miércoles, 11 de marzo de 2009

Lázaro Peña González


La fuerza de su ejemplo

De hombres como Lázaro Peña González, fundador de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), no se puede hablar en pasado, porque está en la obra de todos, educando, esclareciendo, y, como hizo siempre, señalando el camino acertado a la clase obrera cubana.
Nacido el 29 de mayo de 1911, en La Habana, su fecunda vida es ejemplo de lealtad al partido de la clase obrera, fidelidad a los principios del marxismo-leninismo, firmeza frente al peligro y a la muerte. También de tenacidad y sabiduría para defender los derechos de los trabajadores, unirlos y movilizarlos.
Fue en las honras fúnebres del gran dirigente sindical cuando Fidel recordó que a Lázaro, que había nacido y crecido en la pobreza, en la cruel y feroz sociedad capitalista, donde ser pobre era sinónimo de humillación y dolor, el pueblo lo había hecho incansable luchador.
Lo forjó la clase sufrida y explotada y su escuela fue la fábrica, el taller, el trabajo, la explotación, la lucha misma, dijo Fidel.
Como maestro de cuadros sindicales y Capitán de la clase obrera cubana ha sido calificado Lázaro Peña, quien ingresó al movimiento sindical a través de su vínculo con el sector tabacalero, desde donde contribuyó a desarrollar una conciencia de clase en las masas trabajadoras.
Desempeñó durante varios años, y en distintos periodos, la Secretaría General de la CTC.
Quienes lo conocieron admiraban en él su ejemplo, indica a Granma Luis Martell Rosa, otrora secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros.
"Haberlo tratado personalmente constituye para mí un privilegio", dice, y recuerda: "Compartí su largo batallar en defensa de los trabajadores. Lo recuerdo sencillo, caballeroso y afable al lado del obrero, cualidades esenciales de un verdadero dirigente. Es imposible calcular su capacidad de convocatoria.
"Lázaro fue un forjador de hombres, un guía, un conductor, un maestro, junto al cual se aprendía mucho", refiere Martell Rosa, que junto a él vivió momentos inolvidables del movimiento sindical, como la organización del histórico XIII Congreso.
Los obreros veían en Lázaro —destaca— a un amigo, a un compañero.
Martell recuerda el momento en que le informan la muerte de Lázaro y dice: "fue un duro golpe para la clase obrera" y repite "un duro golpe" al tiempo que agrega "mientras tenga fuerza seguiré llevando las ideas de Lázaro al movimiento sindical".
Por ello al cumplirse 35 años de su muerte, Lázaro anda aún entre nosotros, con la imagen de su ejemplo, apoyando la construcción de una sociedad más justa.

Raquel Marrero Yanes

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