son policías y ex policías, y las grabaciones que reflejan diálogos entre los secuestradores y la familia de Bergara muestran un grado de conocimiento por lo menos extraño.
La investigación comienza un largo camino destinado a la intrascendencia y la sensación ambiente es que nunca se sabrá que ocurrió en realidad, volviendo posibles todas las sospechas fundadas en la historia reciente de la fuerza.
Pese a ser presentado por las autoridades provinciales como un alejamiento “acordado”, la salida de Salcedo representó en esta historia el clasico cambio de fusible. El hoy apartado jefe de la fuerza tiene su cuota parte en relación a los variados “negocios” y "excesos" de los policías. El ministro de Seguridad Guillermo Stornelli, prometiendo al asumir “más poder de fuego para la policía” de la provincia, el propio gobernador Scioli haciéndose eco de las posturas más retrógradas en la materia completan el esquema.
La falsa dicotomía discursiva entre el largo y el corto plazo y las garantías constitucionales presentadas como una traba para la inseguridad de hoy, tienen en el accionar del gobernador a un representante. "Ni sin la policia ni en contra de la policía” repite su slogan. Así, investigar y controlar sería estar “en contra de la policía” para Scioli, que eligió ser el primer defensor de la institución. No sorprende el gobernador por sí mismo, sorprende que haya sido elegido como candidato del autodenominado “gobierno de los Derechos Humanos”. El ex motonauta justifica a una de las fuerzas que más mató, más robo, y más se corrompió en las últimas décadas, por describirla solo durante el actual período democrático. Esta nueva escalada a los buenos momentos de la maldita policía no mereció mayores menciones de parte del gobernador, ni de la oposición, que agitarse ante cada delito rimbombante.
Oportunamante, la muerte de Garrido fue profusamente presentada en los medios como la de un héroe. Las virtudes que se le atribuyeron en las crónicas periodísticas al oficial asesinado, muestran el estado de situación: “un policía honesto”; “nunca abusaba de su arma” aseguraron vecinos y comerciantes, que pedían ponerle el nombre del agente a la calle de San isidro en la que prestaba servicio cotidianamente. La campaña de prensa, encabezada por el pool de medios de Daniel Hadad, un viejo aliado de Scioli, continuó presentando al gobernador como víctima de las “mafias” a las supuestamente estaría enfrentando. Tras la denuncia de amenazas, el rumor pasó a ser un supuesto pedido de abandono del cargo por parte de la familia del heroico gobernador.
Sin perder tiempo, durante el velatorio de Leonardo Melliza, efectivo muerto también la pasada semana, el reemplazante de Salcedo, Juan Carlos Paggi insistió en la necesidad de "profundizar" la iniciativa para bajar la edad de imputabilidad y recalcó que "es el mismo gobernador el que se puso al frente de la discusión y que ha tomado el tema de la seguridad como una política de Estado". Paggi ya hizo explicíta una vieja exigencia matematica de los botas negras: “16 mil policías más”; buscando las causas del aumento de la inseguridad, el jefe de la bonaerense aseguró que con la crisis de 2001 comenzó un "desequilibrio que a su vez generó una violencia social inusitada".
Tras las declaraciones del jefe de la bonaerense en clave de análisis sociológico, distintas investigaciones periodísticas reflejaron que Melliza habría realizado denuncias internas sobre corrupción policial, dato que altera sensiblemente las hipótesis sobre su asesinato.
En línea con las declaraciones de Stornelli, y como respuesta a las heterogéneas formas de presión de las cúpulas policiales, de las que el caso Bergara no está exento, la llegada de Paggi profundiza el temerario plan de darle mayor “operatividad” a la fuerza. La reactualización discursiva de la derecha, que afirma que la inseguridad se soluciona con “políticas sociales integrales”, asume tiempos distintos: mientras la redistribución de la riqueza no empieza nunca y la desigualdad aumenta, lo urgente en lo concreto es criminalizar a los jóvenes y adultos pobres y no regular el reenganche de exonerados en las numerosas agencias de seguridad privada. Con el histórico eje importado de “lucha contra el narcotráfico” como principal caballito de batalla, la bonaerense comienza el segundo año sciolista con jefe nuevo y presentada en versión liga de héroes rodeada de algunas manzanas podridas. Lamentablemente la realidad insiste en desmentir tal recorte.

Prensa de Frente

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