La Comisión organizadora del Congreso a primeros de 1889 lanzó el llamamiento de convocatoria que suscribían todos los partidos socialistas existentes, así como numerosas organizaciones de tipo sindical. El Partido Socialista Obrero Español aparece por primera vez suscribiendo un documento internacional con las firmas de Pablo Iglesias y Francisco Diego. El anarquismo, que hasta entonces había venido participando activamente en todos los congresos internacionales en nombre del proletariado español, está ausente de este gran comicio de la clase obrera. A contar de esta fecha, su personalidad quedaba desplazada del movimiento obrero internacional. Por el contrario, el socialismo español quedaba incorporado a dicho movimiento.
El movimiento de convocatoria decía así:
¡Obreros de Europa y América!
El Congreso Obrero de Burdeos, formado por delegados de más de 200 Cámaras sindicales, constituidas en todos los centros obreros de Francia, y el Congreso de Troyes, formado por delegados de 300 grupos obreros y socialistas representando el conjunto de la clase obrera y del socialismo revolucionarios francés, ha decidido convocar en París, durante la celebración de la Exposición, un Congreso Internacional abierto al proletariado del mundo entero.
Esta resolución ha sido acogida con alegría por los socialistas de Europa y América, dichosos de poder reunirse para formular concretamente las reclamaciones obreras con respecto a la legislación internacional del trabajo, de las cuales se va a ocupar la Conferencia de los representantes de los gobiernos europeos que se reunirá en Berna en el mes de septiembre.
La clase capitalista invita a los ricos y a los poderosos a venir a contemplar y admirar la Exposición Universal, la obra de los trabajadores condenados a la miseria en medio de las más colosales riquezas que jamás sociedad humana haya poseído. Nosotros, socialistas, perseguimos la liberación del trabajo, la abolición del salario, la creación de un orden de cosas en el cual, sin distinción de sexo ni de nacionalidad, todos y todas tengan derecho a las riquezas fruto del trabajo común. Es a los productores a quienes nosotros citamos en París para el 14 de julio.
Nosotros les invitamos a venir a estrechar los lazos fraternales que, consolidando los esfuerzos del proletariado de todos los países, acelerarán el advenimiento de un mundo nuevo. ¡Proletarios de todos los países, uníos!
Las exhortaciones de la Primera Internacional, sus oposiciones políticas siguiendo el pensamiento y la doctrina de sus fundadores, Marx y Engels, habían dado su fruto. En el Congreso de París estaba presente el proletariado en torno a sus partidos políticos de clase “diferentes de los de la burguesía”. Con todas sus fallas iniciales, en cada país, junto a las asociaciones profesionales, aparecía el instrumento político de la clase obrera, su partido político, como vanguardia en su lucha emancipadora. La nueva Internacional, una consecuencia de las experiencias y de la historia de la primera, representaba un estadio superior del movimiento obrero de cada país e internacionalmente.
En la fecha prevista, del 14 al 21 de julio, en la Sala Petrelle, tuvo lugar el primer Congreso de la nueva Internacional. Asisten delegaciones de 16 países, algunas de ellas muy numerosas, como las de Alemania, Bélgica e Inglaterra. Coinciden en el Congreso las figuras más relevantes del socialismo y del movimiento obrero de cada país, entre ellas Bebel, Liebknecht, Clara Zetkin, Bernstein –el que pronto sería la cabeza visible del “revisionismo” negando el carácter científico del socialismo-, De Paepe, Volders, Vandervelde, Víctor Adler, José Mesa y Pablo Iglesias, por España; Domela Nieuwenhuis, Plejanov, Axerold, W. Morris, Cunningham, Graham, Leonor Marx (hija de Marx), John Burns, Lafargue, Guesde, Deville, Vaillant, Longuet, Malon, Basly. En la delegación húngara figuraba Leo Frankel, que había sido ministro del Trabajo durante la Comuna. La delegación francesa estaba compuesta por más de doscientos delegados.
En el Congreso estaba representado el movimiento obrero ruso por la acusada personalidad de Plejanov, uno de los más grandes teóricos y conocedor del marxismo de aquella época, del que más tarde dijera Lenin: “¡Que bien escribía Plejanov antes de ser un renegado...!” Otro aspecto nuevo del Congreso en relación con todos los que se habían celebrado hasta aquella fecha, era que en el mismo figuraba un grupo de delegados, entre ellos Clara Zetkin, que habría de jugar un papel de primer orden en el movimiento obrero alemán e internacional. La acción política de la clase obrera, el triunfo de la línea política de la primera Internacional hacía que este Congreso aparecieran delegados ostentando el cargo de diputados en las delegaciones alemana, inglesa y francesa. La reunión de 1889 es en realidad el primer Congreso internacional.
“Jamás se había reunido –dice Jean Longuet en la Enciclopedia Socialista- una asamblea tan representativa del proletariado de todos los países...”
La labor de división de los “posibilistas”, las maniobras de los elementos reaccionarios de las Trade-Union inglesas, no habían logrado hacer fracasar el gran Congreso que forjaría la nueva Internacional.
El Congreso discutió el siguiente orden del día:
1. Legislación internacional del trabajo. Reglamentación legal de la jornada de trabajo; trabajo nocturno y diurno; días de descanso para los adultos, para las mujeres y los niños.
2. Vigilancia en los talleres de la grande y de la pequeña industria así como de la industria doméstica.
3. Vías y medios para obtener estas reivindicaciones.
4. Abolición de los ejércitos permanentes y armamento del pueblo.
Los puntos primero y segundo del orden del día fueron refundidos; su resolución es una nueva reafirmación de la teoría de la acción política y todo un programa de reivindicaciones que ha servido de bandera al movimiento obrero durante muchos años, y aún hoy algunos de sus postulados tienen toda su actualidad.
El Congreso adoptó el siguiente acuerdo:
Después de afirmar que la emancipación del trabajo y de la Humanidad no puede salir más que de la acción internacional del proletariado organizado en partido de clase, apoderándose del poder político por la expropiación de la clase capitalista y la apropiación social de los medios de producción.
Que la producción capitalista, en su rápido desenvolvimiento, invade incesantemente todos los países.
Que este progreso de la producción capitalista implica la explotación creciente de la clase obrera por la burguesía.
Que esta explotación, cada día más intensa, tiene por consecuencia la opresión política de la clase obrera, su servidumbre económica y su degeneración física y moral.
Que, como consecuencia, los trabajadores de todos los países tienen el deber de luchar por todos los medios a su alcance contra una organización social que les aplasta y, al mismo tiempo, que amenaza el libre desenvolvimiento de la Humanidad.
Que, de otra parte, se trata ante todo de oponerse a la acción destructora del presente orden económico.
Es en este Congreso donde se acuerda la celebración de la manifestación internacional del Primero de Mayo, que tanta repercusión habría de tener en la historia del movimiento obrero. En efecto, a contar de esa fecha cada Primero de Mayo fue una jornada de revolucionaria, de movilización del proletariado en torno a sus reivindicaciones económicas y políticas, sirviéndoles de base las resoluciones del Congreso de 1889. A través de los primeros de Mayo, el proletariado ha ido jalonando su camino. Cada Primero de Mayo ha sido un recuento de fuerzas, un balance en la lucha liberadora de los oprimidos. Debemos dejar constancia de que los anarquistas, desde el primer momento, se enfrentaron con la manifestación del Primero de Mayo, acudiendo inclusive a la violencia para impedirla.
He aquí el acuerdo del Congreso de París sobre el Primero de Mayo:
Será organizada una gran manifestación a fecha fija de manera que en todos los países y en todas las ciudades a la vez, el mismo día convenido, los trabajadores emplacen a los poderes públicos ante la obligación de reducir legalmente a ocho horas la jornada de trabajo y de aplicar las demás resoluciones del Congreso Internacional de París.
Visto que una parecida manifestación ha sido ya decidida para el 1º de Mayo de 1890 por la Federación Americana del Trabajo en su Congreso de diciembre de 1888 celebrado en San Luís, esta fecha es adoptada para la manifestación internacional.
Los trabajadores de las diversas naciones llevarán a la práctica esta manifestación de acuerdo con las condiciones especiales que disfruten en sus países.
El Congreso toma la resolución de constituir una Comisión Ejecutiva con tres misiones concretas: la entrega a la Conferencia gubernamental de Berna de las decisiones sobre legislación por él adoptadas; la convocatoria del próximo Congreso y la publicación del periódico La Jornada de Ocho Horas. La resolución decía así:
Conforme a la decisión adoptada por el Congreso en la segunda sesión del 20 de julio, la Oficina permanente ha designado a Suiza como residencia de la Comisión Ejecutiva; encarga a la delegación de este país de constituir esta Comisión de cinco miembros de la misma localidad, que será al mismo tiempo el lugar de la publicación del periódico La Jornada de Ocho Horas.
El Congreso había realizado un trabajo formidable que ofrecía las más grandes perspectivas al movimiento obrero. Dejaba establecido un plan de reivindicaciones, una base de movilización nacional e internacional del proletariado, y había afirmado posiciones políticas que serían una orientación permanente para el movimiento obrero. A partir del Congreso de París de 1889 quedaba abierta una nueva etapa, la etapa del movimiento obrero socialista organizado y guiado por un pensamiento y una acción eminentemente política que reivindicaba al mismo tiempo, como inseparable, la acción por las reivindicaciones de la clase obrera “porque –como dice la primera resolución- la emancipación del trabajo y de la Humanidad no puede salir más que de la acción del proletariado organizado en partido de clase apoderándose del poder político...”
Salud Camaradas Socialistas.
Hasta la Victoria Siempre.
Patria. Socialismo o Muerte.
¡Venceremos!
Por: Manuel Taibo
manueltaibo@cantv.net
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